El lunes 25 de noviembre por la tarde, en el marco del V Congreso de Ciudades Amigas de la Infancia, un grupo de en torno a 40 niños, niñas y jóvenes llena el auditorio del Medialab del Prado, en Madrid. Son ellos, los chicos y chicas, quienes organizaban mesas, carteles y presentaciones, en un espacio propio.
Después de varias actividades de improvisación para conocer a los niños y niñas recién llegados y romper el hielo, Erika, de Pola de Laviana (Asturias), explica en qué va a consistir aquel peculiar taller autoorganizado: “Como podéis ver, a lo largo de la sala tenemos cuatro mesas diferentes. Iréis rotando y todos pasareis por todas las mesas. En cada una trataréis uno de los cuatro temas que tenemos preparados: igualdad, ocio y tiempo libre, medio ambiente y educación”.
Fotografías: Preparación del taller autogestionado / UNICEF España/2019/Hugo Palotto
A partir de ese momento se dan dos horas y media de mesas de debate, lluvias de ideas y conversaciones en torno a las cosas que más les preocupan. En cada grupo hay un encargado de moderar y otros chicos controlan el tiempo para que, a un aviso suyo, los integrantes de cada mesa cambien. Alguien toma nota escrita de todo, con un fin: que ninguna idea quede en el aire, porque quieren que todas sean tenidas en cuenta.
Metodología para garantizar la participación
Los organizadores este taller son Anuar, Aran, Celia, Erika, Josué, Júlia, Lara, Marina y Marina, Rober, Santiago, Sofía: tienen entre 12 y 19 años, provienen de seis comunidades autónomas distintas y forman parte del grupo asesor de UNICEF España, que se conformó con un objetivo: proponer temáticas y actividades concretas para el V Congreso de Ciudades Amigas de la Infancia.
Fotografías: Mesas de debate del taller autogestionado / UNICEF España/2019/Hugo Palotto
Marina nos habla de este taller gestionado por niños, niñas y adolescentes, iniciativa novedosa en los Congresos de Ciudades Amigas de la Infancia, y también de las reuniones previas que han realizado tanto ella como los demás miembros del grupo asesor para organizar todos los aspectos del taller: Cómo separar los espacios, cuánta gente iría en cada grupo, cuánto tiempo tendrían para cada mesa… Los temas a tratar también fueron elección de ellos: “Salieron un montón de temas y elegimos cuatro de los que encontramos más importantes en la adolescencia”, explica Marina.
Durante el taller, efectivamente, se van abordando temáticas distintas y de formas diferentes. Se trabaja un tema por mesa. “Cada uno hemos trabajado de una manera diferente para que así los niños y las niñas vieran diferentes puntos de vista, diferentes formas de trabajar, diferentes dinámicas…”, dice Marina. En una mesa el grupo de chicos debate sobre desigualdades de género o discriminación hacia los jóvenes con discapacidad o las personas transgénero; en otro círculo, uno a uno los participantes responden a la pregunta “¿qué falta en tu barrio?”. En la mesa sobre educación han colocado carteles en varias sillas (ciencias, deportes, artes, letras…) y juegan a sentarse en una u otra, con un objetivo: reflexionar sobre la dificultad de elegir estudios y sobre las elecciones que vienen impuestas a la juventud por los adultos.
Fomentar que todos los integrantes aporten al debate es una meta. “Teníamos miedo de que si hacíamos debate grupal todos hay mucha gente que se quedara sin participar”, explica Marina. “Al hacer grupos pequeños todo el mundo participa porque tú ves quién ha hablado y quién no, y a la persona que no ha hablado vas y le dices, perdona, ¿tú qué opinas de esto?”. En determinado momento, al aviso del encargado de cronometrar los tiempos, todos los integrantes cambian de mesa, para que todos puedan abordar los cuatro temas. “No queríamos hacer un taller que se viera una sola cosa”, explica Marina. “Podíamos hablar de más temas y se van cambiando para así conocernos”.
Jóvenes expertos en participación
Aunque es la primera vez que se lleva a cabo un taller autoorganizado de estas características, los chicos y chicas del grupo asesor ya tienen experiencia en participación, e intentan transmitir a la gente de su edad la importancia que esta ha tenido en sus vidas.
Lara, de Puerto del Rosario (Fuerteventura), tiene 17 años y lleva en el Consejo de su ciudad desde los 10. “Desde muy pequeña me removían las injusticias, soy muy reivindicativa y siempre he intentado dar mi opinión”, cuenta. Cuando conoció el proyecto de UNICEF reconoce que se le abrió “una puerta enorme”: “Me ilusionó muchísimo, porque es algo que yo desde pequeña siempre he intentado hacer: cambiar el mundo dentro de mis posibilidades”. Desde entonces ha estado involucrada en proyectos de participación infantil tan interesantes como la creación de presupuestos participativos para la infancia.
“Yo siempre había tenido inquietudes políticas pero no sabía cómo plasmarlas”, cuenta Rober, de Avilés. Un día conoció el colectivo de los Glayus y desde entonces lleva 11 años en grupos de participación. “Es algo que te despierta. Una cosa que te crece dentro y la llevas contigo a todos lados”, describe. “Te abre nuevas realidades, otra vista del mundo”, dice Erika, que lleva en participación desde los 8 años.
Y esa transformación personal se refleja, a veces, en sus proyecciones de futuro. Sofía, de Tomiño (Galicia), es un ejemplo: después de años involucrada en su Consejo de infancia, ahora ha decidido estudiar ciencias políticas para poder seguir trabajando por el cambio.
Conclusiones puestas en común
Se acercan las 17:30h de la tarde. El taller ha finalizado y ahora se exponen las conclusiones de cada grupo, los temas que más han preocupado, y las reflexiones e incluso eslóganes que han salido de las lluvias de ideas. Los jóvenes dejan claro en sus reflexiones finales que se sienten preocupados por temas como el desafío climático, la desigualdad de género o la educación, que abanderan luchas como la defensa de la diversidad y que siguen considerando que hacerse escuchar es un desafío para ellos.
Luego los miembros del grupo asesor piden su opinión a los niños y niñas participantes sobre qué les ha parecido y qué mejorarían. “Hemos podido hablar de muchas cosas, entendernos mejor”, dice una chica. “He aprendido de lenguaje inclusivo”. Otra lamenta no haber tenido más tiempo: “¡En estos temas hay que debatir mucho!”. Una tercera niña añade: “Si esto lo hubiéramos hecho con adultos no nos hubiéramos expresado igual”.
Fotografías: Mesas de debate en el taller autogestionado / UNICEF España/2019/Hugo Palotto
Entre el público, una de las chicas participantes muestra su inquietud: pregunta si las conclusiones a las que se han llegado van a llegar a alguna persona adulta. Le contestan que sí: al día siguiente, martes 26, en la segunda jornada del V Congreso de Ciudades Amigas de la Infancia, el grupo asesor va a exponer las conclusiones de ese taller de infancia y adolescencia en una ponencia que presenciarán técnicos de ayuntamientos, alcaldes, políticos y expertos en infancia.
Fotografías: Presentación de conclusiones en el taller autogestionado / UNICEF España/2019/Hugo Palotto
“Con este taller lo que queremos es animar a los adultos a preguntar, a interesarse por nuestras demandas y nuestras necesidades”, ha dicho Júlia. “Y lo hacemos demostrando el tipo de ideas que pueden salir de nosotros cuando se nos da la oportunidad de expresarlas. Queremos que cojáis la costumbre de hablar con nosotros. Que los padres dialoguéis con vuestros hijos, los profesores con los alumnos y los políticos con aquellos que no os pueden votar”.
“Nuestro objetivo es que nada de esto caiga en saco roto”, ha dicho Rober durante la presentación de las conclusiones. “Todas estas propuestas, opiniones y quejas vienen directamente de la infancia, no de gente que cree que sabe de infancia”. Y ha añadido: “Desde aquí pedimos que hagáis este tipo de talleres en vuestros municipios”.
Porque esa es, precisamente, uno de los principales objetivos de un proyecto como este taller autoorganizado: transmitir a sus compañeros la importancia de la participación, de que repliquen talleres como este, de hacerse oír: “Animaría a muchos niños y niñas a que participaran en sus municipios”, ha dicho Celia, del grupo asesor. “Que vean que sí pueden ser escuchados y sí puede haber un cambio”.