- Presentaremos nuestro cuaderno con propuestas de planificación urbana y conocemos varias iniciativas de rediseño de ciudades con enfoque de infancia
- “Es posible otra movilidad, las ciudades pueden ser mucho mejores si nos movemos menos”, señalan desde la iniciativa el Día Después
- “Sorprende el entendimiento que tienen los niños y niñas hacia la ciudad, tienen claro que el principal medio de transporte tiene que ser el público”, dicen desde el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife
Cuando paseamos por las ciudades, apenas vemos niños o niñas. ¿Quiere eso decir que se diseñan sin pensar en la infancia? La crisis sanitaria ha puesto aún más en evidencia las carencias de los núcleos urbanos para responder a las necesidades de sus habitantes, concretamente las de los más jóvenes; sin embargo, también es un paréntesis idóneo para repensar qué ciudades queremos y cómo incluir a niños y niñas en ellas.
Por ello, desde UNICEF España hemos publicado los Cuadernos para la acción local: Propuestas para una planificación urbana sostenible y responsable con la infancia, un documento con propuestas para rediseñar y planificar espacios urbanos centrados en la infancia. En un encuentro online celebrado el 13 de julio hemos presentado el informe y, además, varias experiencias tanto de organizaciones ciudadanas como del ámbito municipal que trabajan bajo este mismo enfoque y que han tenido que adaptar sus proyectos a los contextos de cuarentena y post-confinamiento.
Cómo planificar los espacios urbanos responsables con la infancia
Paola Bernal, especialista en Ciudades Amigas de la Infancia de UNICEF España, ha presentado el cuaderno y ha subrayado que “diseñar teniendo en la cabeza a las poblaciones más vulnerables, en este caso a los niños y niñas, es hacerlo para todos los grupos de población. Si los niños y niñas se sienten seguros, disfrutan de las ciudades, no encuentran obstáculos a su paso, será una ciudad más vivible para todos”. Repensar el entorno urbano, por tanto, ofrece a los gobiernos locales la oportunidad de comprometerse con el respeto a los derechos de la infancia.
Para esta planificación urbana debemos tener en cuenta cuatro enfoques: el de los derechos de infancia, de sostenibilidad y resiliencia, el de equidad urbana y el del derecho a la salud, crucial en momentos de crisis sanitaria. ¿Qué ciudades para la infancia podemos crear aplicando dichos enfoques? Espacios urbanos limpios, seguros, socialmente inclusivos, que fomenten su autonomía y escuchen sus voces; lugares que tengan en cuenta los posibles riesgos a los que se enfrentan los niños y niñas, y que ofrecen un estándar de vida digno, con acceso a educación salud, recreación, cultura, a servicios próximos y asequibles, accesibles para todo tipo de discapacidad, en definitiva, fomentan sus habilidades para su vida hoy y para el futuro.
“Si los niños y niñas se sienten seguros, disfrutan de las ciudades y no encuentran obstáculos a su paso será una ciudad más vivible para todos y todas”
Además, Bernal ha destacado que es importante diseñar las ciudades “desde la escala de la casa, la calle, el barrio y así llegar hasta la ciudad, para garantizar que todos los servicios y recursos están accesibles y próximos a una distancia caminando o en bici de los niños y niñas”. El barrio es el referente espacial donde los niños, niñas y adolescentes pueden desarrollar su autonomía.
El cuaderno ofrece varias recomendaciones agrupadas en cuatro áreas de intervención: inversión en una planificación urbana sostenible y centrada en la infancia, promoción de la movilidad activa y sostenible, espacios de juego en las calles, plazas y parques, naturaleza y dotación de equipamientos públicos y vivienda.
El ultimo aparado de cuaderno recoge propuestas de medidas, listadas para cada uno de los temas anteriores para ser usados en cualquiera de las fases de la planificación (diagnóstico, el diseño, el seguimiento o la evaluación), por parte de los responsables políticos de los gobiernos locales. Medidas como caminos seguros a la escuela, fomento de patios escolares verdes, aparcamientos de bicicletas en los centros escolares, entre otras.
Repensando la movilidad en la desescalada
Como toda crisis, la pandemia también puede ser una fuente de enseñanzas para acelerar el cambio necesario. Es lo que han pensado los creadores de la iniciativa El Día Después, una plataforma para generar alianzas transformadoras que aborden los desafíos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y promover la conexión de la sociedad, la academia o el mundo científico con aquellos responsables de crear las políticas públicas.
Carlos Mataix, miembro de esta iniciativa nacida durante la cuarentena y director del Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano de la Universidad Politécnica de Madrid (itdUPM), explica cómo se elaboran estas propuestas: se trata de un proceso interactivo para llevar a cabo acuerdos y alianzas entre actores de la sociedad civil, sector público, sector privado, tercer sector y universidades. El objetivo: que los resultados de la acción colectiva aceleren el cumplimiento de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible con propuestas concretas.
Una de estas propuestas promovidas por el Día Después es una iniciativa para la movilidad sostenible reducción de las horas punta en coordinación con el Ayuntamiento de Madrid, empresas, sindicatos y universidades. Un modelo que ya se ha lanzado en la capital y que están poniendo en práctica otras ciudades, explica Mataix. “Hemos experimentado que las ciudades pueden ser mucho mejores si nos movemos menos”, señala, y añade que aspectos desarrollados durante la cuarentena, como el teletrabajo o la flexibilidad horaria de los trabajadores, pueden ayudar en el diseño de una movilidad sostenible. “Es posible otra movilidad en la ciudad”.
Transformando las ciudades de mano de la infancia
Además, entre los colectivos artísticos y ciudadanos también encontramos ejemplos de transformación urbanística con el enfoque de la infancia. Basurama es un buen ejemplo: este colectivo de arte y arquitectura con sede en Madrid incluye entre sus líneas de trabajo la autoconstrucción, el uso del arte como motor de transformación social, la innovación y la visibilización de problemas ambientales. Su portavoz Mónica Gutiérrez Herrero habla de dos de los proyectos principales: por un lado, Re-Labs, cuyo objetivo fue mapear los recursos que pueden utilizarse a través de procesos participativos por población con necesidades. Por otro, el proyecto Autocoles, una iniciativa mediante la cual, de mano de la infancia, trabajan para rediseñar los espacios de juego y ocio de los colegios, como los patios, también a través de la participación de toda la comunidad escolar (alumnado, profesorado, padres y madres, etc.) y con enfoque de género e inclusivo.
“Creemos que los niños y niñas tienen que tener más capacidad de manejo de los espacios que utilizan”, señala Gutiérrez Herrero. Un ejemplo práctico es Almendro 3, un solar cedido por el Ayuntamiento de Madrid y autogestionado por niños y niñas, en cuyo proceso estuvo presente Basurama. “Fue un proceso de participación cien por cien infantil. Ahora es un espacio de juego libre en el centro de Madrid”, cuenta Gutiérrez Herrero. Ahora, en contexto de desescalada, siguen abogando por la reducción del consumo y la reutilización de materiales, generando equipos de trabajo multidisciplinares.
“La bicicleta es una herramienta que hace la movilidad infantil más autónoma, y va a hacer más segura y sostenible a la infancia”
Por otro lado, ConBici, la coordinadora en defensa de la bicicleta, agrupa a 65 grupos locales de todo el territorio en la defensa de una movilidad urbana centrada en los niños y niñas y apoyan una legislación que garantice el uso de la bicicleta en condiciones de seguridad. Laura Vergara, coordinadora general del colectivo, señala que cuanto más coche en las ciudades, más riesgo y más problemas para la infancia como la obesidad o la exposición a la contaminación o al ruido.
Por eso mismo, en el marco de la crisis sanitaria y con la vista puesta en la desescalada, ConBici ha lanzado una lista de propuestas por unas ciudades mejores entre las que se encuentran sustituir las zonas de aparcamiento por áreas de convivencia y juego, reservar espacios para el aparcamiento seguro para bicicletas o patinentes, revegetar los patios escolares y limitar el tráfico en los alrededores de centros escolares. En su web ofrecen materiales como un modelo de moción para ayuntamientos o un kit de redes sociales para hacer visible la petición.
“La bicicleta es una herramienta que hace la movilidad infantil más autónoma, y va a hacer más segura y sostenible a la infancia”, sostiene Vergara. Por eso, desde la coordinadora aspiran a que todas estas propuestas estén contenidas dentro de las Planificación Generales y los planes de movilidad urbano-sostenible.
Dos iniciativas municipales para hacer las ciudades más vivibles
Pero también es interesante conocer qué papel tiene la participación infantil dentro del Plan Urbanístico municipal, un área en la que habitualmente no se suele contar con las voces de niños y niñas. En el caso de Santa Cruz de Tenerife (ciudad cuyo Plan de Infancia se llevó a cabo a través de una metodología participativa), su ayuntamiento puso en marcha, en junio de 2019, el programa La ciudad imaginada para que los niños, niñas y adolescentes participaran en el proceso del Plan de Ordenación Urbanística.
Belén Gutiérrez, trabajadora social del negociado de infancia y familia del instituto municipal de atención social, y las arquitectas participantes del plan Gisslaine Hasse y Marián Morales, cuentan la experiencia en la que se trabajó en sesiones con niños de 11 a 15 años y se fabricó una maqueta con materiales reciclados. “Se les dijo que imaginaran que eran arquitectos y que soñaran con su propia ciudad”, dice Gutiérrez.
Niños y niñas reflexionaron sobre el espacio en el que viven o de qué forma se mueven por sus ciudades, y expresaron sus preocupaciones, entre las que estaba contar con transporte público accesible, tener una ciudad sin ruido, contaminación ni demasiados coches y tener un carril bici y vías adaptadas a personas con movilidad reducida. También querían espacios de encuentro donde poder relacionarse y jugar. La procedencia de cada niño o niña influía en su visión de una ciudad ideal: por ejemplo, los niños de municipios rurales imaginaban una ciudad con más zonas verdes.
“La experiencia ha sido fantástica. Sorprende la madurez que tienen los niños y su entendimiento hacia la ciudad”, cuenta Gisslaine Hasse, una de las facilitadoras de la actividad. “Los niños y niñas tienen claro que el tema de la movilidad es lo que más les preocupa, que el principal medio de transporte tiene que ser el transporte público. Nombraron el proyecto de Madrid Central para hacer eso en Santa Cruz”.
Finalmente, desde el ayuntamiento de Valladolid, el Concejal de Movilidad y Espacio Urbano Luis Vélez Santiago explica los diferentes proyectos de mejora urbanística que tienen en marcha. Entre otras iniciativas, en mayo presentaron el plan Valladolid Ciudad Verde, en el que se están poniendo en marcha medidas para la recuperación del espacio público, potenciación del transporte o el uso de la bicicleta. “No cabe duda de que tenemos un problema de espacio, es algo general: no caben tantos coches, por tanto, tenemos que reducir el espacio al vehículo privado”, opina Vélez Santiago.
Entre las medidas se encuentran potenciar el transporte público, ampliar la red de carril bus, peatonalizar varias partes de la ciudad y ampliar la red de vías ciclistas. “Valladolid es una ciudad llana y propicia al uso de la bicicleta, peor el usuario necesitaba más seguridad”, aclara el concejal. Para todo ello, se ha contado con la participación de todos los ciudadanos. “Puede ser un buen momento para la participación de todos, especialmente para dos colectivos vulnerables: personas mayores y niños”, señala Vélez Santiago, para quien los niños y niñas tienen que participar en todos los procesos: desde los presupuestos hasta las decisiones municipales, con el fin de que las ciudades sean también espacios para ellos y ellas.