Diez acciones para devolver las calles a la infancia

03/09/2020 | Buenas prácticas, Ciudades y niños, Derecho al juego, Urbanismo

calles

 

Cuando recuerda su propia niñez, el psicopedagogo Francesco Tonucci observa que existieron tres lugares importantes para él: la casa, la escuela y la calle. Para el creador del proyecto ‘La Ciudad de las Niñas y los Niños’, hoy este tercer espacio ha desaparecido: “Los niños no salen de casa y de las escuelas”, observa. “Es un problema, creo que a los niños les falta algo muy importante: el espacio público”.

Durante su intervención en el V Foro Internacional de Intervenciones Urbanas, celebrado en Lima en agosto de 2020, el autor ha reflexionado sobre lo que ha supuesto para la infancia la cuarentena debido a la crisis sanitaria: “Los niños no han esperado al virus para perder la posibilidad de salir de casa: ya estaban encerrados antes”.

 

¿Para quiénes se diseñan las calles?

 

Eso se debe, entre otras cosas, a que a la hora de construir o reconstruir una ciudad suele elegirse un ciudadano de referencia, con un perfil de varón adulto trabajador. “Las ciudades han obedecido a las peticiones directas o indirectas de este ciudadano”, explica Tonucci. Eso deja atrás a los niños y niñas, pero también a sus cuidadores, mujeres embarazadas, etc.

Cuando eso sucede, el coche se convierte en protagonista. En Italia, país de origen de Tonucci, más del 80% del espacio público está ocupado por aparcamientos o medios privados: “El auto ha llegado a ser el dueño verdadero de nuestras ciudades modernas”, dice el psicopedagogo. Él sostiene que las ciudades deben dar prioridad a los peatones en primer lugar, a las bicicletas después y, en tercer lugar, al transporte público. Los medios privados, como los coches, podrán moverse en la medida en que los tres primeros puedan.

En la misma línea, el informe Designing streets for Kids de Global Designing Cities Initiative señala que los desafíos a los que se enfrentan los niños, niñas y sus cuidadores en las calles urbanas se podrían abordar mediante una combinación de diseño y políticas urbanas. Sus autores ofrecen algunas acciones específicas para ayudar tanto al comenzar a abordar estos desafíos como a lo largo del proceso continuo de mejora y rediseño de las calles urbanas.

 

Diez acciones para hacer las calles más aptas para los niños

 

1. Adoptar el punto de vista de un niño o niña

El diseño de calles debería tener en cuenta a la infancia y a todas las personas que interactúan con ella, como los cuidadores, así como sus necesidades. Diseñar las ciudades teniendo en cuenta a la infancia es hacerlo contando con todos los grupos de población, y las calles que son buenas para un niño o niña son buenas para todos.

 

2. Desincentivar el uso de vehículos privados

Para recuperar el espacio para las personas hay que reducir el que tienen los coches. La forma en que se distribuye el espacio de la calle determina la eficiencia de la movilidad y cómo las personas utilizan realmente las calles para sus actividades diarias. El informe recomienda ideas como crear calles peatonales o calles compartidas que eliminen las distinciones entre peatones, ciclistas y automóviles y diseñando para viajes a baja velocidad.

 

3. Fomentar la seguridad vial

El fomento de la seguridad en las calles es crucial a la hora de evitar accidentes de tráfico, y puede hacerse mediante regulación, una mejora de la infraestructura o invirtiendo en campañas de educación vial.

 

4. Mejorar los pasos de peatones

Se trata de un elemento clave de una red peatonal segura y continua, y por tanto su diseño debe prestar especial atención a los niños y niñas, así como a personas con movilidad reducida: todos ellos se mueven a menor velocidad, y eso puede dificultar el cruce. Por ello, los pasos de peatones deben ser más cortos, deben estar espaciados con frecuencia, marcados claramente, legibles y con buena visibilidad.

 

5. Agrandar las aceras

Las aceras son la base de la red de transporte de niños, niñas y cuidadores, ya que en ella pasan una gran parte del tiempo al desplazarse. Su diseño debe reflejar su uso como un derecho de paso para el movimiento y como un espacio público.

Una acera bien diseñada tiene espacio suficiente para que varias personas caminen juntas o en pequeños grupos, y la conversación y el juego puedan coexistir con el movimiento. Además, debe estar bien iluminada, tener lugares sombreados donde descansar y sistemas de orientación.

 

6. Añadir elementos de juego y aprendizaje

“En mi infancia el espacio público era el espacio natural. Así hemos podido vivir la experiencia fundamental del juego, la emoción de solucionar problemas, descubrir cosas nuevas, hacer tonterías que nos ayudaron a crecer. También esto es necesario. De la mano no se descubre nada, no se asumen riesgos, no se hacen tonterías y no se crece”, señala Tonucci.

El juego es, como indica el psicopedagogo, una de las principales formas en que los niños aprenden y se desarrollan en las primeras etapas de la vida, y debe incorporarse a las calles oportunidades para jugar y aprender siempre que sea posible. ¿De qué forma? El informe aporta ideas: pueden utilizarse las superficies verticales, el mobiliario urbano, los elementos del paisaje como los árboles, así como las texturas, los materiales, el pavimento, el color, la iluminación, la señalización de caminos y los elementos interactivos.

 

7. Garantizar el ciclismo seguro

La bicicleta permite una movilidad segura y respetuosa de la distancia de seguridad; para fomentar su uso un elemento clave a añadir en las ciudades es el carril bici. Estos carriles deben ser seguros, tener una baja velocidad, dar prioridad al ciclismo y la caminata y contar con separación horizontal y vertical para proteger a las personas. Son vías en las que los ciclistas pueden circular en todo el ancho de la calzada en ambas direcciones, lo que permite una conducción en grupo cómoda, y aunque los automóviles están permitidos se trata de calles diseñadas para desalentar el tránsito.

 

8. Disminuir la velocidad del tráfico

Una medida crucial para reducir los accidentes de tráfico infantiles, y que las velocidades más altas reducen la visión periférica de los automovilistas y afectan sus tiempos de reacción. La posibilidad de lesiones graves o muertes se reduce si los choques ocurren a velocidades de impacto de 30 a 40 km/h. El informe sugiere, además, que las calles más pequeñas, incluidas las calles compartidas y las calles con prioridad para peatones, deben tener límites de velocidad máxima de 10 a 20 km/h.

 

9. Añadir árboles y otros elementos naturales

El contacto con la naturaleza tiene múltiples beneficios para los niños y niñas de las zonas urbanas: permite un mejor desarrollo cerebral y mejores funciones cognitivas, capacidad de concentración y habilidades motoras, y fomenta el juego y la creatividad. El diseño urbano también puede servir para introducir elementos naturales en las ciudades, como añadir árboles u otra vegetación que aporte sombra, parques o espacios acuáticos.

 

10. Dar cabida a los niños y niñas en las políticas de diseño urbano

Diseñar calles para niños y niñas requiere que esas mejoras urbanísticas sean parte de los programas y políticas de la ciudad. Esto solo puede lograrse contando con la voz de los niños y niñas, incorporando buenas prácticas y asignando presupuestos para la sostenibilidad a largo plazo en los cambios en las administraciones políticas para hacer las ciudades más vivibles para todos. La participación infantil y adolescente es, en definitiva, un elemento clave para que nuestras calles sean realmente diseñadas por y para los niños y niñas.

 

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