- Además, los países más ricos contribuyen de manera desproporcionada a la contaminación y degradación ambiental, afectando a la infancia y también a las generaciones futuras
Los niños y niñas necesitan entornos saludables y seguros para crecer y prosperar. Los factores ambientales afectan mucho al bienestar de la infancia, y no solo los factores ambientales presentes: también los efectos inmediatos y futuros del cambio ambiental global.
Por ello, cabe preguntarse si los países más ricos del mundo están garantizando un entorno saludable para su infancia, y qué acciones deben poner en práctica para lograrlo.
El informe Lugares y Espacios: Ambientes y bienestar infantil, de UNICEF Innocenti, trata de responder a esa pregunta. Para ello, explora qué están haciendo 43 países de la OCDE/UE en la provisión de ambientes saludables para la infancia.
La conclusión no es positiva: muchos niños y niñas en todo el mundo se ven privados de un entorno saludable, incluso en los países más ricos, lo que daña irreversiblemente su bienestar actual y futuro. Además, el consumo excesivo en algunos de los países más ricos del mundo está destruyendo el entorno de los niños y niñas a nivel mundial, lo cual amenaza tanto a la infancia de todo el mundo como a las generaciones futuras.
Cómo el entorno afecta a la infancia
“El informe subraya un mensaje claro: no estamos haciendo lo suficiente para garantizar que los niños y niñas tengan un entorno saludable en el que vivir”, dice Gunilla Olsson, Directora de la Oficina de Investigación de UNICEF Innocenti, durante la presentación del informe en un panel de discusión online el pasado 26 de mayo.
Los datos muestran también que la riqueza de una nación no garantiza un ambiente saludable. “En una buena infancia, el hogar es un lugar seguro y estable. Sin embargo, muchos niños y niñas, incluso en los países más ricos, carecen de estas cosas en la vida”, añade Olsson. Apunta que muchos niños y niñas viven en ambientes con contaminación y sin acceso al agua potable, en casas inadecuadas o con hacinamiento, en zonas de altos niveles de tráfico o sin acceso a espacios verdes o lugares para jugar.
“Estas condiciones de vida insalubres dañan a los niños y niñas de muchas maneras, socavan su bienestar físico y mental y les roban las perspectivas de una vida feliz y saludable”, añade.
Además, estas condiciones “afectan a unos niños más que a otros: aquellos de familias más pobres y grupos marginados tienen más probabilidades de vivir en hogares y comunidades insalubres. Algo que perpetúa círculos de pobreza”.
Justicia generacional
El informe analiza tres áreas que afectan al bienestar del niño o niña:
- El mundo del niño o niña: experiencias directas del entorno.
- El mundo que rodea al niño o niña: aspectos físicos del entorno con el que los niños interactúan directamente.
- El mundo en general: contexto fronterizo.
“España es el único país que tiene un buen desempeño en las tres áreas”, confirma Dominic Richardson, director de Política Social y Análisis Económico en UNICEF– Innocenti, durante la presentación del informe.
A pesar de ello, destacan que todos los países de la OCDE y la UE, incluida España, tienen mucho que hacer aún. Ninguno ha logrado, a pesar de su riqueza, garantizar un entorno saludable para todos sus niños.
Por otro lado, muchos de los países más ricos del mundo contribuyen de manera desproporcionada a la contaminación, la degradación ambiental y el cambio climático. Estas acciones son perjudiciales no solo para la generación actual de niños, sino también para las generaciones futuras.
“Sabemos que el mundo que heredamos hoy es el resultado de decisiones tomadas en el pasado. Sabemos que el mundo que los niños heredarán en el futuro es el resultado de nuestra acción hoy”, apunta Richardson.
Dar poder a la infancia
Para proporcionar a la infancia entornos seguros y saludables, el informe insta a los gobiernos, los responsables políticos, las empresas y al resto de actores a adoptar políticas con enfoque de infancia.
“Es nuestra responsabilidad como ciudadanos, académicos, etc. utilizar estos datos para poner a la infancia en el centro de todas las políticas”, destaca la profesora Fiona Stanley. “Si no escuchamos a los niños y niñas y no tomamos en cuenta lo que dicen, definitivamente perderemos sus voces. Y realmente lo hacen bien la mayor parte del tiempo. Me encanta la idea de dar a la infancia más poder”.
Abram Ilcisin, de 20 años, es activista climático en Canadá, miembro del grupo Youth for Climate y ha participado en varias huelgas climáticas. “Los niños y jóvenes con los que hablo en los movimientos climáticos están cansados”, reconoce. “Dicen, no pasa nada, mi plan de jubilación es el apocalipsis. Esto viene de la falta de esperanza”. Sin embargo, se muestra positivo y recuerda ejemplos de chicos y chicas que alzan la voz por la defensa del planeta, como Greta Thunberg y muchos otros que no son tan visibles, cuyo ejemplo sirve “para empoderar a la juventud”.
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“Millones de niños han participado en huelgas climáticas a nivel mundial y exigen y merecen acciones transformadoras para salvar su futuro en este planeta”, opina Olsson. “Nosotros, como comunidad global, tenemos la responsabilidad de hacer cumplir las políticas que mejoran los lugares y espacios para que los niños vivan y prosperen”.
¿Qué puede hacerse? “Debemos empezar por escuchar a nuestros hijos e hijas”, propone la directora de UNICEF-Innocenti. “Tomar decisiones sabias sobre lo que consumimos. Diseñar nuestros vecindarios pensando en la infancia. E involucrar a los niños en los debates y decisiones ambientales”.