violencia contra la infancia

Foto de Trym Nilsen en Unsplash

 

  • Entornos protectores, buen trato, convivencia, uso de poder, tipos de prevención… El especialista de UNICEF España, Óscar Belmonte Castell, habla sobre cómo anticiparnos a las situaciones de violencia desde el enfoque de derechos y en el marco de la LOPIVI
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Ninguna forma de violencia contra la infancia es justificable y toda puede prevenirse. Y, si bien los conflictos son algo inevitable en la vida, el marco de derechos nos permite aproximarnos a resolverlos de forma no violenta y efectiva.

Eso es lo que nos recuerda el especialista en educación de UNICEF España Óscar Belmonte Castell, que ha ofrecido una formación sobre la prevención, atención y respuesta ante situaciones de violencia contra la infancia.

 

El vídeo completo de la formación:

 

Resumen del vídeo:

  • 3:41 Marco teórico y normativo
  • 26:35 Conceptos clave de la LOPIVI
  • 39:53 Violencia contra la infancia
  • 50:04 Entornos seguros y protectores
  • 1:02:56 Nuevas figuras profesionales en el ámbito educativo
  • 1:24:42 Actuación preventiva e integral en el ámbito educativo

 

Belmonte se ha centrado en aquellas tipologías que pueden derivar en asunciones de tutela por parte del Estado, desde un enfoque de derechos de infancia y con la mirada puesta en la Ley de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia Frente a la Violencia (LOPIVI).

Además, ha ofrecido esta formación en el marco del proyecto de prevención comunitaria y participación que impulsamos desde UNICEF España, centrado en el rol de las entidades locales al ser las administraciones más cercanas a los niños y niñas.

 

 

La Convención sobre los Derechos del Niño actúa “como marco jurídico, pero también como garante cultural. Nos ofrece un horizonte en el que los derechos de la infancia se convierten en principios éticos perdurables y normas internacionales de conducta hacia la infancia”, dice el especialista.

Sin embargo, advierte de que la violencia contra la infancia está sometida a fuertes procesos sociales de negación, invisibilización y justificación, algo capaz de desmotivar y desmoralizar a quienes trabajan en este área.

 

Una ley centrada en evitar el daño

 

Uno de los ejes que vertebran la LOPIVI es la prevención. El enfoque de la ley no nos dice la típica frase de ‘más vale prevenir’: nos recuerda que la única forma eficaz de luchar contra la violencia contra la infancia es desde la prevención, como explica Belmonte: “Si hacemos un enfoque centrado en la persecución del delito vamos a fracasar, conseguiremos un resultado muy parcial”.

 

“La única forma eficaz de luchar contra la violencia es la prevención. Un enfoque centrado en la persecución del delito va a fracasar”

 

Además de la prevención, existen algunos conceptos clave que aparecen en la LOPIVI:

 

  • Coordinación

La idea de la ley es “proteger a la infancia en todos los ámbitos donde la violencia se desarrolla: sociedad, ámbito penal, escuela, familia, fuerzas de seguridad del estado, sanidad, internet, entornos deportivos, etc.”.

 

  • Reto competencial

Tenemos que ser conscientes de respetar el tono competencial de cada profesional, ofreciendo un espacio libre de interferencias para que hagan una intervención eficaz.

 

  • Protección integral

La ley debe incluir cinco acciones: sensibilización, prevención, detección precoz, protección y reparación del daño una vez que este se ha producido.

 

  • Visión de la violencia contra la infancia

Este tipo de violencia puede ser definida como cualquier acto que amenace al niño o niña o interfiera con su desarrollo físico. Pero tiene un impacto también comunitario sobre las personas que viven y se acostumbran a ella. Citando a la psicóloga especializada en afectividad y protección, Pepa Horno, la violencia tiene tres componentes:

  • Abuso incorrecto de poder
  • que va a causar un daño
  • que tiene un modo de ejercerse: físico, sexual o psicológico.

 

  • El uso del poder

“No ejercemos violencia sobre quien queremos, sino sobre quien tenemos poder. Para ejercer violencia previamente hemos tenido que construir alguna de estas formas de poder”, explica Belmonte.

 

“No ejercemos violencia sobre quien queremos, sino sobre quien tenemos poder”

 

Existen cuatro formas de adquirir poder sobre otra persona: el afecto, la autoridad, la fuerza física y la diferencia social. Todas ellas pueden darse entre niños, niñas y adolescentes.

Por eso, los educadores tienen el rol de reconocer cuándo se están produciendo estos ejercicios de poder: “Esa visión sobre la violencia nos permite actuar sobre el poder y anticiparnos a ello”.

 

  • Entorno seguro

Una de las acciones clave para la prevención de la violencia es la creación de entornos seguros y protectores: aquellos que respetan los derechos de la infancia y promuevan un entorno protector físico, psicológico y social, incluido el entorno digital.

De nuevo citando a Horno, el entorno protector donde se da el buen trato supone para el niño o niña sentirse integrado, seguro, cuidado y querido; también, ser consciente y tener vínculos, y finalmente sentirse protagonista de su propia vida y decisiones.

 

 

Para ello, es necesario que nuestro espacio tenga calidez emocional, que se cuide el entorno y exista participación infantil. También, necesitaremos contar con adultos conscientes y responsables: a veces “no es tan fácil ver la violencia”, advierte Belmonte. “Podemos ver la discriminación y verlo normal, decir ‘son cosas de niños, no tiene importancia’, etc. Tenemos que ser conscientes. También ser responsables: saber intervenir en la situación”.

 

  • Convivencia y buen trato

El entorno mejora con una mejor convivencia; sin embargo, eso no significa protección.

En cuanto al concepto de buen trato, a efectos de la ley, es aquel que respetando los derechos fundamentales de los niños, niñas y adolescentes, promueve activamente los principios de respeto mutuo, dignidad del ser humano, convivencia democrática, solución pacífica de conflictos, derecho a igual protección, igualdad de oportunidades y prohibición de discriminación.

 

Cómo prevenir la violencia en el ámbito educativo

 

La ley introduce dos figuras profesionales en el ámbito educativo: por un lado, en la educación no formal, tenemos al delegado o delegada de protección (por ejemplo, en las entidades que realizan actividades de ocio o deportivas).

Por otro, en la educación forma, contamos con el coordinador o coordinadora de bienestar y protección. Constituida en los centros educativos, entre otras funciones, esta figura se encarga de aspectos como conocer y aplicar los protocolos, promover la cultura del respeto y del buen trato, fomentar métodos de resolución pacífica de conflictos y ser el referente principal para las comunicaciones relacionadas con posibles casos de violencia en el centro.

El papel de la educación frente a la violencia es prevenir en y desde los centros educativos. Hay tres tipos de prevención:

 

  • Prevención primaria

Se centra en evitar los riesgos mediante la sensibilización y prevención: “Crear un entorno seguro para la infancia, con los procedimientos identificados. Ajustar las estrategias preventivas a los riesgos que identificamos en el entorno”.

 

  • Prevención secundaria

Aquí, la labor es gestionar estados precoces. “La dificultad de esta parte es que nos enfrentamos a muchas violencias distintas”, indica el especialista, y enumera los motivos de intervenciones más frecuentes entre niños y niñas: absentismo escolar, violencia en el ámbito familiar, separaciones conflictivas, violencia de género, agresión sexual, acoso y ciberacoso, conducta suicida, delitos de odio, etc.

 

  • Prevención terciaria

Es la que llevamos a cabo cuando ya se ha producido el daño y debemos repararlo. Busca minimizar el impacto.

Algunos de los objetivos son prevenir la disrupción educativa (por ejemplo, que el niño o niña no deje de hacer deporte), así como la estigmatización o la revictimización: “Tratamos de evitar que el niño vuelva a reproducir la experiencia que ha tenido, porque cada vez que lo hace, sufre. Coordinarse para acortar la cadena del proceso asistencial”.

 

“Puedo vivir sabiendo que me han hecho daño, pero de lo que no me puedo recuperar es de pensar que a nadie le importó: rompe mi vínculo afectivo con los demás”

 

También es crucial mantener el vínculo socio-afectivo. “La infancia víctima de violencia puede vivir sabiendo que ha habido alguien malo y que me ha hecho daño. De lo que no me puedo recuperar, o lo haré con mucha dificultad, es de pensar que eso me pasó y a nadie le importó. Me rompe mi confianza en la sociedad y mi vínculo afectivo con los demás”, explica el especialista. Se trata de algo fundamental para la recuperación de las víctimas, y donde los educadores tienen un papel muy relevante: hacerlas sentirse escuchadas y acompañadas.

 

Materiales en los que está basada la formación:

 

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