maltrato infancia

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  • La psicóloga Belén Garayoa habla de cómo sufrir violencia impacta en el desarrollo psicosocial, emocional y cognitivo del individuo

 

Para tener un desarrollo sano, un niño o niña necesita tener cubiertas unas necesidades básicas. Cuando el niño o niña sufre maltrato, ocurre que algunas de estas necesidades (ya sean las necesidades físicas, emocionales, sociales o cognitivas) se están viendo comprometidas, “a veces son todas”, explica la experta Belén Garayoa, psicóloga y terapeuta unidad psicosocial de Comillas.

El maltrato infantil es, por tanto, aquellas acciones que van en contra de un adecuado desarrollo físico, cognitivo y emocional del niño o niña. Para entenderlo mejor, Garayoa ha ofrecido una formación sobre las características de esta práctica lesiva para la infancia y de qué manera impacta en el desarrollo psicosocial, emocional y cognitivo del individuo.

 

Nuestro proyecto de protección: un ejemplo de enfoque comunitario y participativo

 

El primer paso para abordar el maltrato es conceptualizar la violencia, es decir, ayudar al niño o niña a identificar qué es y cómo se produce. “Muchos de estos niños han asumido que esto es la forma normal de tratarnos”, explica. “Trabajar esto es necesario, si no consigo identificarlo hay riesgo de que se replique la violencia”.

Entre los casos más comunes de violencia contra la infancia está el abuso sexual. En la mayoría de los casos se produce en un contexto cercano, y es especialmente complejo de detectar cuando ocurre en un ámbito intrafamiliar.

 

El bullying resulta de la combinación de dos factores: una dinámica de búsqueda ilegítima de poder y un contexto que permite esta dinámica

 

También es frecuente la violencia entre iguales o el acoso escolar, una forma de maltrato que se ve amplificada a través de internet y las redes sociales. El bullying resulta de la combinación de dos factores, explica la experta: una dinámica de búsqueda ilegítima de estatus o poder y un contexto que permite esta dinámica. “Se produce porque el contexto permite que se produzca esta dinámica, en ocasiones porque la desconoce”, dice Garayoa. Cuando hablamos de contexto “no hablamos solo de los adultos sino del propio grupo: menores que permiten esa dinámica porque tienen miedo. Les preocupan las consecuencias, el castigo social, etc.”

 

Qué le ocurre a un niño o niña que ha vivido un contexto de violencia

 

La psicóloga ofrece algunas de las consecuencias que puede tener en el niño o niña haber sufrido algún tipo de maltrato en la etapa infantil o adolescente.

 

A nivel emocional:

  • Sentimientos de tristeza, sintomatología depresiva.
  • Indefensión aprendida.
  • Problemas de conducta.
  • Ansiedad.
  • Baja autoestima.
  • Sentimientos de soledad.
  • Rabia.
  • Culpa.
  • TEPT (trastorno de estrés postraumático).
  • Autolesiones.
  • Ideación suicida.

 

A nivel cognitivo:

  • Estado de estrés y miedo persistente en etapas evolutivas tempranas que afecta al desarrollo del cerebro.
  • Problemas de desempeño escolar.
  • Pérdida de relaciones básicas.
  • Ira (explosiones, rabia).
  • Evasión.

“Exponerme a un contexto de maltrato o haber sido dañado por las figuras de referencia va a dar un mensaje: que las relaciones interpersonales son peligrosas”, dice la especialista.

“De ahí pueden surgir respuestas más externalizantes (explosiones, rabia…) o internalizantes: menores encerrados en ellos mismos, que en la adolescencia identifican estrategias como consumo o drogas, dirigidas a la evasión”.

 

A nivel de relaciones con el entorno:

  • Problemas de conducta.
  • Dificultades para la relación con los compañeros.
  • Aislamiento social.
  • Dificultades de adultos para establecer relaciones íntimas.
  • Dificultad para la relación en la familia.

“El área que se ve más afectada es la de confiar en el otro. Hay un impacto a nivel de autoconcepto, pero a la vez en los demás. Hay un gran riesgo en restaurar las relaciones. Si no confío, voy a atacar o a alejarme”.

 

La infancia pone en común experiencias contra la violencia

 

Consecuencias del maltrato en la vida adulta

 

Según los estudios, haber sufrido maltrato en la infancia aumenta el riesgo de maltratar en la vida adulta. Sin embargo, “no todo el que maltrata ha vivido maltrato en la infancia y viceversa”, aclara Garayoa.

 

“Los niños y niñas víctimas de violencia tienen más probabilidades de relacionarse desde los mecanismos de poder-sumisión”

 

La experta indica que haber sufrido maltrato infantil puede tener consecuencias a nivel social dentro de la familia, ya que esta es el primer agente socializador. “Los niños y niñas víctimas de violencia tienen más probabilidades de relacionarse desde los mecanismos de poder-sumisión”, dice.

El maltrato intrafamiliar va a afectar a los modelos de relación, y también al modelo de pareja, pudiéndose producir casos de violencia de género. “Lo hemos visto en los programas de protección: muchos de los niños que habían vivido en contextos de violencia hacen una asociación de que el amor y la violencia van unidos”, dice.

 

“Muchos de los niños que habían vivido en contextos de violencia hacen una asociación de que el amor y la violencia van unidos”

 

En cuanto al acoso escolar, también deja una marca que arrastrará el futuro adulto o adulta. Los estudios han relacionado el comportamiento violento en la juventud y edad adulta con ciertas experiencias en el contexto escolar, como ser rechazados por sus compañeros de clase, llevarse mal con los profesores o falta de identificación con el sistema escolar, entre otras.

 

Cómo detectar y prevenir el maltrato

 

La psicóloga anima a los y las profesionales a prestar atención a ciertos indicadores: “Tenemos que poner alarma de qué puede pasar, no tiene por qué haber situación de maltrato, pero tenemos que pensar que algo está ocurriendo”.

Entre estas señales estaría un cambio de comportamiento en el niño o niña, por ejemplo, a nivel académico. “Ese componente emocional no lo vemos pero sí en la dificultad de concentrarse, más despistado, descenso académico… nos da información de que algo está ocurriendo”.

Cuando la violencia ocurre en el contexto privado es más difícil para el profesional detectar estos indicadores, por lo que anima a ser más sensibles: “Requiere tiempo, conocer y entender”.

En el caso de la violencia entre iguales o acoso escolar, da pautas para su prevención: “Si hablamos de prevención de violencia entre iguales, [la forma de prevenir] es conseguir esa integración y cohesión grupal. Entre los factores de riesgo están los niños o niñas que están más solos. Un grupo más cohesionado tendrá menos riesgo”.

 

Cuatro condiciones que reducen el riesgo (para profesionales):

  • Establecer vínculos afectivos no violentos. Ayuda a reconstruir la confianza básica.
  • Conceptualizar las experiencias de violencia. Qué es violencia y qué no. “El riesgo de no conceptualizarlo es que lo normalice y lo vaya a replicar”. En esta tarea existe una dificultad añadida: “Partimos de una base que la inteligencia emocional está muy dañada, es difícil identificar [qué es maltrato] si no se ha podido hacer en las etapas más tempranas”.
  • Ayudarles a que no reproduzcan el círculo de violencia. Hay que hacer un proceso de conectar con ello y qué consecuencias ha tenido.
  • Desarrollo de habilidades que permitan afrontar el estrés con eficacia. Si no se hace, “aparecerán las estrategias más arcaicas, aprendidas de manera más automática. Nos encontramos casos de adultos que en momentos de estrés o discusiones replican la violencia. Tengo que encontrar otras estrategias”.

 

“Sufrir maltrato afecta a la capacidad de establecer relaciones. Construir una red de apoyo es necesario, que se sientan parte de un grupo de iguales”

 

Otras pautas para profesionales:

  • Adultos con una adecuada disponibilidad psicológica.
  • Un contexto protegido en el que puedan expresar sus dificultades sin miedo.
  • Ayudarles a entender las propias emociones y las de los demás.
  • Favorecer la capacidad de aprendizaje y superación de las dificultades (plantearse objetivos realistas, superar obstáculos, etc.).
  • Ayudarles a establecer relaciones adecuadas con sus compañeros, promover habilidades sociales, ayudarles a interpretar las situaciones ambiguas, etc. “Todo lo que hemos visto afecta a la capacidad de establecer relaciones. Construir una red de apoyo es necesario. Que se sientan parte de un grupo de iguales”.
  • Enseñarles a afrontar situaciones estresantes, ayudándoles a comunicar lo que sienten, Detectar distorsiones que suelen preceder a una situación estresante, intentar resolver el problema que origina el estrés.
  • Trabajar la inteligencia emocional. “Es un factor protector. Ayuda a minimizar el impacto de la violencia.
  • Ayudarles a crecer en autonomía, fuente básica de la autoestima, que es una de las áreas más afectadas tras una experiencia de maltrato. “Si lo puede hacer solo, que lo haga”.
  • Ayudarles en la construcción de una identidad sana. “Si creo que soy una persona que merece ser querida, cuando alguien me trate mal me voy a dar cuenta. Los menores que tienen baja autoestima van a aceptar de manera más rápida las dinámicas en las que se les rechace”.

 

*Las opiniones contenidas por las personas formadoras en sus sesiones no reflejan necesariamente las opiniones de UNICEF España

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