La participación infantil debe continuar bajo cualquier circunstancia: te contamos cómo fomentarla en tu municipio

28/09/2020 | Covid-19, Derechos de la Infancia, Desarrollo de capacidades, Participación Infantil, Previas

participación

 

A la pregunta de qué derechos son más importantes para la infancia, la gente suele pensar en la salud o la educación, y muy pocos en la participación. La realidad es que este último es un derecho de primer orden como los otros, y debe ser garantizado y fomentado en cualquier ámbito (familiar, educativo, comunitario, local…) y circunstancia (como en el escenario de la COVID-19). De hecho, la participación infantil y adolescente es una herramienta clave para que los niños y niñas puedan tener un rol activo y útil en su comunidad y ejercer como ciudadanos: es el derecho que garantiza el resto.

Con esto en mente, a través de la iniciativa Ciudades Amigas de la infancia hemos publicado el Cuaderno de acción local: Claves para fomentar la participación infantil y adolescente: un texto que incluye el trabajo de equipos técnicos municipales y miembros de los consejos de participación y que ofrece pautas para garantizar este derecho de la infancia también en este escenario de la pandemia.

 

Los enfoques para la acción

 

Silvia Casanovas, especialista Participación infantil y adolescente UNICEF España, ha presentado el cuaderno en un encuentro online explicando que la participación tiene que tener un enfoque de derecho, ya que su ejercicio se engloba en el marco de los derechos humanos y de infancia al ser uno de los cuatro principios de la Convención de Derechos del Niño. Por otro lado, estamos hablando de un concepto integral: todos los niños deben ser escuchados y es algo que no pasa por una voluntad del mundo adulto.

La participación infantil “es un factor clave del desarrollo”, ya que promueve en los niños y niñas habilidades de autonomía, resiliencia, o les permite tener más seguridad y fortaleza. Además “es un mecanismo de gobernanza. Si les damos la oportunidad de involucrarse, tanto en el ámbito, familiar, barrio, comunidad, los niños y niñas tienen este rol activo para plantear propuestas de transformación y en beneficio de toda la ciudadanía”, añade Casanovas.

Por otro lado, la participación debe darse en un marco de protección: el mundo adulto tiene que entenderla desde la calidez, la empatía, con una política proactiva de protección. Y debe ser protagónica: “Que los niños y niñas se puedan apropiar de los procesos”, insta Casanovas, para lo cual es muy útil contar con un marco consultivo que permita co-diseñar los procesos con los propios niños, niñas y adolescentes.

Finalmente, es importante que este derecho a participar esté respaldado por la legislación: “Es clave que los niños, niñas y adolescentes vean traducida su participación en políticas públicas, ya sea desde el ámbito local, autonómico y estatal”.

 

Cómo fomentar que los niños y niñas cuenten con su propia voz en el ámbito local

 

Júlia y Lara durante la presentación del Cuaderno para la acción

El cuaderno también incluye recomendaciones para la conformación y dinamización de grupos de participación. Júlia y Lara, dos chicas que forman parte del grupo asesor de UNICEF y que cuentan con experiencia tanto en consejos locales como nacionales o insulares, han compartido durante el encuentro su experiencia en estos órganos participativos. “En cada ciudad y municipio las personas funcionamos de manera diferente”, señala Júlia, que formó parte del Consell dels Infants de Granollers y del Consejo Nacional de Infancia y Adolescencia de Cataluña, apuntando que al ser consejos representativos es posible incluir la voz de más personas.

Ambas han hablado de la importancia de la difusión de los consejos para que lo conozcan todos los niños y niñas (mediante redes sociales, cartelería y folletos), y del contacto con otras asociaciones locales: “Los adolescentes no estamos solo en el cole. Hablamos también con espacios de ocio donde se reúnen adolescentes, como los scouts. También centros de barrio centros cívicos, todos los sitios donde considerábamos que los adolescentes iban para reunirse y hacer cosas juntos, sociabilizar, hacer proyectos”, cuenta Lara, que fue parte del Consejo de Puerto del Rosario.

Cada consejo es diferente. Las reuniones y su frecuencia deben hacerse “según el volumen de trabajo, las ganas, la disponibilidad… cada grupo lo tiene que decidir”, opina Júlia. Sobre si es necesario reglamento, “cada consejo que decida si cree que hace falta”, añade. “Tiene que salir de los niños y niñas. Si se les presenta un problema ponen una solución a ese problema y esa es la regla. Que las nuevas generaciones voten si les gusta o no, si lo quieren mantener o no. Lo que no puede ser es que se imponga”. Sobre si es importante que los consejos se reúnan con sus alcaldes, coinciden en que sólo si hay necesidad, que no sea por “postureo, para hacerse la foto”.

 

Los nueve estándares una participación efectiva

 

El cuaderno de acción explica que para que este derecho sea efectivo y real, debe tener nueve características:

  1. Transparente y responsable: los niños y niñas tienen que saber para qué sirve su participación, los roles de cada persona.
  2. Voluntaria. Si bien la participación es un derecho, su ejercicio debe ser voluntario, no puede obligarse a un niño o niña a participar.
  3. Respetuosa. Adultos y adultas deben respetar las formas de expresión, formatos y dinámicas planteadas por la infancia.
  4. Relevante: “Que vean realmente el sentido de esta participación”, señala Silvia Casanovas.
  5. Amigable. Eso incluye adaptar el lenguaje de modo que los niños más pequeños puedan entenderlo, o realizar las reuniones en horarios aptos para ellos… “Adaptarnos a la realidad que niños, niñas y adolescentes manejan para que el proceso sea lo más válido posible”, dice la especialista en participación infantil.
  6. Inclusiva. Para Casanovas, “es uno de nuestros retos. Que participen todos los niños, niñas y adolescentes en sus múltiples realidades: con discapacidad, de cualquier colectivo… saber adaptar nuestras metodologías”.
  7. Con formación para adultos, que incluye tener voluntad y saber escuchar. “Es muy importante establecer esta relación de tú a tú y de confianza para transmitir nuestras verdaderas inquietudes”, dice Lara.
  8. Protectora, tanto en ámbitos offline como online. Ser sensible a posibles riesgos y saber cómo actuar ante situación de desprotección.
  9. Con rendición de cuentas. “Es importante, especialmente en el ámbito de consejos, cuando niños, niñas y adolescentes hacen propuestas tener una devolución: tener respuesta, cuánto tiempo va a demorar…”, apunta Casanovas.

 

Respecto a este último punto, las dos chicas participantes han tenido mucho que decir. Según Júlia, los adultos muchas veces “hacen como que te escuchan”, pero “a veces no ves nunca tu proyecto terminado; a veces no te dicen, no lo vamos a poder hacer porque no nos apetece; no dicen nada. Eso te hace sentir muy mal: llevas un año trabajando con tus compañeros y presentas tu trabajo orgullosa y no te dicen nada. Es bastante frustrante. Tú estás trabajando voluntariamente pero sin la garantía de que eso sirva para algo”.

Lara también ha tenido una experiencia al respecto al presentar una propuesta: “Nos dijeron, qué bien, muy interesante, la llevaremos a cabo… y yo no he visto ningún cambio. Siempre te dicen que sí. Nosotros hemos dejado muy claro que nos digan si realmente ven la posibilidad de que se lleve a cabo, si lo ven viable, si hay que buscar una alternativa”.

 

El derecho a participar adaptado a una nueva normalidad

 

Pero, ¿cómo se ha garantizado la participación en estos tiempos? “Con el COVID-19 todos hemos tenido que adaptar las actividades que teníamos previstas a nivel presencial, a nivel online e intentar llevar a cabo otras estrategias”, cuenta Silvia Casanovas. Una nueva modalidad telemática que ha supuesto un auténtico reto y ha afectado a niños, niñas y adolescentes a la hora de estudiar, reunirse con sus amigos y familia, jugar y continuar con sus actividades en los órganos de participación.

Desde la iniciativa Ciudades Amigas de la Infancia, consta que al menos 73 consejos locales han seguido estando activos y 35 alcaldes y alcaldesas han mantenido reuniones virtuales con los respectivos consejos locales de participación entre los meses de marzo y junio de 2020. “Hemos trabajado un montón en la cuarentena, todo online”, cuenta Lara: algo que les ha permitido no distanciarse del todo, aunque reconoce que la parte de estar juntos se pierde. Desde estos órganos se ha tenido en cuenta a los chicos y chicas que no contaban con recursos para conectarse, y se han buscado alternativas, como realizar la conexión por llamada telefónica o informarles después del contenido de las reuniones.

Ahora, en esta nueva normalidad, las chicas saben que si se quiere seguir con las actividades estas tendrán que ir de la mano de toda clase de precauciones por la crisis sanitaria: “Se pueden hacer reuniones con poca gente, al aire libre, manteniendo la distancia… es una alternativa”, reflexiona Lara. Tienen claro que aunque esta situación de la pandemia por el COVID-19 ha alterado la vida de todos y todas, la participación infantil debe garantizarse bajo cualquier circunstancia: esta situación demuestra, de hecho, cómo los niños y niñas pueden convertirse en agentes sociales activos para plantear soluciones a su propia realidad.

 

 

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