¿Pueden las ciudades contribuir al bienestar de la infancia? Varias expertas explican cómo

02/11/2022 | Buenas prácticas, Ciudades inclusivas, Ciudades y niños, Entrevista, Gobernanza local, Inclusión, Planificación urbana, Pobreza, Previas, Urbanismo

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Foto de Nerea Martí Sesarino en Unsplash

 

  • Hablamos sobre cómo implementar políticas urbanas para hacer nuestros entornos urbanos más saludables para todos, con ejemplos de acciones específicas que ya se han implementado

 

En toda ciudad existen elementos que impactan negativamente en la vida de los niños y niñas que la habitan: aspectos como la contaminación atmosférica o acústica, la siniestralidad, la falta de accesibilidad a la vivienda o infraviviendas y los efectos del cambio climático, entre otros. Pero hay otros elementos que, aunque no parezcan tan urgentes, son muy importantes, como dice Gonzalo Lacurnia, de ONU Hábitat: la existencia de áreas verdes, plazas, espacios para el juego, acceso a la naturaleza o el uso del espacio público “como elemento integrador de la sociedad”.

“La inclusión es un elemento fundamental para avanzar en la equidad. No podemos avanzar hacia ciudades más justas sin garantizar la inclusión de todos los grupos sociales. Eso incluye a la infancia”, dice Lacurnia en el seminario ‘Las ciudades como espacios para el bienestar de la infancia: ningún niño o niña atrás, en ningún lugar’ de UNICEF España, celebrado el 28 de octubre.

 

 

Lacurnia propone dos elementos clave para lograr esta inclusión: por un lado, avanzar en políticas centradas en las personas. Por otro lado, cambiar la forma en que se planifican, construyen y gestionan las ciudades, teniendo en cuenta todos los elementos que reflejan las problemáticas que caracterizan los entornos urbanos, que afectan a la población vulnerable.

 

Ejemplos de buenas prácticas:

Block by block, proceso participativo para empoderar a las comunidades y convertir los espacios públicos.

Recuperación del espacio público en ciudades afganas, donde el espacio público le pertenece a los hombres. Al garantizar las condiciones para que las mujeres accedan “ha sucedido que son los niños los que también acceden al espacio público”.

 

Políticas sociales que protegen a la infancia

 

Que haya niños y niñas en el espacio público es un indicador de que el espacio es saludable para el resto de personas. Una máxima que también funciona al revés. “En pandemia vimos que en los barrios vulnerables había aún menos presencia de niñez en el espacio público”, cuenta Cecilia Vaca Jones, consultora con amplia experiencia en la gestión de políticas y programas de desarrollo social. Esto se debía, explica, a que “no había un espacio público idóneo donde las personas y las familias pudieran sentirse seguras y libres para acceder: había hacinamiento, violencia, etc.”

La experta recuerda el enfoque de la fundación Urban95 de pensar en la ciudad desde los 95 centímetros (la altura de un niño o niña de tres años). “El espacio público es una oportunidad real de inclusión y de cambiar los comportamientos”, dice.

 

Entre sus propuestas está incluir elementos urbanos para lograr que la naturaleza se acerque a los barrios, especialmente los barrios vulnerables. El acceso a la naturaleza es “determinante para el bienestar de la niñez”. Cree en la necesidad de diseñar ciudades para crear conexiones saludables para la infancia, desde el momento en que una mujer está embarazada.

 

Ejemplos de buenas prácticas:

En la ciudad de Lima (Perú) comenzaron con una serie de reformas urbanas en barrios para dejar más espacio al peatón y menos al coche. “Esto ha cambiado la dinámica de barrios, incluyendo algunos considerados peligrosos. El espacio público es una oportunidad para generar oportunidades de inclusión”, dice Vaca Jones.

En la ciudad de Tirana (Albania) se llevaron a cabo cursos para fomentar el uso de bicicleta en colegios. “Ha generado otra dinámica, las personas se emocionan frente a esta alternativa de movilidad y posibilidad de empoderarse. La planificación y el diseño urbano deben promover un cambio de comportamientos”.

 

Las ciudades como entornos saludables

 

El urbanismo y salud han estado unidos desde el principio: ya en los siglos XIX, XX y XXI se adaptaron las zonas urbanas para dar respuesta a las enfermedades. La arquitecta e investigadora Ester Higueras, especializada en arquitectura bioclimática, ciudad y entornos saludables, propone que esto debería suceder hoy para abordar, en este caso, las enfermedades derivadas del estilo de vida urbano actual, extremadamente individualista y sedentario: obesidad y sobrepeso, estrés, depresión, etc.

“No podemos tener a la infancia y juventud estática. El espacio público debe tener una nueva configuración”, propone.

Para ello habla de la Guía para planificar ciudades saludables que parte de dos pautas principales: promover estilos de vida saludables en la infancia y prevenir los ambientes nocivos que tienen las ciudades. “Las dos cosas se pueden hacer desde el diseño urbano”, apunta Higueras.

Entre las líneas de acción que propone la guía está diseñar una ciudad caminable para todos. “¿Puedo ir al parque andando? A lo mejor si se lo preguntas a un joven dice que sí, pero a un señor mayor dice que no (porque hay una cuesta, un cruce, le da inseguridad subjetiva, etc.). Eso también lo tenemos que resolver”, explica.

 

Ejemplos de buenas prácticas:

El proyecto de movilidad sostenible Soria 2030, el Plan Verde de Vitoria-Gasteiz o las fiestas de los patios en Córdoba.

 

Acciones desde lo local

 

Elisa Brey, profesora de la Universidad Complutense de Madrid que ha trabajado para universidades como Oxford, EHESS (París) y para el Consejo de Europa, confirma que “la pobreza está muy territorializada”, especialmente en el caso de España. Con datos del Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil, señala que el riesgo de pobreza en España es elevadísimo, con ejemplos como Madrid, ciudad donde la pobreza está muy concentrada en los barrios del sur. También destaca el impacto diferencial de la pobreza a nivel local (urbano vs. rural).

“La ciudad es un espacio de relaciones y conexiones, intergeneracional y comunitario”, dice. “El urbanismo puede suponer un impacto decisivo en las relaciones”.

Partiendo del Plan Local de Infancia y Adolescencia de Parla, del que Brey es experta, ha compartido algunas acciones que dependen directamente del departamento de urbanismo para lograr un entorno urbano saludable, y en los que un elemento clave es la participación:

  • Diseñar y ejecutar zonas verdes
  • Crear espacios de juego
  • Incrementar la calidad del espacio público
  • Crear una Zona de Bajas Emisiones
  • Crear un acceso peatonal y ciclista
  • Colocar aparatos bio-saludables

 

Ejemplos de buenas prácticas:

Brey destaca la necesidad de pensar la ciudad para el peatón y para el ciclista, y pone como paradigma el modelo de ‘ciudad a 15 minutos‘, que introducie la idea de que todos los miembros de una familia puedan desplazarse desde su casa a cualquier lugar (educación, trabajo, servicios, ocio, etc.) a 15 minutos, ya sea en bicicleta o andando.

 

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