- Niños y niñas del sistema de protección tienen el mismo derecho a participar en las políticas de infancia o en el funcionamiento de los centros en los que residen. ¿Cómo se consigue en la práctica?
La participación es un derecho de todos los niños y niñas, también de aquellos que viven bajo el paraguas del sistema de protección o en acogimiento residencial o familiar. En 2021, nuestra guía metodológica ofreció pautas para establecer mecanismos de consulta y procesos de participación en el ámbito residencial. Pero, más allá de la teoría, ¿qué están haciendo las diferentes comunidades autónomas en la práctica?
¿Cómo garantizar la participación de la infancia en acogimiento residencial?
Conocemos tres experiencias compartidas en un seminario el pasado 28 de marzo.
El vídeo completo del seminario:
Cabildo de Tenerife: “Queríamos crear un órgano donde pudieran contribuir a que los centros fueran mejores”
En el Cabildo deTenerife, fue en 2015 cuando en el órgano de profesionales del ámbito de la protección tuvieron una buena idea: incluir en la mesa a las familias y a los niños y niñas. Desde entonces, “todos los niños y niñas saben que tienen una mesa de valoración donde tienen la oportunidad de expresar cuáles son sus deseos. Allí se va a decir algo tan importante como ‘continúo en el centro, me voy con mi familia’, etc.”, explica Ana Elba Herrera, subdirectora de la Unidad Orgánica de Infancia y Familia del IASS del Cabildo de Tenerife.
Más tarde, en 2018 se creó el Consejo de Participación de adolescentes en acogimiento residencial, a partir de una convocatoria general “destinada a niños, niñas y adolescentes en acogimiento residencial, diciéndoles que queríamos crear un órgano donde pudieran expresar lo que pudiera contribuir a que los centros fueran mejores”.
“Decidimos con ellos qué queríamos del consejo, cómo les gustaría que estuviera configurado…”
En ese proceso participativo estuvieron implicados los niños y niñas y también los directores de los centros. “Decidimos los objetivos con ellos. Qué queríamos del consejo, cómo les gustaría que estuviera configurado… Todo ese trabajo participativo permitió que formalizáramos unos estatutos del Consejo y empezáramos a caminar”, añade Elba.
¿Para qué crear este consejo? Elba explica que su objetivo era conseguir una participación efectiva y permanente, así como que hubiera comunicación entre los niños, niñas y adolescentes y la Unidad de Infancia como responsable.
En cuanto a su funcionamiento, cree que una de las claves es que atienden a las demandas de los chicos y chicas y se les dan respuesta; eso hace que el nivel de implicación y motivación sea alto: “Ellos saben que todo lo que se habla allí tiene que tomar tierra de alguna manera, en acciones, no solo en palabras”, explica.
Comunidad Valencia: “Cuando empoderamos a los niños y niñas abrimos infinitos espacios de participación”
En la Comunidad Valenciana, la creación de una Dirección General de Infancia y Adolescencia en 2016 fue un importante punto de partida. A partir de entonces, “hemos generado una cultura de la participación infantil bajo la premisa de su derecho a ser escuchados”, dice Rosa Molero, directora general de Infancia y Adolescencia de la Generalitat.
Molero destaca que a partir de contar con ese órgano específico la cultura de la participación infantil y adolescente se ha instalado: hoy cuentan en la Comunidad con 69 consejos locales, un Consejo Autonómico y un Consejo de la Infancia y Adolescencia en el Sistema de Protección. Además, su Estrategia Valenciana de Infancia y Adolescencia se ha llevado a cabo con las aportaciones de niños y niñas.
“El reto fue incorporar a la estrategia la voz de los niños y niñas del sistema de protección”
“El reto que nos planteamos fue incorporar la voz de los niños y niñas del sistema de protección”, dice Fernando Monfort, jefe del Servicio de Promoción de Derechos de la Dirección general de Infancia y Adolescencia de la Generalitat. “Era la primera vez que íbamos a articular algún canal o alguna vía para que los niños y niñas de las residencias y los hogares, también los que están en acogimiento familiar, pudieran opinar sobre qué acciones debía recoger esta estrategia”.
En la Comunidad Valenciana no partían de cero: todos los hogares y residencias contaban con consejos de centro, donde los niños y niñas ya participaban en decisiones de la vida cotidiana de las residencias. En ese marco, la Generalitat elaboró una guía sobre participación infantil y adolescente en contextos de protección junto a UNICEF y la Asociación Somllar.
La representante de Somllar, Lola Haro, habla del consejo de participación interno de esta entidad, que fue creado en 2017 al ver que las asambleas que ya existían entre los centros y las residencias se quedaban cortas: “Es un pilar fundamental en la entidad y ha cambiado nuestra mirada. [Los chicos y chicas] nos dicen: en los consejos y las asambleas damos nuestra opinión, hablamos de nuestros derechos y somos escuchados”.
“Cuantos más espacios de participación infantil se generen, más interconexión se va a producir entre ellos y más enriquecimiento”
“Cuando empoderamos a nuestros niños y niñas abrimos ya infinitos espacios de participación. Se van multiplicando”, añade. Para Haro, el reto ahora es mantener el consejo y los programas de participación infantil activos, sin que dependa de quién esté en dirección.
“Abrir los espacios formales a los niños, niñas y adolescentes como parte activa hace que a estos espacios no solo entre aire fresco, que les hace falta, sino que se salen reforzados e incluso se crean espacios seguros”, coincide Monfort. Además, cree que permite abordar uno de los retos de la participación plena: la dificultad de que niños y niñas de determinados colectivos estén suficientemente representados. “Cuantos más espacios de participación infantil se generen (en ayuntamientos, sistema de protección y en otros lugares), más interconexión se va a producir entre ellos y más enriquecimiento de esa participación se va a producir”.
Principado de Asturias: Un comité de niños en acogimiento residencial para “crear un espacio de reflexión y encuentro”
En el Principado de Asturias, donde un porcentaje importante de ayuntamientos tienen un consejo o foro de participación y la infancia participa de forma activa en la elaboración de los planes municipales, también existe un proyecto de participación en acogimiento residencial. Creado tras un proceso colaborativo con todos los centros y de la mano de la asociación los Glayus, se materializó en el primer comité de participación de infancia y adolescencia en los recursos de acogimiento residencial.
La finalidad de este comité es “crear espacio de debate, reflexión y encuentro entre ellos”, como explica Marta del Arco, directora general de Infancia Gobierno de Asturias. También, “construir un instrumento de consulta que da voz a los niños y niñas, organiza a los centros y contribuye a la planificación autonómica”. Por último, su fin es acercar a la infancia de los centros a los foros municipales.
“Es un sistema participativo perfectamente conectado: los niños de los centros participan en encuentros autonómicos y foros municipales, se conocen, conviven…”
“Es un sistema participativo perfectamente conectado”, dice del Arco. “Entre los niños y niñas que estén en acogimiento familiar hay algunos que están participación en consejos municipales. Están tan conectados que los niños de los centros participan en encuentros autonómicos y en los foros municipales. Se conocen, han convivido en el encuentro autonómico…”
Beatriz Álvarez, de los Glayus, habla de cómo ha sido en la práctica la dinamización de este espacio y los procesos participativos: los mecanismos de escucha y recogida de opiniones de los chicos y chicas, el uso del juego para crear espacios amigables y protectores, propuestas como que hubiera unos buzones gestionados por ellos para meter quejas y sugerencias… Y, finalmente, la creación de un díptico con todas las aportaciones de la infancia, presentado en el Aula Municipal de Derechos de Infancia en Asturias.
“Compartir espacios con otros niños y niñas, contar con toda naturalidad quienes eran y de dónde venían, era una forma de normalizar”
“Ver a aquellos chicos y chicas allí creo que fue maravilloso. Compartir espacios con otros niños y niñas, contar con toda naturalidad quienes eran y de dónde venían… Era una forma de normalizar que son niños y niñas y no por estar en un centro son malos”, recuerda Álvarez.
Para del Arco, la participación infantil “nos ha enseñado el ejercicio de un derecho. Participar es sentirse de un sitio, creer que tenemos qué aportar y qué decir. Nos queda a los adultos escucharlos”. Y advierte que si las administraciones no apoyan la participación, crean espacio y hacen de ello un derecho, todas estas experiencias van a ser “actuaciones asiladas”.