- La Asamblea General de la ONU ha pedido a la Corte Internacional de Justicia que aclare las responsabilidades de cada Estado respecto a la crisis climática
- “A pesar de las evidencias y los llamamientos de los jóvenes, la acción climática global se está quedando corta”, dice la Directora Ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell
En el mundo, muchos niños y niñas están privados de un entorno saludable, incluso en las zonas más ricas. Pero son los países que menos aportan a la crisis climática quienes se ven desproporcionadamente afectados.
Uno de ellos es Vanuatu, un pequeño estado insular del Pacífico situado en primera línea del cambio climático y cuya supervivencia peligra. Sus ciudadanos, entre ellos muchos jóvenes, han liderado una campaña por la justicia climática, expresando cómo el cambio climático estaba afectando sus vidas y las acciones que estaban tomando para abordar estos problemas. Además, dos jóvenes de Vanuatu viajaron a Egipto para la COP27 para exigir a los líderes mundiales que se comprometan con sus responsabilidades ante este grave problema.
Finalmente, les han escuchado. El pasado mes de marzo, la Asamblea General de la ONU pidió a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que aclare las responsabilidades de cada Estado respecto a la crisis climática. La resolución, aprobada tras más de cuatro años de negociaciones con el respaldo explícito de 121 países, ha sido considerada una victoria frente a la crisis climática.
¿Qué supone esto? Por primera vez, la Corte Internacional de Justicia de la ONU tiene la tarea de determinar qué países están obligados a hacer para luchar contra el cambio climático.
Desigualdad generacional
“Los impactos del cambio climático no son equilibrados. Hay una gran desigualdad política y geográfica: lo sufren desproporcionadamente países que no ocasionan el problema, y los que más contribuyen sufren menos”, dice el investigador especializado en cambio climático Robert Hughes durante la presentación del informe Born into the climate crisis.
Hughes añade que existe también una desigualdad generacional, y recuerda que la población es cada vez más urbana y también más joven: la mitad de la población mundial tiene menos de 30 años. Los niños nacidos en 2020 tienen el doble de posibilidades de sufrir incendios, sequías o inundaciones respecto a los nacidos en 1960, y la posibilidad de experimentar olas de calor se multiplica por 6,8. Especialmente, aquellos niños y niñas en situaciones vulnerables, como los que tienen discapacidades o que viven en suburbios.
Una de esas chicas es Elizabeth Njoroge, que vive en un suburbio de Nairobi, donde “uno de los principales desafíos es la desconexión entre el gobierno y la comunidad”, dice. Frente a los retos medioambientales que afrontan ella y otros jóvenes, no se quedan de brazos cruzados: han puesto en marcha el proyecto Hope Raisers Future Project, “para tratar de conectar a la comunidad y el gobierno local y que puedan actuar sobre el cambio climático”.
Para ello, ella y otros jóvenes se valen de herramientas de narración digital: imágenes, audio, vídeos… “Los participantes escriben y producen sus propias historias y experiencias. Significa que tienen que estar capacitados para tener las habilidades para poder crear sus propias historias”, explica la joven. De ese modo, “las comunidades tienen la oportunidad de hacer preguntas al gobierno local”.
“La lección que aprendimos de los más jóvenes es que hay que ser ambiciosos y creativos y actuar rápido”, dice Hughes
“A los jóvenes a veces no se nos escucha”, denuncia Njoroge. “Uno de los aprendizajes del proyecto es que es importante que te involucres: aumenta la participación, ayuda a los jóvenes a sentirse importantes y a tomar control de los desafíos de nuestra comunidad”.
Hughes comparte su experiencia colaborando con gente joven: “La lección que aprendimos de ellos es que hay que ser ambiciosos y creativos, actuar rápido y entender y abordar las desigualdades”.
Un derecho de la infancia
En 2022, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció por primera vez que el acceso a un medioambiente sano, adecuado o ecológico es un derecho humano. Así, la Observación general n.° 26 (en elaboración) del Comité de los Derechos del Niño explicará qué deben hacer los gobiernos de todo el mundo para garantizar que la infancia viva en un mundo limpio, verde, sano y sostenible.
Sin embargo, un informe de UNICEF mostraba que solo el 34% de las políticas climáticas nacionales tienen en cuenta a los niños y niñas.
La Directora Ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell, recuerda que prácticamente todos los niños ya están expuestos a los peligros climáticos perturbadores. “El cambio climático también está relacionado con la inseguridad alimentaria y del agua, a la que los niños son especialmente vulnerables”, dice. “En esencia, la crisis climática es una crisis de los derechos de la infancia”.
“La crisis climática es una crisis de los derechos de la infancia”, dice Catherine Russell
Añade que “a pesar de las evidencias, los llamamientos de los jóvenes y el derecho humano recientemente consagrado a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible, la acción climática global se está quedando corta. Los líderes mundiales continúan haciendo promesas inadecuadas y avanzan lentamente en la reducción de emisiones, el financiamiento climático, la adaptación y el fortalecimiento de la resiliencia de la comunidad”.
Por todo ello, UNICEF está instando a los líderes mundiales y a la comunidad internacional a tomar acción contra el cambio climático de forma urgente, y de la única manera que puede garantizar la justicia climática y generacional: poniendo a la infancia y las generaciones futuras en el centro de la acción climática.