Los niños y niñas que viven en las ciudades necesitan más espacios públicos de proximidad

28/07/2020 | Ciudades inclusivas, Ciudades y niños, Covid-19, Urbanismo

proximidad

  • La pandemia ha sacado a la luz la necesidad de contar con espacios para pasear, ir en bici o jugar próximos a los hogares, especialmente para la infancia.
  • Expertos en planificación urbana e infancia hablan sobre qué puede hacerse para mitigar los efectos de la crisis COVID-19 en los niños pequeños y sus cuidadores
  • “El principio de proximidad es algo a tener en cuenta, garantizar que todas las familias tengan un espacio público seguro y verde cerca de sus casas”

 

Aunque el virus no discrimina, la pandemia no está afectando a todas las personas por igual: su impacto es mayor para aquellas que viven en zonas vulnerables. Niños y niñas de barrios desfavorecidos, áreas urbanas sobrepobladas o contaminadas o asentamientos de refugiados se enfrentan a dificultades añadidas; entre ellas, a un acceso limitado a servicios esenciales o a espacios públicos o naturales, que en ocasiones quedan demasiado lejos de sus casas. Algo que ha quedado patente durante la cuarentena y que se traduce en incapacidad para ejercer su derecho al juego y en un aumento del estrés de las familias y los cuidadores.

La pandemia puede ser un punto de inflexión para repensar las ciudades y que estas sean más saludables, seguras, verdes, centradas en las personas y preparadas para posibles pandemias futuras. Un cambio de paradigma que, además, debe hacerse desde un enfoque de derechos de la infancia, como analizamos en nuestro segundo Cuadernos para la acción local con propuestas y pautas para una planificación urbana sostenible y responsable con la infancia.

¿Qué pueden hacer las ciudades de todo el mundo frente a estos desafíos? Para buscar una respuesta, el pasado 23 de julio tuvo lugar el webinar Color the World: An Urban Approach to Supporting Babies, Toddlers, and Their Caregivers in Times of COVID-19. Expertos en planificación urbana e infancia de diferentes países compartieron ideas para mitigar los efectos de la crisis COVID-19 en los niños y niñas pequeños y sus cuidadores y ofrecieron ejemplos sobre cómo garantizar una movilidad segura durante y después de la crisis, un momento que puede suponer un punto de inflexión para repensar las ciudades y hacerlas más amigables con la infancia.

 

Recuperar las calles para los niños y niñas

 

La necesidad de reclamar el espacio público en las comunidades existía durante la pandemia y sigue existiendo en este periodo de recuperación: es lo que sostiene Ankita Chachra, experta en urbanismo residente en Nueva York y directora de programas en la Asociación Nacional de Funcionarios Transporte en la Ciudad (NACTO por sus siglas en inglés) de la Iniciativa Global Designing Cities. Por eso, desde su asociación abordan la ciudad centrándose en el elemento de las calles: “Mucha gente no se da cuenta de que las calles son unas de las mayores redes de espacio público en nuestras ciudades, a veces casi un 30% del área que pertenece al público. Cuando trabajamos en las ciudades nos centramos en reimaginar y reclamar el espacio para usos más sostenibles”.

 

“Las calles son unas de las mayores redes de espacio público en nuestras ciudades”

 

Con la cuarentena, añade Chachra, se han dado cuenta de la necesidad de centrarse en el acceso local al espacio abierto y que las ciudades provean de espacio seguro para, por ejemplo, pasear e ir en bicicleta y den opciones para una movilidad higiénica y segura a los trabajadores esenciales. De hecho, en su guía Streets for Pandemic Response and Recovery, NACTO recopila estrategias de diseño urbano llevadas a cabo en todo el mundo para facilitar la movilidad urbana, proporcionar acceso seguro a los negocios y garantizar que las personas tengan un espacio seguro para las medidas sanitarias, mientras que en Designing Streets for Kids, Global Designing Cities reúne estrategias, programas y políticas que las ciudades de todo el mundo han utilizado con un objetivo: diseñar espacios que permitan a los niños y niñas utilizar las calles de forma segura.

 

La necesidad de contar con espacios de proximidad

 

Una zona amigable para la infancia también es aquella que garantiza que un niño o niña tenga los servicios, comercios o espacios que necesite lo suficientemente cerca de su casa. El investigador William Newton, de Arup, presentó durante el webinar la guía Proximity of Care, en la que su organización está trabajando para crear un nuevo enfoque de diseño urbano para la primera infancia en contextos urbanos vulnerables, como suburbios o asentamientos de refugiados. Este enfoque de proximidad en el que se basan “se desarrolló para comprender mejor las necesidades y limitaciones que enfrentan los niños y niñas pequeños, sus cuidadores y las mujeres embarazadas en los asentamientos informales y de refugiados; y en última instancia, ayudar a mejorar sus condiciones de vida y bienestar”, explican en el documento.

El enfoque de proximidad es también uno de los principios que ha destacado Daniella Ben-Attar, representante de la Fundación Bernard van Leer en Tel Aviv (Israel), ya que ha adquirido una especial relevancia durante la crisis: “Cuando comenzó la cuarentena, la gente sólo podía desplazarse a 100 metros de su casa. Eran los espacios públicos próximos a sus hogares los que ganaron más importancia. La gente intentaba buscar espacios cerca de casa que fueran “child-friendly”, y se reunió en los parques más próximos, incluso en los tejados… Pero las personas que no tenían esas oportunidades quedaron confinadas en sus casas. El principio de proximidad es algo que el gobierno municipal tiene que tener en cuenta: garantizar que todas las familias tengan un espacio público seguro y verde cerca”.

En Albania, Tirana, también se cerraron colegios durante la pandemia y hubo una estricta cuarentena a partir del 16 de marzo. “Cuando reabrieron las calles habíamos aprendido mucho sobre proximidad”, recuerda Simon Battisti, director de Qendra Marrëdhënie. Desde su organización hicieron una recomendación: que los residentes, especialmente los más mayores y los más jóvenes, contaran con más opciones de espacios abiertos cerca de casa, para poder realizar una actividad social más segura. “Pero en Tirana, y en muchos lugares de todo el mundo, un espacio abierto de calidad a menudo está demasiado lejos de donde vive la gente”, reflexiona Battisti. “Tienes un parque grande en medio de la ciudad al que la gente llega en coche y se tarda mucho en llegar. Durante la pandemia vimos muy claramente que lo ideal es poder llegar a un sitio público en cinco minutos”.

 

“Durante la pandemia vimos muy claramente que lo ideal es poder llegar a un sitio público en cinco minutos”.

 

Observando las respuestas que se daban a la crisis sanitaria por todo el mundo, Battisti señala que se dieron cuenta de inmediato que el transporte público en la ciudad, donde sólo hay un sistema de autobuses, no era suficiente: “Planificar qué iba a suceder cuando todo volviera a abrirse requería que el sistema de autobús tuviera un recambio, básicamente la bicicleta tendría que reemplazar al servicio de autobús”. La bicicleta de hecho supone un modo de desplazamiento que permite una movilidad segura y el distanciamiento físico necesario. Battisti concluye que las acciones que se tomen durante la cuarentena y la desescalada deben tener implicaciones a largo plazo para el sistema de movilidad de las ciudades: “No va a haber una vuelta a la normalidad”, subraya.

 

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