- Un informe de ONU-Hábitat concluye que los espacios públicos fomentan la cohesión social, fortalecen los vínculos vecinales y reducen el aislamiento
- Una planificación urbana basada en las personas no solo beneficia su salud y el medioambiente: favorece el ocio, la socialización y el ejercicio
Los jóvenes pasan más tiempo en el mundo virtual que en el real. En un mundo cada vez más digitalizado, la infancia y adolescencia está cambiando el juego cara a cara por la interacción digital, limitando experiencias esenciales como mirar a los ojos, jugar y resolver conflictos, como advierte psicólogo Jonathan Haidt en La generación ansiosa (2024).
Esta tendencia preocupa por su impacto en el desarrollo emocional: los problemas de salud mental en niños y adolescentes como ansiedad, depresión y adicciones han aumentado en las últimas décadas. La psicóloga Jean Twenge concluyó en 2017 que los adolescentes que pasan más tiempo en redes sociales tienen mayor riesgo de depresión y ansiedad, mientras que quienes socializan en persona y practican deporte disfrutan de mejor salud mental.
Los adolescentes que pasan más tiempo en redes sociales tienen mayor riesgo de depresión y ansiedad; quienes socializan en persona disfrutan de mejor salud mental
Además, la falta de espacios para la interacción social y el ocio obstaculiza los derechos de la infancia al juego y a contar con un entorno saludable y seguro. Es fundamental equilibrar el uso de la tecnología con experiencias en el mundo real, y el entorno donde viven puede ser parte de la solución.
Espacios para socializar
En las ciudades, los espacios públicos, verdes y de proximidad no solo ayudan a mitigar los efectos del cambio climático: también mejoran los vínculos sociales y vecinales. A la larga, es algo que impacta positivamente en nuestra salud mental, y también en la de la infancia.
Una de las conclusiones del informe Healthier Cities and Communities Through Public Spaces de ONU-Hábitat es que los espacios públicos fomentan la cohesión social al brindar oportunidades para interacciones sociales, eventos culturales y actividades comunitarias. Esto fortalece los vínculos sociales, reduce el aislamiento y mejora el bienestar mental.
El texto incide en que una planificación urbana basada en las personas no solo beneficia su salud y el medioambiente. Los espacios públicos abiertos favorecen el ocio, la socialización y el ejercicio, mejorando la salud mental de los vecinos y vecinas. Los espacios verdes, además de proporcionar beneficios físicos, refuerzan la cohesión social al servir como puntos de encuentro comunitarios: pueden albergar eventos culturales y actividades que fortalecen el tejido social y el sentido de pertenencia.
Un ejemplo incluido en el informe de ONU Hábitat es la iniciativa Ciclovía en Bogotá. La ciudad aprovecha este espacio público dedicado para albergar diversas actividades recreativas y deportivas, como sesiones de gimnasio y representaciones teatrales, para atraer un espectro más amplio de participantes y fomentar la cohesión social.
Otro ejemplo son las Supermanzanas de Barcelona. Algunos estudios han mostrado los aspectos positivos y cómo la iniciativa ha fomentado la socialización: “Se detecta un ambiente más relajado y una disminución del estrés y se valora que el espacio de la supermanzana aporte tranquilidad y facilite poder andar, así como la interacción entre vecinos y vecinas, cosa que favorece las relaciones y las redes sociales y, al mismo tiempo, beneficia la salud mental”.
Las zonas verdes que están bien diseñadas y cuidadas, que permiten descansar o practicar actividades lúdicas o deportivas se convierten en espacios de encuentro e interacción entre generaciones diferentes. Una mayor proximidad permite que usemos los espacios con mayor frecuencia, dicen las encuestas: si está a diez minutos de distancia de las casas, las utilizan más del 70% de residentes, mientras que si está a media hora o más no acuden ni el 5%.
Las zonas verdes bien diseñadas y cuidadas que permiten descansar o practicar actividades se convierten en espacios de interacción entre generaciones diferentes
Por último, el transporte público también juega un importante papel a la hora de promover la cohesión social y territorial, y dar a las familias y a la infancia autonomía con relación a su ciudad.
El caso de Sant Cosme: Este estudio analiza cómo la morfología urbana influye en el uso y la interacción social en el espacio público, creando redes sociales y fortaleciendo el sentido de comunidad entre los residentes.