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UNICEF España presenta el Barómetro de Opinión de la Infancia y la Juventud 2019
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Se trata del resultado de una encuesta a más de 8.500 niños y jóvenes de entre 11 y 18 años
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Los jóvenes muestran desconfianza hacia los políticos y los estudios están entre sus principales preocupaciones
“Es importante escuchar a los jóvenes. No tenemos voto, pero tenemos voz. Y somos ciudadanos, aunque no podemos votar”. Es lo que opina Coral, de 17 años. Lo ha dicho durante la presentación del Barómetro de Opinión de Infancia y Adolescencia 2019 de UNICEF España, presentado ayer por ella misma y otros tres jóvenes de su edad, en la víspera del Día Internacional del Niño: un informe cuyos resultados muestran las preocupaciones, inquietudes y aspiraciones de la infancia y la juventud.
El informe ha sido elaborado a partir de encuestas realizadas a más de 8.500 personas de entre 11 y 18 años de todo el país, y se ha complementado con los resultados de grupos de discusión en los que han colaborado 75 niños y niñas de diferentes Consejos de Participación de la Infancia y la Adolescencia. Todo para responder a una pregunta: ¿qué opinan los niños, niñas y jóvenes españoles?
Los estudios, las desigualdades y el futuro: lo que preocupa a niños y adolescentes
Uno de los datos extraídos del estudio es que casi uno de cada cuatro niños, niñas y adolescentes tiene como fuente de preocupación sus estudios y formación. Fabio, de 17 años, lo justifica: “Es algo del día a día y es indispensable para nuestro futuro”, dice, añadiendo que la gente adulta no tiene tanta conciencia sobre el tema ni lo considera prioritario.
Él apostaría por una educación “más práctica”: “Por mucho que estudiemos las asignaturas básicas, no te enseñan a hacer la renta o a inscribirte en el paro, y son cosas que el día de mañana vas a tener que hacer”. Coral está de acuerdo, señala que además es importante considerar el valor que tiene la educación no formal: “Enseñar al alumno no sólo matemáticas sino a tratar bien a sus compañeras, valores cívicos, a comportarse en la sociedad, a tener curiosidad por la vida…”
Otros aspectos que preocupan a la infancia y adolescencia tienen que ver también con su futuro: la crisis ambiental, las perspectivas de trabajo, el paro, la desigualdad de género, la violencia machista o la desigualdad de oportunidades, incluyendo la falta de acceso a los servicios básicos cuando esta depende de los ingresos o, incluso, del lugar donde se viva: “Los recursos de la zona afectan bastante”, opina Fabio. En Canarias, donde él vive, para acceder a una universidad de la Península ya tienes que contar con el gasto del vuelo de avión, explica, pero además el tema del transporte afecta a otras cosas más básicas como la sanidad: “Yo por ejemplo en Fuerteventura, la isla en la que vivo, para trasladarme al único hospital de la isla es necesario que la gente te lleve en coche o tomar la guagua”, dice; algo que resulta peligroso cuando se da una urgencia.
Desconfianza hacia los políticos
El estudio corrobora que existe una fuerte desafección de la juventud hacia la clase política: a medida que crecen, los niños, niñas y jóvenes sienten más preocupación por la situación política y económica, y al mismo tiempo empeoran sus expectativas hacia el futuro. Es muy llamativo que casi el 80% de los encuestados diga desconfiar de sus políticos ya que creen que no les escuchan ni se preocupan por los temas que atañen a la infancia.
Para Coral, el no poder votar hace que se acabe viendo la política como algo lejano: “Igual tenemos esa concepción tan negativa de los políticos porque vemos que nuestros problemas del día a día siguen sin estar solucionados”, dice, “y vemos que tampoco es que [los políticos] se acerquen mucho a los jóvenes para intentar solucionarlos”.
Ella lleva siete años involucrada activamente en espacios de participación juvenil y reconoce que a nivel local la cosa cambia. “Los políticos locales al final son políticos que vemos más cerca, los humanizamos, son personas que conocemos o nuestra ciudad”, opina.
Algo parecido le pasa a Yago, de 14 años. Vive en Pedrola, Aragón, donde lleva seis años participando en el Consejo de Infancia tanto de la comarca como de su comunidad. En Pedrola, que tiene menos de 4.000 habitantes, “nos acabamos conociendo todas las personas de pueblo”, dice. “Además, como yo pertenezco al Consejo de Infancia, en los plenos infantiles convives con los alcaldes y concejales, te has cruzado mil veces con ellos por la calle y los conoces”.
Como ellos, muchos niños, niñas y jóvenes sienten más confianza hacia sus políticos municipales frente a los estatales: un 54% cree que los políticos locales son más de fiar.
Su implicación como ciudadanos
Por otro lado, las nuevas generaciones se involucran especialmente en temas como la lucha por la igualdad de género o por el medio ambiente (un 40% de ellos se imagina colaborando de adulto con asociaciones que protegen el planeta, según el barómetro). Sin embargo, la realidad es que participan poco: menos del 16% de los niños, niñas y adolescentes entrevistados para el barómetro participaban en algún órgano de participación infantil o adolescente.
Yago cree que debería acercarse más la política a los jóvenes: “A muchos niños y adolescentes le preguntas, ¿tú qué piensas sobre política?, y la mayoría te van a decir que es algo muy aburrido”, dice. En su caso conoció el Consejo en el que ahora participa porque fueron a su colegio a dar una charla. Y anima a la participación: “Siempre hay alguna asociación en tu pueblo o cerca para poder ir y cambiar las cosas”, dice.
Estíbaliz vive en Bilbao y lleva tres años participando en el programa de radio Generación Z, en el que chicos y chicas hablan de sus preocupaciones y dan sus opiniones respecto a los temas que les afectan. “Nos gustaría que existieran más espacios de participación”, afirma. “Y que se les diera más visibilización, que los conociéramos, que nos acercaran más. Al final nosotros si lo desconocemos es imposible que nos interesemos por ello y queramos participar”.
Por otro lado, para Fabio es un error dejar todo en manos de los partidos políticos: “Si existe corrupción, machismo, racismo… tú no puedes pretender que un partido político cambie el pensamiento de la gente”, dice. “Puedes cambiarlo haciendo políticas activas, saliendo a la calle, dando a conocer la realidad de muchos”. Cargarle el peso a un partido político y despreocuparse le parece “la opción fácil, relegárselo a otros”.
Felicidad y calidad de vida
En cuanto al bienestar y el nivel de felicidad, los jóvenes encuestados han manifestado que las cosas que les hacen felices son sus aficiones, sus amigos, el tiempo libre, la familia… mientras que se muestran infelices en su vida en el centro educativo y frente al profesorado. También se confirma que a medida que crecen son menos felices, siendo esta caída especialmente evidente en el paso de los 12 a los 13 años.
Yago lo explica así: “De los 12 a los 13 es cuando toca el cambio de colegio a instituto; es como pasar de estar del colegio con tus amigos de toda la vida a un mundo aparte. Pasas de ser un niño a empezar a darte cuenta de los problemas y preocupaciones que hay en las sociedad. Creo que a muchos niños no los preparan emocionalmente para dar ese salto”.
Es importante el dato de que las chicas muestran grado menor de felicidad. Desde su experiencia propia, Estíbaliz explica: “Es cierto que no estamos en las mismas condiciones que un varón en esa sociedad. Cuando salgo a la calle no sólo se me pide que no consuma alcohol o drogas sino también se me pide que no llegue tarde o que siempre llegue acompañada de una figura masculina”.
“Las chicas nos vemos influenciadas ya a esa edad por los roles de género que la sociedad nos va marcando”, dice Coral. “Estamos bajo un miedo que no tienen nuestros compañeros y se empieza a ver en esas edades que pasamos de la pubertad”. Por otro lado, los niños, niñas y adolescentes de familias con menos recursos económicos o de origen extranjero se muestran, según el estudio, menos felices.
Finalmente, a pesar del número tan bajo de participación, se observa un dato ilusionante: existe un patrón común entre los jóvenes que participan en algún órgano de participación infantil o adolescente. Estos jóvenes muestran más confianza en instituciones y los representantes políticos, valoran mejor la situación política, se informan más sobre asuntos sociales y políticos, confían más en las personas de su comunidad y se sienten más escuchados en todos los entornos: educativo, en sus ayuntamientos, familias… etc. Es decir, que hay pocas cosas que le supongan tanto bienestar a la infancia como ser escuchada y tenida en cuenta.
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