El ciberacoso aumenta durante la pandemia

14/12/2021 | Covid-19, Derechos de la Infancia, Educación, Protección, Tecnologías, Violencia contra la infancia

Ciberacoso

  • Aunque el acoso escolar ha disminuido, el ciberbullying se sigue dando entre jóvenes a través de redes como WhatsApp, Instagram, TikTok o videojuegos, como señala un nuevo estudio
  • “Las tasas de acoso escolar y cibercoso son mucho mayores de las que pensábamos”, advierte el profesor Antonio Rial Boubeta, que destaca que la figura más común es la de los llamados ‘bullyvictims’
  • “Al haber una pantalla en medio sueltas los mensajes y crees que no pasa nada, pero van dañando a otra persona y afecta a su salud mental”, dice Josué, del Consejo de Participación de Alcalá de Henares

 

La crisis del COVID-19 ha tenido muchos efectos colaterales para la infancia. Los cierres de escuelas debido al COVID-19 y el desarrollo de las actividades, ocio y educación de forma telemática ha propiciado que los niños, niñas y adolescentes se vieran más expuestos a un fenómeno adverso: el ciberbullying. Mientras el acoso escolar disminuye, este otro tipo de acoso que se produce a través de Internet y las redes sociales ha aumentado durante la pandemia, como advierte la UNESCO.

En España, el 50% de los niños, niñas y adolescentes de 10 a 18 años que ya había sido víctima de ciberacoso señala que este tipo de violencia escolar se ha incrementado durante la crisis sanitaria, según la organización de Naciones Unidas.

Otros informes confirman esta preocupante tendencia potenciada por la crisis. El último informe de las fundaciones Mutua Madrileña y ANAR concluye que, pese al descenso del acoso escolar en general, el ciberbullying es la forma de acoso que más presente ha estado durante la pandemia, y que se ha venido produciendo a través de redes como WhatsApp, Instagram, TikTok o videojuegos. Una cuarta parte de los alumnos y alumnas afirma conocer compañeros de clase que podrían haber sido acosados a través de estos medios digitales.

 

Violencia en las redes

 

La violencia contra la infancia puede darse de muchas formas, y el ciberacoso es una de ellas, ejercida entre iguales. Aunque se produzca en un ámbito virtual, el daño que produce el ciberbullying es muy real. Cualquier tipo de acoso tiene un gran impacto en el rendimiento educativo de los chicos y chicas que los sufren, así como a su salud mental y calidad de vida, y aumenta el riesgo de faltar a clases y abandonar sus estudios de forma prematura, afirma la UNESCO.

Aunque cualquier persona puede sufrir ciberacoso, la infancia y adolescencia son especialmente vulnerables, ya que la mayoría no son conscientes de los riesgos que corren en el mundo digital. Y el problema añadido es que esta violencia no cesa al terminar la clase sino que la víctima puede sufrirla en cualquier momento del día. De hecho, el acoso escolar y es ciberbullying son dos de los temas que más preocupan a los niños, niñas y adolescentes según nuestro Barómetro de Opinión de la Infancia más reciente.

Antonio Rial Boubeta, profesor titular de Psicología de la Universidad de Santiago de Compostela, advierte de que los informes de la UNESCO sobre este grave problema están infraestimando sus dimensiones. “Vemos que las tasas de acoso escolar y cibercoso son mucho mayores de las que pensábamos. En una sociedad moderna y avanzada como la nuestra no vamos tan bien”, dice.

 

1 de cada 3 adolescentes hace un uso problemático de Internet y las redes

 

Rial lo ha explicado durante la presentación del reciente Estudio sobre el impacto de la tecnología en la adolescencia de UNICEF, del que ha extraído datos preocupantes: dos de cada 10 adolescentes podría estar siendo víctimas de acoso a través de Internet. El estudio estima en un 33,6% la tasa de victimización de acoso escolar, y en un 22,5% de ciberacoso, aunque la mayoría de las víctimas no es consciente de ello: solo un 2,2% de chicos y chicas cree que ha sido víctima de ciberbullying.

Es decir, que el problema, según el profesor, se está infraestimando: “Estamos hablando del doble de lo que informan muchas instituciones a nivel nacional e internacional”, advierte.

 

Un problema de convivencia

 

“No sabes quién está al otro lado de la pantalla, no sabes sus intenciones”, reflexiona Josué, de 16 años y miembro del Consejo de Participación Infantil y Adolescente de Alcalá de Henares. “Además que no hay mucha transparencia, tú hablas a otra persona y como no estás cara a cara le puedes decir lo que quieras”. De ese modo, cuenta, se dan muchos casos de bullying en redes sociales: “A lo mejor en la vida real tendrías más respeto a esa persona que lo que le puedes decir online”, añade.

Efectivamente, en muchos casos ese anonimato en Internet es clave para dañar la convivencia, tanto entre adultos como entre los más jóvenes. “Al haber una pantalla en medio se entiende que se lo sueltas y no pasa nada, sueltas muchos mensajes que van dañando a otra persona”, agrega Josué. “Eso afecta a la salud mental de las personas. No estás preocupado por lo que puedas mandar porque no ves físicamente a la persona”.

“Es relativamente común, es fácil, se normaliza el insulto, las amenazas, la violencia verbal, psicológica…”, explica Rial. “Estamos hablando de nuevas formas de acoso, más sutiles, características del contexto digital”.

En cuanto a los impactos del ciberbullying, los chicos y chicas que lo han sufrido reconocen que les ha afectado a su autoestima, a las ganas de ir al instituto y a su estado de ánimo, según el informe de UNICEF. Además, los niveles de bienestar emocional, integración social y satisfacción con la vida son sensiblemente menores entre quienes sufren acoso escolar o ciberacoso, y las tasas de depresión grave llegan a multiplicarse por 5 (por 6 en el caso del acoso digital).

Sin embargo, no todos los chicos y chicas son igual de propensos a sufrirlo. Según el estudio, las tasas de acoso escolar y ciberacoso entre aquellos adolescentes que tienen una orientación sexual diferente son hasta cinco veces mayores. También las chicas son un perfil vulnerable: presentan mayores porcentajes de víctimas, mientras que los chicos suelen ser agresores o víctimas-agresoras. Eso sin hablar del ciberacoso de caracter sexual, que sufren principalmente mujeres de entre 14 y 20 años.

En cuanto al solapamiento entre víctimas y agresores, aproximadamente la mitad de los adolescentes que sufren acoso escolar o ciberbullying también lo ejercen. “La figura más común en la red de ciberacoso es la figura compartida, los llamados bullyvictims”, dice el profesor. “Es mayor el porcentaje de adolescentes que ejerce y que sufre que el de los que solo ejercen o solo sufren”.

Rial añade que, de acuerdo con el informe, el 70% de los chicos y chicas que sufren ciberbullying también lo sufre “en la vida real”, cara a cara. “Con lo cual no tenemos un problema con el ciberacoso, tenemos un problema con el acoso. Tenemos un problema de convivencia”, concluye.

Pero también hay datos esperanzadores: los alumnos y alumnas son cada vez más conscientes del daño que genera el bullying, tanto a las víctimas como a sus familias, a los observadores, a los profesores, a toda la clase, e incluso al propio agresor.

 

Cómo acabar con el ciberacoso

 

Josué reflexiona sobre cómo poner fin a esta práctica tan nociva en Internet: “Se ha hablado de intentar poner un mínimo de edad, prohibir algunas palabras, bloquear a otra persona… pero como no hay un filtro, puedes tener muchas cuentas, pones que tienes 24 años… Yo creo que sinceramente no hay una solución fácil, tendrían que detectar otro mecanismo”.

Recientemente se han dado dos pasos importantes en la defensa de los derechos de la infancia en el ámbito online. Uno ha sido la aprobación de la Observación 25 para adaptar la Convención sobre los Derechos del Niño al mundo tecnológico. Otro es la recién aprobada Ley de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia Frente a la Violencia (Lopivi), que aborda todas las dimensiones de la violencia contra la infancia (violencia física pero también, por ejemplo, en el ámbito online).

Pero todos los actores tienen un rol en la lucha contra el acoso y el ciberacoso. Tanto las instituciones y la industria tecnológica como las familias o las escuelas, un escenario crucial donde más allá de la prohibición del uso del móvil en clase es importante fomentar una cultura del respeto, la convivencia y la aceptación de las diferencias como medidas para la prevención. En ese marco se llevan a cabo numerosas iniciativas anti-ciberacoso desde los ayuntamientos, organizaciones o centros escolares. Por ejemplo, herramientas para combatir el bullying, la formación en ciberbullying para padres y madres como la incluída en el segundo Plan de Infancia y Adolescencia del Ayuntamiento de Logroño o iniciativas como la del Consejo de Infancia y Adolescencia del Ayuntamiento de Lebrija, que incluyó la necesidad de poner soluciones a el acoso digital.

También los niños, niñas y adolescentes tienen un papel importante. Que cuenten con una formación en derechos de infancia es para los ellos una medida muy eficaz de autoprotección, tanto por identificar las situaciones de violaciones de sus derechos como por conocer mecanismos de ayuda.

Rial está de acuerdo en que toda medida tiene que ir de la mano con la educación en la convivencia y la tolerancia. “Una de las conclusiones es que tenemos un problema, tenemos que interpretarlo en clave comunitaria donde todos tenemos capacidad de cambio”, dice. “Estamos ante uno de los grandes desafíos como sociedad: educar en el uso responsable y saludable de la tecnología. Usar la tecnología de alguna manera es vivir para nuestros jóvenes”, concluye.

 

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