¿Sufre la infancia una crisis de salud mental?

07/02/2024 | Educación, Política Estatal, Salud, Salud mental

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Foto de Annie Spratt en Unsplash

 

  • España es uno de los países europeos con mayor prevalencia en problemas de salud mental entre niños, niñas y adolescentes
  • A pesar de que cada vez se da más prioridad a este tema, un gran porcentaje de niños y niñas que necesitan tratamiento no lo reciben

 

Cada vez se habla más de un tema que hace años no recibía mucha atención: la salud mental de los más jóvenes. La pandemia de 2020 dejó una huella en el bienestar de la población, especialmente de los niños, niñas y adolescentes. Los datos lo muestran: en 2017, un 1% de la población infantil y juvenil sufría de problemas de salud mental, pero la COVID-19 produjo un aumento de hasta el 47% en los trastornos de este tipo en infancia y adolescencia.

España es uno de los países europeos con mayor prevalencia en problemas de salud mental entre los más jóvenes. En un informe de 2021, Save the Children alertó de que los trastornos mentales habían aumentado significativamente en este colectivo, especialmente en hogares con bajos ingresos. Un estudio más reciente de UNICEF España señala que casi la mitad de los niños con problemas de salud mental los desarrolla hasta los 14 años, además, según expertos en Psiquiatría y Psicología Clínica de la Infancia y de la Adolescencia,1 de cada 4 niños que han sufrido aislamiento por COVID-19 presenta síntomas depresivos y/o de ansiedad.

 

Los trastornos mentales han aumentado significativamente en la infancia y adolescencia, especialmente en hogares con bajos ingresos

 

Preocupa, también, que la edad de los pacientes se reduce. Los expertos alertan sobre casos cada vez más tempranos de trastornos alimentarios, intentos de suicidio y adicción a las pantallas.

 

Frente al dilema de las pantallas en la infancia: regular y acompañar

 

¿Qué podemos hacer ante estos problemas? Los expertos enfatizan la importancia de abordarlos precozmente, dado que el 70% de los trastornos mentales se inician en la juventud, como pone de manifiesto el informe de 2023 “Aproximación a la salud mental en España” de la Fundación IDIS. Mantener una buena salud mental desde edades tempranas es crucial para el desarrollo físico y emocional, así como para adquirir habilidades sociales y afrontar desafíos en etapas posteriores.

 

El 70% de los trastornos mentales se inician en la juventud

 

A pesar de todo, y de que cada vez se da más prioridad a este tema, un gran porcentaje de niños y niñas que necesitan tratamiento no lo reciben. Desde el Gobierno plantean un cambio, como mostró la ministra de Sanidad Mónica García en su comparecencia el pasado 25 de enero en la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados. García compartió los objetivos y prioridades de su ministerio para la XV Legislatura, que ponen el foco en los jóvenes e incluyen:

 

  • Creación de un comisionado de Salud Mental.
  • Puesta en marcha del Pacto de Estado por la Salud Mental.
  • Elaboración de un Plan de Actuaciones ante el suicidio.

 

Una mirada al panorama actual

 

“Hoy en día, los niños y adolescentes enfrentan nuevos estresores que afectan su bienestar psicológico, como cambios intergeneracionales rápidos, la tecnologización de la sociedad y la tardía edad de los padres”, dice Mireia Orgilés, Catedrática de Tratamiento Psicológico Infantil, durante la jornada Salud mental en la infancia y adolescencia, ofrecida el pasado 17 de enero y organizada por el Centro de Investigación de la Infancia de la Universidad Miguel Hernández de Elche.

Orgilés participa en el Proyecto EMOchild, que analiza la salud mental de niños de 8 a 16 años en toda España para abordar la alta prevalencia de problemas psicológicos en este grupo. Una iniciativa que surgió, según la experta, “debido a la alta prevalencia en problemas psicológicos en niños y adolescentes que estamos encontrando en las consultas”.

 

 

El estudio les ha permitido hacer algunas observaciones que Orgilés comparte durante la jornada:

  • Los padres y madres de niños de ocho a diez años están preocupados, principalmente, por la adicción a la tecnología de sus hijos e hijas, los problemas de ansiedad (“empiezan a aparecer a partir de los seis años”), la alta competitividad, el rechazo, el suicidio o las autolesiones.
  • Los motivos de atención psicológica principales de estos niños y niñas son la soledad o la gestión de emociones: “Hoy hay una falta de comunicación en las familias, casi todos están inmersos en el trabajo o las redes sociales”, advierte Orgilés.
  • Los padres de adolescentes temen no detectar signos de suicidio o acoso escolar y solicitan más información sobre salud mental y habilidades parentales.
  • Los adolescentes reconocen los riesgos de las redes sociales, como problemas de autoestima, ciberacoso o imitación de retos virales peligrosos. Ven además que hay gran variabilidad en el control parental. Muchos están dispuestos a buscar ayuda psicológica, pero a menudo enfrentan barreras económicas o falta de apoyo parental. Proponen acciones de educación emocional y apoyo psicológico en el ámbito educativo y familiar.
  • Los profesionales notan un cambio en las demandas de los últimos años por parte de pacientes adolescentes, y perciben en ellos una baja tolerancia a la frustración, soledad y falta de afecto: “No son escuchados en sus casas”.

 

Un nuevo paradigma ‘online’

 

Entre otros factores, a los expertos les preocupa el uso de las nuevas tecnologías digitales por parte de los más jóvenes. Internet, plataformas y redes sociales están permitiendo la aparición de nuevos problemas de salud mental en la población infanto-juvenil, y cambiando sus hábitos.

“Los niños ya no juegan”, dice Alberto Andrés Cánovas, Psicólogo familiar y Director de FISAT. “La parte de internet les genera muchas cosas a nivel emocional e intelectual, pero también comparación, ansiedad…” Señala que, mientras que en el patio se producían interacciones y se podía realizar actividad física, “el patio de antes son las redes de ahora. La sensación de los padres es de más control”. “Una de las cosas que más nos protege contra el suicidio, autolesiones, etc. es la red social que tenemos, pero no la red digital, sino la analógica. Y precisamente es lo que más estamos descuidando”, opina Iban Onandia, Doctor en Psicología, Centro Psicología Amorebieta.

 

 

Para María de la Fe Rodríguez, Profesora Titular de la UNED, los niños y niñas de hoy son la generación del ya: “Son niños que obtienen una respuesta inmediata, y eso se queda en nuestra forma de entender el mundo”, dice. “Es una generación que no se aburre porque no les enseñamos a aburrirse”.

Además, destaca que es una generación aislada, de la soledad: tienen pocos parques o espacios de juego, pocos hermanos (España es uno de los países con menor tasa de fecundidad), etc. La profesora insta a volver a colocar a la familia como el núcleo en educación de emociones: “Los padres tienen que dar amor, poner límites. Los psicólogos podemos hacer documentos sobre la importancia de que no usen los móviles, pero son los propios padres quienes tienen que intuir que no es bueno dejar un móvil a un niño de diez años”.

 

“En los centros escolares vemos grupos de adolescentes desbordados por situaciones sociofamiliares complejas”

 

En cuanto a la escuela, es el escenario donde pueden aparecer problemas de salud mental pero también donde se pueden detectar. Ana Rosa Valera, psicóloga escolar del IES Cañada de la Encina (Cuenca), describe la situación en los centros educativos.

“Hay grupos de adolescentes desbordados por situaciones sociofamiliares complejas: inmigración, pobreza, violencia, padres separados”, explica. Pero, en general, percibe en los alumnos dificultades de atención, problemas de sueño y poco acostumbrados a la exigencia o la frustración: “Prefieren tareas breves e inmediatas, están acostumbrados cada tres segundos a ‘si esto no me interesa, lo paso’”. Todo eso hace que cuando llegan a Bachillerato los niveles de ansiedad se disparen, añade.

Respecto a la figura del Coordinador de Bienestar, “el problema es que no lleva asociado una dotación de recursos ni económica ni personales. Recae en el orientador o algún otro profesor”, critica Valera. A esto hay que sumarle el aumentos de ratios y la poca coordinación con los servicios públicos de sanidad. Además de dotar de recursos y personal, la sensibilización al profesorado le parece crucial: “El simple hecho de informar ya está previniendo muchas casuísticas de salud mental. Somos un factor de protección y ayuda de los adolescentes. Conocer la situación personal de los alumnos y ponerse en su lugar ayuda”.

 

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