- Un nuevo estudio analiza los intereses, oportunidades y riesgos de las tecnologías de la relación, la información y la comunicación (TRIC) para adolescentes
- La responsabilidad de construir un entorno digital seguro es de todos: familias, educadores, Instituciones, Gobierno, industria tecnológica y de los propios niños, niñas y adolescentes
- Consulta el Estudio sobre el impacto de la tecnología en la adolescencia de UNICEF
“Toda mi vida depende en cierta manera del móvil: lo utilizo para hablar con mis amigos, para el ámbito educativo…”.
Marta, de 15 años, reconoce que le resultaría complicado estar un día sin su teléfono móvil. Y sobre todo después de la crisis del COVID-19, que nos ha obligado a mantenernos interconectados como nunca antes y ha disparado el uso de pantallas: “Después de la pandemia, sí que estaba más conectada de lo que estaba antes, siempre miraba al móvil porque mi única forma de comunicación era con el móvil, se me creó un poco más de enganche”, añade.
“Sabemos que tenemos cierto problema de adicción, estamos pasando más tiempo con el móvil que el año pasado, se nos hace difícil dejarlo. No podemos estar mucho tiempo sin él”, coincide Josué, de 16 años.
Ambos han contado su experiencia el pasado 16 de noviembre durante la presentación de nuestro Estudio sobre el impacto de la tecnología en la adolescencia. Una publicación con la que desde UNICEF España analizamos la relación de la adolescencia e infancia con las tecnologías de la relación, la información y la comunicación (TRIC), este uso debe realizarse en un entorno que proteja a niñas, niños y adolescentes ante los potenciale riesgos y que promueva el ejercicio de sus derechos.
El estudio muestra con datos la omnipresencia de los dispositivos y las redes sociales en las vidas de los adolescentes: la edad media para tener el primer móvil es de 10,96 años y el 57,5% de los chicos y chicas lo lleva a clase todos o casi todos los días. En cuanto a las redes sociales, el 98,5% de los adolescentes está registrado en alguna red social y el 83,5 está registrado en tres o más.
Pero el estudio revela otros datos muy preocupantes: uno de cada tres adolescentes hace un uso problemático de Internet y las redes, y uno de cada cinco podría tener un cierto “enganche” a los videojuegos.
Oportunidades y riesgos de las TRIC
“Se ha creado una forma de estar metido en tu propio mundo y alejarte de lo que tienes alrededor”, observa Marta. “Yo puedo estar con el móvil y no estoy pendiente de mis padres, de mi entorno, estoy metida en mi propia burbuja. La tecnología te ayuda a socializar, pero a la vez te aísla un poco”.
Tanto Marta como Josué pertenecen a la primera generación que ha nacido, crecido y se ha educado en un mundo tecnológico. Por tanto, además de muchas ventajas que ofrece la tecnología, también se han encontrado con muchos desafíos que van de la mano del mundo online.
El estudio muestra los principales riesgos de las nuevas tecnologías para los niños y niñas. De los más de 50.000 adolescentes de 11 a 17 años encuestados, un 42% ha recibido mensajes de contenido erótico/sexual, el 44,4% sabe lo que es la Dark Web y el 35,4% ha entrado en páginas de contenido erótico o pornográfico. Además, un 57,2% ha aceptado a desconocidos en redes sociales y un 21,5% ha llegado a quedar en persona con gente a la que ha conocido online.
El informe también aborda el uso de videojuegos (un 3% tiene una adicción a videojuegos), juegos online y apuestas, destacando que las tasas de depresión en adolescentes con Uso Problemático de Internet y posible adicción a los videojuegos son casi el triple, tal y como viene advirtiendo la OMS.
Antonio Rial Boubeta, profesor titular de Psicología de la Universidad de Santiago de Compostela, advierte de que el uso de la tecnología tiene un impacto a diferentes niveles para los niños, niñas y adolescentes: a nivel de salud mental (cuando hay una adicción), a nivel de seguridad (por ejemplo la práctica del sexting o envío de fotos de carácter sexual), de impacto emocional, de problemas de comportamiento o conflictos familiares… “Son problemas de salud pública”, destaca el profesor.
Fake news y ciberbullying
La falta de conocimiento sobre algunos de los peligros de la red y las medidas para evitarlos, pueden poner en riesgo a los adolescentes. Los principales riesgos que ellos mismos identifican en el entorno digital son el ciberacoso, el contacto con extraños, sentirse discriminados o excluidos, el chantaje y la sextorsión, o el acceso a contenidos inapropiados para su edad.
“Yo creo que somos conscientes de los riesgos, sabes que te expones de manera muy abierta. Nos dan muchas charlas en el colegio y nos informan muchísimo sobre los riesgos de la tecnología”, reconoce Marta.
Algunos de los peligros que ella identifica son los de la desinformación. “Internet es un sitio muy amplio y no sabes qué noticia son verdaderas o falsas, te expones a las fake news, los montajes cada vez son más reales, es un riesgo, se puede crear un bulo”, añade. De hecho, la mitad de los estudiantes de la ESO no sabrían reconocer un titular falso en Internet, y se ha demostrado que las informaciones falsas tienen efectos en las niñas y adolescentes como ansiedad, estrés y tristeza.
Pero hay otros problemas que tienen lugar en el mundo digital que afectan a los adolescentes más directamente, como el acoso online o ciberbullying. Dos de cada 10 adolescentes podrían estar siendo víctima de ciberacoso, una situación que multiplica casi por 6 la tasa de depresión grave y por 4 la de ideación suicida, según el estudio.
“Al haber una pantalla en medio se entiende que se lo sueltas y no pasa nada, sueltas muchos mensajes que van dañando a otra persona. Eso afecta a la salud mental de las personas. No estás preocupado por lo que puedas mandar porque no ves físicamente a la persona”, opina Josué.
¿Cómo poner solución a este problema? “Se ha hablado de Intentar poner un mínimo de edad, prohibir algunas palabras, bloquear a otra persona… pero como no hay un filtro, puedes tener muchas cuentas, pones que tienes 24 años… Yo creo que sinceramente no hay una solución fácil”, señala.
Una responsabilidad compartida
El Comité de Derechos del Niño recuerda que los derechos de todos los niños deben respetarse, protegerse y hacerse efectivos en el entorno digital. Hace pocos meses, la Observación General 25 nos recordaba que niños, niñas y adolescentes tienen derechos en este mundo digital: a la libertad de expresión, información, juego, así como protección de su privacidad y de posibles violencias.
“Hemos visto estas conclusiones del estudio que son gravísimas, nos están pidiendo políticas mucho más contundentes para garantizar la protección de los niños”, dice Carmen Molina, directora de Sensibilización y Políticas de Infancia de UNICEF España. “Muchos de los derechos de los niños se ven afectados por la tecnología. Son muchos los ámbitos que tenemos que trabajar”.
¿Cómo promover que niñas, niños y adolescentes puedan navegar y aprender seguros en Internet, que cuenten con habilidades y herramientas para gestionar los riesgos asociados y crecer haciendo un uso saludable, equilibrado y respetuoso de las TIC?
Desde UNICEF recordamos que la responsabilidad de construir un entorno digital seguro, saludable y equitativo es compartida: tanto las familias, educadores, Instituciones, Gobierno e industria tecnológica tienen un papel en ello, pero también los propios niños, niñas y adolescentes. La campaña #SuMayorInfluencer de UNICEF va dirigida a las familias para que estas tomen conciencia y acompañen a sus hijos e hijas en el mudo digital. Pero debe haber más actores involucrados.
Tus hijos e hijas siguen a mucha gente en internet, ¡pero tú eres #SuMayorInfluencer! 💪 Aprovecha para acompañarlos en su vida digital con cariño y sentido común.
📱 ¡Próximamente te contamos cómo! pic.twitter.com/nVbocikXIR
— UNICEF España (@unicef_es) November 16, 2021
“Es fundamental que se actúe desde varios ámbitos. La familia sola no puede”, destaca Molina.
Fernando Suárez Lorenzo, presidente del Consejo General del Colegio de Ingeniería Informática, está de acuerdo en que “no debemos dejar toda la responsabilidad da las familias. Las entidades formativas tienen que asumir parte de esta responsabilidad. Pero es fundamental vincular también a la industria tecnológica”, por ejemplo a la hora de crear herramientas y mecanismos que garanticen la protección y privacidad de sus usuarios más jóvenes.
Ambos coinciden en que no debemos demonizar la tecnología: “Estamos desarrollando la tecnología correcta, pero debemos hacerlo colaborativamente y de la mano de los jóvenes”, concluye Suárez Lorenzo.