Seis acciones para que los gobiernos locales garanticen los derechos de la infancia migrante y refugiada

28/10/2019 | Buenas prácticas, Ciudades inclusivas, Gobernanza local, Inclusión, Previas

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​Muchas de las normas y sistemas que atañen a las personas migrantes o refugiadas, como las solicitudes de asilo o la reunificación familiar, se deciden y aplican a nivel estatal; sin embargo, aquellas que más afectan a su día a día tienen carácter local. Los gobiernos locales cuentan con el factor de la proximidad y conocen mejor las necesidades y los desafíos a los que se enfrenta este colectivo, de modo que pueden logar grandes cambios en sus vidas. Muchos municipios de todo el mundo ya lo están haciendo: han puesto en marcha mecanismos creativos para hacer más inclusivas sus ciudades y comunidades, experimentando con enfoques innovadores creando alianzas entre los sectores público y privado.

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Como parte de su campaña mundial #AnteTodoSonNiños, UNICEF ha propuesto un Programa de Acción de seis puntos que refleja las prioridades más apremiantes para esta infancia desarraigada, y cuya finalidad es adaptar el Programa de Acción de UNICEF al nivel local. Se trata de una serie de recomendaciones para que los municipios -dependiendo de sus dimensiones, capacidades y características- promuevan los derechos de todos los niños y niñas refugiados, migrantes y desplazados internos que viven bajo sus jurisdicciones, así como peticiones específicas que los gobiernos locales pueden promover respecto a cuestiones que suelen ser de competencia estatal –poner fin a la detención de inmigrantes, mantener unidas a las familias, reconocer a los niños un estatus jurídico, etc.–.

 

Un programa de Acción de seis puntos

 

1. Proteger a la infancia en tránsito de la violencia, abuso y explotación

Los niños y niñas refugiados y migrantes son extremadamente vulnerables a la violencia y al abuso. Para protegerlos se proponen varias medidas a nivel local: por un lado, asegurar la existencia de normas sobre acogida, atención y protección de la infancia. Por otro, capacitar a los trabajadores sociales, miembros de la Policía, jueves, abogados, tutores, etc., en derechos de la infancia, y capacitarlos para detectar casos de trata, explotación, abuso o violencia.

Se debe establecer contacto con los niños y niñas refugiados, migrantes y desplazados internos y sus familias, y proporcionarles información, asesoramiento y asistencia, bien a través de centros de atención integral o de alianzas con organizaciones no gubernamentales locales, bufetes y asociaciones de abogados, etc. Además, se debe promover entre las autoridades estatales la creación de más canales seguros y legales para que los niños y niñas migren y busquen refugio, incluyendo la reunificación familiar, el reasentamiento y los visados para estudiantes.

Ejemplos de buenas prácticas

El Gobierno de Berlín ha aplicado unas normas mínimas para la protección de los niños, los adolescentes y las mujeres en todos los centros de alojamiento para refugiados bajo su jurisdicción.

En el centro de migración de Siliguri, India, se ha hecho frente al trabajo infantil y la trata de personas mediante un proyecto experimental en el que partes interesadas de la comunidad en seis barrios marginales seleccionados recibieron capacitación para reducir la incidencia del trabajo infantil y la trata por medio de una sólida red de protección social consistente en comités de vigilancia locales, unidades de protección infantil que reúnen a maestros de escuela, trabajadores sociales y dirigentes locales, centros de educación no formal que brindan apoyo educativo y formación en aptitudes prácticas para la vida cotidiana y actividades basadas en la comunidad.

 

2. Poner fin a la detención de niños y niñas migrantes

La detención es perjudicial para la salud y el bienestar de los niños y puede socavar su desarrollo. A nivel local se recomienda ofrecer alternativas que respeten sus derechos. Para ello es necesario brindar formación a los servicios sociales y de protección infantil y capacitarlos en materia de protección y las situaciones de vulnerabilidad (como la trata y la violencia por razón de género), así como aliarse con bufetes y asociaciones de profesionales para proporcionar asistencia legal a los niños y niñas que se encuentran en centros de detención y a sus familias.

Debe verificarse que los centros de detención cumplan las normas de derechos humanos y de la protección infantil, y que existan mecanismos efectivos de derivación y denuncia, e impulsar ante las autoridades estatales la aplicación de medidas alternativas a la detención y la aprobación de leyes que prohíban la detención de niños inmigrantes, algo que puede lograrse facilitando la recopilación de nuevos datos y pruebas que pongan de manifiesto las consecuencias de la detención en los niños y niñas inmigrantes y la efectividad de las medidas sustitutivas a la detención.

Ejemplo de buenas prácticas

En julio de 2017, el Gobierno de Madrid publicó una serie de propuestas concretas con el fin de reducir el número de personas detenidas en la ciudad, de garantizar que solo se recurra a la detención de inmigrantes en circunstancias excepcionales, y de lograr que las personas en situación de vulnerabilidad reciban la ayuda y la protección apropiadas, entre otros objetivos.

 

3. Mantener unidas a las familias y reconocer a los niños un estatus jurídico

Se debe proporcionar información y asistencia a las personas migrantes y desplazadas que deseen presentar una solicitud de reunificación familiar, y acompañarlas a lo largo del proceso, así como facilitar a todos los niños y niñas refugiados y migrantes y a sus progenitores el acceso al registro oficial como residentes de la ciudad o a la prueba de residencia para garantizar el acceso a los servicios y los beneficios básicos de la localidad.

Una propuesta clave es la de que todos los niños y niñas nacidos en la ciudad obtengan un certificado de nacimiento, independientemente de su condición. Los funcionarios municipales deben estar capacitados en derechos de la infancia. Se debe abogar ante las autoridades estatales que ofrezcan más oportunidades para que las familias, en todos los niveles de cualificación, soliciten refugio o migren juntas; por ejemplo, reuniendo pruebas de que las familias que llegan juntas a las ciudades consiguen mejores resultados en materia de integración.

Ejemplos de buenas prácticas

El Programa Nuevas Familias en Barcelona orienta y apoya a las familias antes, durante y después del proceso de reunificación familiar. Ante la falta de un programa nacional, la ciudad utiliza su presupuesto local para brindar a las familias de refugiados y migrantes orientación amplia y personalizada sobre los aspectos jurídicos, prácticos y psicológicos del proceso de reunificación familiar

En 2015, la ciudad de Nueva York inició el programa de identificación municipal más grande del país llamado IDNYC, una tarjeta de identificación con fotografía que el Gobierno emite de forma gratuita para garantizar el acceso a servicios e instituciones culturales a todos los residentes de la ciudad, incluyendo a las comunidades desfavorecidas.

 

4. Escolarización de los niños y niñas refugiados, migrantes y desplazados internos, y acceso a servicios básicos

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El estado migratorio de un niño o niña nunca debe ser un obstáculo para que acceda a los servicios básicos. Se debe velar por que todos los niños y niñas accedan de forma inmediata y efectiva a una educación gratuita y de calidad, incluyendo la enseñanza primaria, la secundaria y la educación superior, al igual que oportunidades de formación profesional. Así mismo, los servicios locales deben responder a las necesidades específicas de la infancia migrante y refugiada y sus progenitores: apoyo lingüístico, reconocimiento de créditos educativos y certificaciones, información sobre derechos y servicios disponibles, etc.  Se puede instar a las universidades, las organizaciones no gubernamentales y los representantes del ámbito empresarial para que reciban en sus programas a estudiantes refugiados, migrantes y desplazados internos.

También es preciso que estos niños y niñas tengan acceso inmediato y efectivo a los servicios locales de salud, como atención primaria y preventiva, así como servicios de calidad en materia de desarrollo del niño en la primera infancia. Hay que evitar que los niños y niñas indocumentados y sus padres se abstengan de utilizar los servicios por temor a ser detectados, detenidos y enviados de regreso a sus lugares de origen; para ello, las tarjetas de servicios municipales o “pases urbanos” son una buena manera de acceder gratuitamente a una gran variedad de beneficios y servicios locales.

Ejemplos de buenas prácticas

Existen ciudades europeas que están prestando servicios de salud a todos los residentes, incluyendo a las personas indocumentadas, como la ciudad de Kiel, Alemania, que colabora con una red de médicos voluntarios que vacunan a niños indocumentados y atienden a mujeres gestantes.

En marzo de 2010, la municipalidad de Florencia reconoció públicamente el derecho de los niños indocumentados a asistir al jardín de infancia, seguidas por Turín y Génova.

En Johannesburgo se ha llevado a cabo el proyecto Tres a Seis, un programa educativo que funciona por las tardes y beneficia a cientos de niños refugiados y migrantes que viven en los barrios urbanos deprimidos, en algunos de los cuales se han registrado ataques a residentes extranjeros. El proyecto ofrece cursos de matemáticas, inglés y aptitudes prácticas para la vida cotidiana, y emplea a maestros refugiados.

 

5. Abordar las causas fundamentales del desarraigo de los niños de sus hogares

Las ciudades y las comunidades pueden ayudar de muchas maneras a abordar algunos de los factores que explican la migración y el desplazamiento: entre otras formas, diseñando mecanismos para que estos niños y niñas participen en la gobernanza local, lo que permitiría comprender y afrontar mejor las causas específicas de la migración infantil (como la violencia entre pandillas). También pueden ofrecer financiación y apoyo técnico para reforzar los sistemas de protección infantil y los servicios básicos, fortalecer los vínculos transnacionales entre las diásporas locales y sus ciudades de salida e instar a sus gobiernos estatales a orientar la cooperación internacional y la ayuda para abordar las causas concretas de la migración infantil.

Ejemplo de buenas prácticas

En los Países Bajos, las ciudades de Amsterdam, La Haya y Almere están llevando a cabo un proyecto de apoyo a varios gobiernos locales del Líbano y Jordania, que acogen grandes poblaciones de refugiados de Siria, concentrando sus esfuerzos en los servicios municipales (desechos, agua, alcantarillado), el desarrollo económico local, la planificación estratégica y la cooperación entre las ciudades.

 

6. Promover medidas para combatir la xenofobia y la marginación

La infancia migrante y refugiada es a menudo víctimas de discriminación y xenofobia, tanto durante sus viajes como en sus destinos finales, y las ciudades y comunidades pueden hacer mucho para evitarlo. Entre las medidas, se recomienda tratar a los niños migrantes y desplazados y a sus familias como a ciudadanos desde el momento de su llegada para evitar la estigmatización y aislamiento, y también fomentar la solidaridad social, la confianza mutua y el entendimiento, así como el diálogo diario entre los niños y los jóvenes refugiados, migrantes y desplazados internos y sus pares locales.

Es importante crear espacios donde los niños, niñas y jóvenes refugiados, migrantes y desplazados internos puedan participar activamente –junto con niños y jóvenes de la localidad y otros interesados locales– en la gobernanza municipal y en los procesos de toma de decisiones. Desde las escuelas se debe aprovechar los programas de educación sobre derechos de la niñez para promover la inclusión en las comunidades. Desde el marco normativo y jurídico, se debe poner fin a la discriminación y a todas las prácticas que criminalizan la permanencia de personas indocumentadas en la ciudad.

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Se recomienda apoyar el espíritu empresarial y el acceso al mercado laboral de los jóvenes refugiados, migrantes y desplazados internos, así como habilitar, preparar, colaborar y asociarse con dirigentes locales, partes interesadas y personas influyentes (como empresas, medios de comunicación, organizaciones religiosas, representantes de la comunidad, partidos políticos, niños y jóvenes) para diseñar y poner en marcha iniciativas que promuevan actitudes positivas y acogedoras hacia los refugiados, los migrantes y los desplazados internos.

Ejemplos de buenas prácticas

La ciudad de Barcelona apoya a las organizaciones de la sociedad civil que administran 24 unidades de alojamiento temporal con capacidad para 90 personas, en el distrito de Sant Andreu 13, mediante un trabajador social que pone en contacto a los refugiados recién llegados con las organizaciones comunitarias, incluyéndolos plenamente en la cotidianidad del distrito desde el primer día.

En Saint-Denis, Francia, una agencia de contratación y asesoramiento en recursos humanos sin fines de lucro está reduciendo la desigualdad de oportunidades14 entre los inmigrantes jóvenes y talentosos y los empleadores de las empresas, mediante servicios de contratación y formación en diversidad.

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