Salud mental e infancia refugiada

20/06/2023 | Derechos de la Infancia, Migrantes no acompañados, Previas, Protección, Salud mental

niños y niñas refugiados

Una niña en un refugio temporal en Hatay, Turquía, después de que dos devastadores terremotos azotaran el sureste del país el 1 de mayo de 2023. Haşim Kiliç, UNICEF Turquía

 

  • En el mundo, el número de niños y niñas desplazados de sus hogares aumenta. ¿Cómo contribuir desde lo local a garantizar sus derechos y su bienestar psicológico?
  • Esto es lo que pueden hacer las Administraciones públicas y el Estado

 

Ningún niño o niña debería ser forzado a abandonar su hogar; sin embargo, la cifra de desplazados de sus hogares “ha aumentado a un ritmo alarmante” durante la última década, como denuncia la directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell.

Los datos más recientes son devastadores: el número de niños y niñas desplazados alcanza un nuevo histórico de 43,3 millones, casi la población total de España.

“El aumento está en consonancia con la constante embestida de conflictos, crisis y desastres climáticos en todo el mundo”, añade Russell. Entre ellos la guerra de Ucrania, que ha desplazado a más de 940.000 niños y niñas hasta la fecha, o la de Siria, que ya cumple 11 años; también, los fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones de Pakistán y la sequía del Cuerno de África, que han provocado otros 12 millones de desplazamientos de niños y niñas a lo largo de 2022.

 

niños y niñas refugiados

Una madre protege a su hijo del sol en Hegalle, Etiopía, en un campamento de desplazados de Somalilandia. Raphael Pouget, UNICEF Etiopía

 

Esta realidad desoladora también pone de manifiesto, para Russell, otra cosa: “la insuficiente respuesta de muchos gobiernos para garantizar que todos los niños y niñas refugiados y desplazados internos puedan seguir aprendiendo, mantenerse sanos y desarrollar todo su potencial”.

 

Infancia refugiada en España

 

En España se calcula que viven más de 700.000 niños y niñas migrantes y refugiados, incluyendo aquellos en situación irregular, y en torno a 20.000 son niños y niñas no acompañados y solicitantes de asilo. Solo de Ucrania llegaron a España más de 50.000 entre marzo y octubre del año pasado para recibir acogida en el país.

Muchos de estos niños y niñas desplazados afrontan situaciones muy graves en origen, tránsito y destino que ponen en riesgo su bienestar y salud mental, como la guerra, separaciones familiares, desarraigo, falta de referentes, abusos, explotación sexual o violencia.

El propio viaje puede ser extremadamente traumático por falta de rutas seguras, como el reciente caso del naufragio del barco frente a las costas griegas el pasado 15 de junio, donde se teme que hayan fallecido un centenar de niños; una “atrocidad”, de acuerdo con Felipe Cori, de la Oficina Regional de UNICEF en Europa y Asia Central: “Eran niños migrantes y solicitantes de asilo que han huido del conflicto, la violencia y la pobreza”.

 

 

Por otro lado, la infancia migrante también se enfrenta a desafíos al llegar al país de destino: duelos migratorios, detenciones, abandono escolar, presiones familiares para enviar dinero, incertidumbre por su estatus y su futuro o la posibilidad de sufrir discriminación.

El sistema debe ser capaz de reaccionar y adaptarse para darle la respuesta adecuada a sus necesidades de salud mental y psicosociales.

 

Una mirada a la salud mental

 

Todas estas vivencias potencialmente traumáticas de los niños y niñas les exponen a poder padecer trastornos mentales de cualquier índole, como advierte el coordinador del programa de psicología transcultural del Hospital Vall D’Hebron de Barcelona, Francisco Collazos.

“La resiliencia de estos niños hace que la mayoría no padezcan trastornos mentales o psiquiátricos que necesiten tratamientos especiales de inicio, pero sí es necesaria la intervención preliminar para poder prevenir y promocionar la salud mental de los niños”, dice el especialista durante las Jornadas sobre Salud Mental e Infancia Migrante y Refugiada, organizadas por UNICEF Comité Canarias y celebradas en Las Palmas de Gran Canaria.

Collazos añade que el hecho de no tener en cuenta estas vulnerabilidades y vivencias puede devenir en trastornos afectivos, de ansiedad o, incluso, en el abuso de sustancias o algún trastorno psicótico.

 

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Xenia y su hijo Miron (de tres años), refugiados ucranianos en Bucarest, Rumanía. Adrian Holerga, UNICEF Rumanía

 

Para Borja Fernández, psicólogo de la asociación Quórum Social que lleva más de tres años trabajando con menores migrantes en Gran Canaria, la diferencia entre un niño o niña cuya salud mental ha sido atendida adecuadamente y otro que no ha tenido esa suerte es “abismal”.

Dice que el perfil de los migrantes suele ser el de chicos “con una resiliencia brutal”, mayor de la habitual, para afrontar procesos de duelo o la dureza del viaje, y que las realidades de estos chicos es muchas veces “dramática”, ya que muchos de ellos llegan presionados por su familia para que les sustenten. “También hay otras realidades muy duras, como la de las chicas, con muchos casos de abuso, incluso durante los viajes, así que la atención es muy complicada y diversa”, añade.

En este sentido, ha llamado a no olvidar la individualidad de cada niño, niña o adolescente  y a trabajar y mejorar la coordinación, especialmente en el ámbito educativo.

Seis acciones para que los gobiernos locales garanticen los derechos de la infancia migrante y refugiada

“El tema escolar es el talón de Aquiles, porque se sigue expulsando a muchos niños por problemas de conducta. Es un lugar de muchos conflictos para los niños, un sitio en el que se marca la diferencia”, ha explicado Fernández. “Ahora la red está totalmente preparada para que, cuando llega un niño, niña o adolescente, todo el mundo sepa qué tiene que hacer, dónde tiene que ir, y se hace una atención muy integral”.

UNICEF Canarias, junto a psicólogos especialistas en atención a la infancia migrante, han reclamado más medios, especialmente humanos, y una mejor coordinación entre administraciones y actores vinculados en el cuidado de la salud mental a los niños migrantes y refugiados.

“Las acciones deben ser eficaces y coordinarse bien. Son niños que vienen de situaciones de sufrimiento y de mayor vulnerabilidad, con precariedad afectiva y que en muchos casos parten de conflictos bélicos y climáticos”, concluye la presidenta de UNICEF Comité Canarias, Rosa Gloria Suárez.

 

Acogimiento con vínculos afectivos

 

Los gobiernos locales tienen mucho que aportar a la protección de la infancia y adolescencia refugiada, tanto en su acogida como en la garantía de sus derechos.

¿Cómo puede un gobierno local acoger a la infancia migrante no acompañada?

“Desde UNICEF España reclamamos atención especializada para cubrir las necesidades específicas de estos niños y niñas, cuya salud y bienestar emocional corren mayor riesgo por las experiencias que han vivido o las situaciones a las que se enfrentan”, dice la responsable de Incidencia Política y Estudios de UNICEF España, Cristina Junquera.

Para ello hace falta un acogimiento que facilite la formación de vínculos afectivos con referentes adultos, un refuerzo del sistema de salud mental infantojuvenil a nivel comunitario y hospitalario, la implicación de todos los sistemas relacionados con la atención y protección de la infancia migrante y refugiada y una atención con competencia cultural y enfoque de derechos de infancia.

“Es fundamental reforzar tanto la coordinación entre los sistemas de salud mental y el sistema de protección, el sistema de acogida o el sistema educativo”, apunta Junquera, además de “la formación específica de los profesionales que tratan con los niños y niñas migrantes y refugiados”.

 

Propuestas de UNICEF España para las Administraciones públicas y el Estado:  

 

  • Inversión suficiente para las acciones claves para la infancia incluidas en el Plan de Acción de Salud Mental 2022-24.
  • Mayor disponibilidad de los recursos especializados en infancia y adolescencia para garantizar una atención de calidad tanto a nivel hospitalario como de atención primaria.
  • Reforzar el rol de los centros educativos en la promoción del bienestar mental y prevención y detección de casos de malestar psicológico.
  • Apoyo a las familias con herramientas que promuevan el bienestar mental y prevengan la negligencia y los abuso.
  • Promover el fin del estigma y la discriminación, a través de campañas públicas y contenidos relacionados con el cuidado de la salud mental.
  • Asegurar un abordaje innovador en la intervención, culturalmente competente y adaptado a las necesidades específicas de los niños, niñas y adolescentes con mayor vulnerabilidad (víctimas de trata y de violencia, migrantes y refugiados o infancia con discapacidad).
  • Que la futura Estrategia de Salud Mental Europea incluya un enfoque de derechos de infancia, multisectorial que refuerce el papel de las familias y de los propios niños, niñas y adolescentes.

 

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