Hablemos (también) de la contaminación acústica en las ciudades

10/05/2022 | Agenda 2030, Informes, Medioambiente, Planificación urbana, Salud, Urbanismo

Contaminación acústica

Fotografía: Joseph Chan / Unsplash

 

  • Además de la polución, el ruido es un grave enemigo que afecta principalmente a la infancia
  • Los sonidos elevados y prolongados procedentes del tráfico o las actividades de ocio perjudican la salud física y mental

 

El 70% de la población mundial vive en zonas urbanas, que a menudo se convierten en entornos poco saludables. Sin embargo, hablamos mucho de la contaminación atmosférica y obviamos otro tipo muy dañino: la contaminación acústica.

España es un ejemplo: el 97% de la población de Madrid y el 96% de la población de Barcelona está expuesta a niveles de ruido del tráfico superiores a los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), según un estudio de ISGlobal.

La contaminación acústica en las ciudades puede tener unos efectos devastadores a largo plazo en la salud física y mental de las personas, y supone un peligro creciente para la salud pública, como revela el reciente informe Fronteras 2022: ruido, llamas y desequilibrios de la agencia de la ONU para el Medio Ambiente.

 

Una polución inadvertida

 

No siempre notamos el nivel de ruido de las ciudades. Muchas personas descubrieron la contaminación auditiva a la que viven expuestas durante la cuarentena por la pandemia, cuando la reducción del tráfico dejó paso por primera vez a los sonidos naturales de los pájaros o el mar.

Sin embargo, aunque no siempre los tengamos en cuenta, los sonidos elevados y prolongados, procedentes del tráfico rodado, el ferrocarril o las actividades de ocio perjudican la salud y el bienestar de los ciudadanos, según el informe de la agencia de la ONU.

Va mucho más allá de una molestia: esta contaminación puede conducir a alteraciones del sueño y problemas auditivos, pero también a graves enfermedades cardíacas y trastornos metabólicos, como la diabetes, o incluso afectar a la salud mental.

La contaminación acústica provoca 12.000 muertes prematuras al año en la Unión Europa y afecta a uno de cada cinco de sus ciudadanos. Los niveles de ruido aceptables se superan en muchas ciudades del mundo, entre ellas Argel, Bangkok, Damasco, Dhaka, Ho Chi Minh City, Ibadan, Islamabad y Nueva York.

Un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) pone de relieve que las deficiencias medioambientales del entorno, como la contaminación atmosférica y acústica o los efectos del cambio climático, contribuyen al 13% de las muertes registradas en el continente europeo.

Los más afectados por este tipo de contaminación son los más jóvenes, los ancianos y las comunidades marginadas cerca de carreteras con mucho tráfico y zonas industriales y alejadas de los espacios verdes.

 

Efectos en la salud

 

“Cuando hablamos de contaminación siempre nos referimos a la química, pero la acústica tiene unos efectos en salud brutales, del mismo orden que la química”, explica Julio Díaz Jiménez, científico del instituto de salud Carlos III, en la jornada La infancia y la crisis climática.

¿Cómo puede el ruido tener un impacto similar al de la contaminación ambiental? “La contaminación acústica produce estrés oxidativo e inflamación sistémica, igual que la química, por lo tanto, sus efectos son los mismos. Se relacionan también con ingresos hospitalarios”, explica Díaz.

“Hay estudios que están viendo cómo afecta la contaminación acústica al desarrollo antes de nacer y a enfermedades de tipo cardiovascular. Tenemos estudios en Madrid en los que la relacionamos con partos prematuros, con Alzheimer, con demencia… No hay que centrarse solo en la disminución de la contaminación química”, añade.

El científico confirma que los niños y niñas son especialmente vulnerables a cualquiera de los tipos de polución: “Los efectos que tiene la contaminación en ellos son muchísimo mayores que en un adulto”.

 

Menos coches

 

Díaz asevera que, en ciudades como Madrid, el enemigo ya está identificado: los coches. “Relacionamos los coches directamente con directos hospitalarios. Si bajo los coches, bajan los ingresos”, dice. “Se trata de sacar los coches de las ciudades, no de cambiar un coche por otro. Incluso los eléctricos contaminan”.

La solución para reducir la contaminación acústica, la atmosférica y el cambio climático van de la mano, y encaminadas a la adaptación de las ciudades. Díaz opina que aspectos como la calidad de la vivienda, las zonas verdes, las zonas azules o los arbolados tienen que tenerse en cuenta en los planes de urbanismo, así como las llamadas Zonas de Bajas Emisiones: en estas no solo baja la contaminación química sino también la acústica, y de forma más clara.

 

Restringir las emisiones del tráfico es diseñar ciudades para la infancia

 

Incide especialmente en la necesidad de reducir el tráfico en los entornos escolares. “Está demostrado que por encima de los 65 decibelios un niño no puede realizar una tarea compleja. Hay un mayor beneficio si saco los coches de las proximidades de los centros escolares”.

El informe de ONU Medio Ambiente coincide en que entre las soluciones para combatir la contaminación acústica está incrementar las zonas verdes en las ciudades, por varios motivos:

La vegetación absorbe la energía acústica, además de dispersar el ruido y amplificar los sonidos naturales, ya que atraen la vida silvestre y mejoran el paisaje urbano visual.

Las áreas verdes, los patios y los parques urbanos suponen, asimismo, un alivio para escapar del ruido y estimular nuestro bienestar mental.

Más carriles bici suponen, indirectamente, también menor espacio para la conducción y, por tanto, reducen el ruido de los vehículos a motor.

Las Zonas de Bajas Emisiones fomentan la movilidad eléctrica, lo que contribuye de nuevo a la reducción del ruido, además de mejorar la calidad del aire.

En definitiva, la reducción de coches y los espacios verdes y naturales son parte de la solución para generar entornos sonoros agradables en nuestras ciudades, que no impacten contra la salud de los ciudadanos y, especialmente, de la infancia.

 

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