Tres noticias positivas y un reto para empezar el año

03/01/2023 | Agenda 2030, Covid-19, Objetivos de Desarrollo Sostenible, Pobreza, Política Estatal, Protección social

RichVintage - iStock

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  • En el abordaje de la pobreza infantil, la pandemia ha hecho retroceder muchos de los avances. Sin embargo, algunos datos muestran que caminamos en buena dirección y nos impulsan a seguir

 

En el mundo, los datos de pobreza infantil, exclusión social y desigualdad siguen siendo devastadores. Todos los países tienen muchos retos por delante, incluyendo países ricos como España, donde la situación de la infancia ha ido empeorando desde la crisis de 2008 y finalmente la pandemia de 2020.

Sin embargo, hay algunos datos que muestran que los esfuerzos dan sus frutos y que la lucha contra la pobreza infantil tiene más sentido que nunca.

He aquí algunas noticias positivas y algunos desafíos para comenzar con fuerza un año en el que seguiremos trabajando para garantizar el bienestar y los derechos de todos los niños, niñas y adolescentes.

 

La pobreza extrema se ha reducido

 

Aunque podamos tener otra percepción, la proporción de personas que viven en la pobreza extrema en todo el mundo ha disminuido continuamente durante los últimos dos siglos. La pobreza extrema global, uno de los problemas más graves a los que enfrenta el mundo y que afecta a la infancia, disminuyó sustancialmente durante la última generación. Hoy hay más de mil millones de personas menos viviendo por debajo de la Línea Internacional de Pobreza que en 1990.

 

pobreza infantil

Gráfico: La proporción y el número de personas que viven en la pobreza extrema (por debajo de la Línea Internacional de Pobreza de $2.15 por día). Fuente: Plataforma de Pobreza y Desigualdad del Banco Mundial

 

Es cierto que la escala de la pobreza mundial actual sigue siendo inaceptable. En las últimas estimaciones globales de pobreza extrema, para 2019, el Banco Mundial indicó que alrededor de 650 millones de personas, aproximadamente una de cada doce, vivían con menos de 2.15 dólares al día. Además, aunque la pobrezca extrema se reduzca a nivel global, no lo hace la desigualdad.

 

La mortalidad infantil sigue disminuyendo

 

Otra noticia positiva es que desde 1990 se han logrado progresos sustanciales a escala mundial para reducir las muertes infantiles. Según la OMS, el número total de defunciones de niños y niñas menores de cinco años (quienes más riesgo sufren) en todo el mundo ha disminuido de 12,6 millones en 1990 a 5,2 millones en 2019. Es decir, que la tasa mundial de mortalidad de niños menores de cinco años se redujo en un 59%.

Esto se ha logrado al intervenir en las causas más comunes de muerte, todas ellas prevenibles: complicaciones del parto prematuro, la asfixia o traumatismos durante el parto, la neumonía, las anomalías congénitas, la diarrea y el paludismo.

En cuanto a los niños y niñas de cinco a nueve años, la reducción de mortalidad ha sido de 61% desde 1990, gracias a la disminución de las enfermedades infecciosas.

 

Cada vez menos niños y niñas se quedan fuera de la escuela

 

Otro factor vinculado al progreso es el número de niños y, especialmente, de niñas que asiste al colegio. Los datos mundiales siguen siendo devastadores pero la tendencia invita a la esperanza. En 2014, había 60 millones de niños y niñas en edad de asistir a la escuela primaria que no lo hacían, y este número se ha reducido en 50 millones desde finales de la década de 1990.

El número total de niños en edad escolar primaria que no asisten a la escuela se ha reducido en 10 millones desde fines de la década de 1990. Un gran porcentaje de estos niños a quienes se les niega el derecho a la educación pertenecen a la zona de África subsahariana.

 

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Niños y niñas en edad de asistir a la escuela primaria no escolarizados, por región mundial, de 1986 a 2019. Fuente: UNESCO

 

La pandemia: un retroceso

 

En todo el mundo, todas estas tendencias positivas han sufrido un auténtico vuelco debido a la pandemia de la COVID-19. La crisis sociosanitaria ha golpeado duramente a los estratos más vulnerables de la población. Ahora, cuando la mayoría de países se encuentran en vías de recuperación, tienen por delante un importante desafío a la hora de retomar el rumbo en términos de garantía de derechos de infancia, incidiendo en la lucha contra la pobreza infantil.

España es un buen ejemplo del impacto de la COVID-19. Si bien hace un lustro existía en el país la tendencia de ir reduciendo poco a poco la tasa de pobreza y exclusión social severa de la población, por desgracia, la pandemia ha interrumpido dicha tendencia. El ejercicio marcado por la crisis es el primero en un lustro en el que no se mejoran las cifras del año previo.

En 2015, año designado para la evaluación de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, el indicador AROPE se redujo 0,9 puntos porcentuales. En los dos últimos años se ha perdido prácticamente la totalidad de lo poco que se había ganado en los cuatro años anteriores. Así, las cifras se mantienen prácticamente igual que al inicio de la Agenda 2030.

 

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Gráfico: datos de pobreza en España. Desviación de la tendencia que había marcado la Agenda 2030, a partir de los años de la pandemia. Informe AROPE

 

Si bien estos son datos de pobreza en la población general, niños y niñas resultan los más afectados. En la actualidad, nuestro país tiene una alta tasa de pobreza y desigualdad infantiles, e indistintamente de los diferentes grados de pobreza la infancia siempre es la población más vulnerable.

 

Mirando al futuro

 

Las cifras de los progresos globales contra la pobreza desde hace dos siglos deben darnos optimismo: muestran que es posible actuar y reducir esta lacra con las medidas adecuadas. Creer que la pobreza es inevitable y que la acción para combatirla está condenada al fracaso es un error. Recuperar el rumbo debe ser el reto al que todos nos encomendemos.

¿Cómo revertir en nuestro país este duro golpe que ha supuesto la crisis sociosanitaria? Una de las reflexiones que arroja el informe AROPE es que dejar al mercado como único garante de una vida digna resulta insuficiente, y que es necesario un escudo social a la hora de reducir la pobreza en el conjunto del territorio nacional.

A nivel estatal, los presupuestos para 2030 aprobados por el Gobierno incluyeron algunas medidas positivas destinadas a la lucha contra la pobreza infantil, como el aumento de becas, el incremento del ingreso mínimo vital o la deducción por maternidad. En cuanto a esta última medida, Gabriel González-Bueno Uribe opina que es positiva pero limitada: solo llega a los tres años, y deja fuera a muchas madres que están en situación de alta vulnerabilidad, dice. Por eso, propone pasar de esa deducción por maternidad a una deducción fiscal por crianza mucho más amplia.

“Cualquier incremento de la inversión en infancia es positivo”, añade. “Los presupuestos van a contribuir a la lucha contra la pobreza infantil, pero consideramos que el esfuerzo debería ser mayor en un momento como esta crisis”.

 

Las políticas locales jugarán un papel clave en la lucha contra la pobreza infantil

 

En 2015, los dirigentes mundiales aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, con 17 objetivos dirigidos a construir sociedades más pacíficas, justas y sostenibles. El Objetivo 10 tiene por objeto reducir las desigualdades y las disparidades de oportunidades, ingresos y poder.

Por otro lado, la implementación de la Garantía Infantil Europea supone también un paso adelante para reducir estas cifras en los próximos años, con medidas para garantizar el acceso a los servicios por parte de los niños, niñas, adolescentes y familias en riesgo de pobreza y exclusión.

Las Entidades Locales, que han estado haciendo una gran labor a la hora de paliar los dramáticos efectos de la pandemia en la infancia, tienen ahora un papel muy importante: continuar esta labor para recuperar el rumbo perdido tras la crisis.

 

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