Conoce nuestro proyecto de protección a la infancia desde lo local

14/12/2022 | Participación Infantil, Política Local, Poyecto protección, Protección, UNICEF, Violencia contra la infancia

prevención comunitaria unicef

Foto de Tanaphong Toochinda en Unsplash

 

  • En UNICEF España impulsamos un proyecto de prevención comunitaria y participación con niños, niñas y adolescentes, cuyo objetivo es fortalecer a las entidades locales en la prevención, detección e intervención de las situaciones de riesgo

 

Combatir la violencia contra la infancia es una meta común y compartida; sin embargo, los casos de malos tratos, desprotección, negligencia, abusos sexuales, bullying u otras formas de violencia contra niños y niñas siguen siendo una realidad demasiado común e invisibilizada.

El sistema de protección necesita mecanismos que prevengan y detecten de forma eficaz y temprana las situaciones de riesgo, y en ellas tienen un rol importante las administraciones más cercanas a los niños y niñas, como las entidades locales.

“Toda violencia es prevenible”, asevera Paola Bernal, Especialista en políticas locales de infancia de UNICEF España. “Para nosotros, algo primordial es que si el daño ya se ha producido hemos llegado tarde. Hemos de trabajar bajo un enfoque de prevención”.

Ese enfoque, que ya contemplaba el Comité de los Derechos del Niño a través de algunas de sus Observaciones generales, cobra especial protagonismo en el marco de la Ley de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia Frente a la Violencia. Aprobada en mayo de 2021, la conocida como LOPIVI ha introducido un cambio de paradigma: entre otras razones, porque aborda la violencia contra la infancia pasando de un enfoque punitivo a otro preventivo.

 

 

En UNICEF España estamos trabajando en la elaboración de un Modelo de detección precoz e intervención comunitaria ante situaciones de riesgo de desprotección de la infancia y adolescencia. Esta iniciativa, apoyada por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 a través del Plan de Recuperación y Resilencia y financiado por la Unión Europea-NextGenerationEU, parte de una hipótesis: fortalecer los servicios comunitarios de los ayuntamientos permite realizar intervenciones eficaces ante el riesgo

 

Nueve municipios pioneros servirán de modelo para este proyecto innovador que permitirá identificar y reducir las situaciones de riesgo en la infancia

 

El proyecto ha arrancado a principios de año y se llevará a cabo en diez municipios de tres comunidades autónomas:

  • Comunidad de de Madrid: Paracuellos de Jarama, Fuenlabrada y Daganzo.
  • Comunidad Valenciana: Alzira, Castelló y Alcoi.
  • Castilla-La Mancha: Alovera, Azuqueca de Henares, Toledo y Puertollano.

“Estamos trabajando en municipios que son Ciudades Amigas de la Infancia y que, por tanto, ya cuentan con estructuras y trayectorias de trabajo: espacios de participación infantil, planes de infancia, etc.”, explica Bernal.

 

Hallazgos del diagnóstico

 

El primer paso del proyecto ha sido la elaboración de un diagnóstico mediante un proceso participativo que ha incluído trabajo con profesionales y con niños, niñas y, también, encuestas a familias. Desde la entidad KSNET, involucrada en esta fase, Natalia Fernández ha compartido los hallazgos de dicho diagnóstico y de las entrevistas en una sesión de devolución con los municipios participantes.

Entre las conclusiones está que la violencia puede ocurrir en cualquier tipo de familia. “La violencia contra la infancia no está asociada a factores como la pobreza o zonas de alta complejidad social”, dice Fernández. “Los estudios e investigaciones muestran que se da en todas las clases sociales, en todo tipo de familias. Encontramos mayor detección en aquellas zonas socialmente vulnerables, pero quiere decir que hay más profesionales trabajando con esas familias”.

 

La violencia contra la infancia puede ocurrir en cualquier tipo de familia, y es ejercida en su mayoría por personas adultas, dice Natalia Fernández

 

Por otro lado, el diagnóstico ha mostrado que las familias y los niños reconocen tipos de violencia más allá de la física, incluyendo la negligencia, el maltrato emocional, las amenazas o, para la infancia, no ser escuchada o tenida en cuenta.

Algo que resulta llamativo es que la forma de violencia considerada como la más habitual por los niños, niñas y familias es el bullying, y en cuanto a los perpetradores, el primer grupo identificado es el grupo de iguales; sin embargo, “esto contrasta con los resultados de las investigaciones en las que se afirma que la violencia contra la infancia es ejercida en su mayoría por personas adultas y no por parte de iguales”, detaca Fernández.

Niños y niñas señalan a la calle y los centros escolares como el lugar donde ocurre la violencia, con una diferencia de género: las niñas creen que se da más violencia en la calle y los niños, en los centros.

 

El diagnóstico arroja algunas recomendaciones en las áreas clave para abordar la violencia contra la infancia: prevención, detección precoz e intervención

 

En cuanto a los municipios analizados, diversos en cuanto a tamaño y población, el diagnóstico ha revelado que hay aspectos comunes, como la poca sistematización en la recogida de datos (debido a una sobrecarga en el día a día de los profesionales, especialmente los de Servicios Sociales). También, que la institucionalización es la última medida: “Siempre se apuesta por medidas que impliquen la no separación del menor del entorno en el que vive”, dice Fernández. La coordinación entre actores, elemento crucial, no depende del tamaño del municipio sino de los sistemas que se han creado: “En casi todos los municipios, los canales estables y mejor coordinados son educación y sanidad”.

De los instrumentos de valoración del riesgo, el mejor valorado es el Balora, de Euskadi, una herramienta que se centra en comportamientos de riesgo y no en los factores de riesgo, lo cual, según Fernández, permite superar algunos sesgos.

 

Propuestas para los municipios

 

Finalmente, el diagnóstico ha resultado muy útil para determinar los cuellos de botella de las tres áreas clave en la lucha contra la violencia contra la infancia (prevención, detección precoz e intervención), y también para realizar propuestas de mejora para cada una de ellas.

 

Prevención

Cuellos de botella:

  • Existen muchas charlas y programas individuales, pero desconectados entre sí. No hay muchos programas a nivel comunitario (la falta de coordinación lleva a una baja eficiencia)
  • El cuanto al contenido de las charlas, muchas de ellas se han centrado en la violencia asociada al bullying o la tecnología, y eso afecta a la percepción que tienen de la violencia contra la infancia.
  • Hay una sobrecarga de trabajo, en casi todos los municipios y equipos de servicios sociales. Hay que ver cómo trabajar de manera comunitaria para reducir el volumen de trabajo.

 

Propuestas de mejora

  • Diseñar programas de prevención a partir de un enfoque comunitario, que permitan aprovechar los esfuerzos de todos para lograr un mayor nivel de eficiencia.
  • Mejor difusión de los recursos que ya estaban disponibles y creación de nuevos.
  • Campañas de sensibilización.
  • Incorporar las propuestas de los niños, niñas y adolescentes. Muchas veces no se sienten incorporados en las propuestas.

Detección precoz

Cuellos de botella:

  • Miedo a malinterpretar señales (normalización de conductas, falta de formación para los casos leves, etc.).
  • Miedo a las consecuencias que la notificación puede tener para la relación entre el profesional y la familia, y poco acompañamiento de detectores.
  • Sobrecarga de trabajo y falta de información.

 

Propuestas de mejora:

  • Más información para profesionales que sean potenciales detectores. “Si los profesionales están más formados y se sienten más acompañados, notificarán más”, señala Fernández.
  • Pedagogía sobre el papel de los Servicios Sociales. Ofrecer acompañamiento a los profesionales que notifican.
  • Mejorar la implicación y coordinación entre actores.
  • Seguir los protocolos existentes antes de crear nuevos.

 

Intervención

Factores de éxito:

  • Trabajar el vínculo con las familias y colaborar con la familia desde el principio.
  • Contar con equipos multidisciplinares enriquece el plan de intervención a definir. El perfil del psicólogo o psicóloga es fundamental.
  • Potencialidad de las comisiones interseccionales.

 

Las siguientes fases del proyecto serán el diseño, de forma participativa, de un modelo comunitario de identificación del riesgo leve e intervención ante el moderado, y su implementación en los 10 municipios participantes a fin de valorar su funcionamiento, eficacia e impacto.

“Este proyecto es una oportunidad para generar espacios de reflexión y darle una vuelta a la mirada adultocéntrica”, concluye Fernández, y advierte: la violencia de infancia sigue “siendo un tema invisible”.

 

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