participación infantil

Consejo de Infancia de Quart de Poblet (quartdepoblet.es)

 

  • En España hay más de 28.000 niños, niñas y adolescentes organizados en consejos locales de participación
  • Un nuevo informe de UNICEF España recoge experiencias inclusivas y significativas en consejos locales de infancia y adolescencia, y da ocho claves que facilitan la participación

 

La participación infantil no solo es un derecho de la infancia: es uno de los principios rectores de la Convención sobre los Derechos del Niño. Y, en el contexto local, la figura del consejo de participación infantil y adolescente es esencial para garantizarla.

En España ya existen 342 entidades locales que forman parte de la red de Ciudades Amigas de la Infancia, y en ellas más de 28.000 niños, niñas y adolescentes están organizados en consejos locales de participación.

Por ello, desde UNICEF España en colaboración con la Universidad de Barcelona hemos publicado un nuevo informe que recoge algunos ejemplos de experiencias de participación inclusivas y significativas, y que presentamos el pasado 22 de junio en un seminario online.

 

 

El impacto de la pandemia

 

Con la llegada de la crisis sanitaria del COVID-19 y el confinamiento, muchos de los consejos de infancia intentaron mantener el trabajo de manera virtual; sin embargo, ese empeño no ha impedido que la pandemia haya socavado el ejercicio del derecho a participar de miles de niños y niñas.

Rober, del Foro Joven de Asturias y parte del Grupo Asesor de UNICEF, reconoce que el confinamiento tuvo algunos aspectos positivos, como el impulso de las plataformas digitales, pero a la larga confirma que ha habido un declive en la participación de muchos chicos y chicas: “La propia participación del grupo se vio en detrimento por usar solo plataformas virtuales. Al final el contacto humano es vital, el cara a cara”, dice. “Hay espacios que esperamos volver a recuperar”.

En Quart de Poblet (Comunidad Valenciana) también notaron que la pandemia reducía la participación: “Los niños, niñas y adolescentes fueron perdiendo su asistencia a esas reuniones”, recuerda Juana López, técnica de Infancia y Adolescencia, Juventud y Participación Ciudadana del Ayuntamiento. “Estaban cansadas de estar conectadas a la red. Se sentían saturadas por estar tanto tiempo en la pantalla en vez de con su familia o haciendo otro tipo de actividades. La hiperconectividad les generaba cierta ansiedad”.

Aranxta Mallo, de la Concejalía de Juventud e Infancia de Fuenlabrada (Madrid), coincide en que las sesiones online comenzaron a cansar sobre todo a los más pequeños: “Les hemos vuelto a recuperar cuando hemos podido hacer con ellos otra vez sesiones presenciales”, cuenta.

 

Pilares de la participación

 

Frente a la necesidad de volver a potenciar el derecho a participar, el nuevo informe de UNICEF España recupera experiencias participativas muy inspiradoras, “una pequeña muestra de las diferentes experiencias que hay en el país”, como explica Sílvia Casanovas, responsable de políticas locales y participación de UNICEF España.

Lo hace teniendo en cuenta “la diversidad territorial: experiencias locales y otras supramunicipales, algunas con una normativa autonómica muy consolidada y otras que no tienen normativa como tal pero que son funcionales”.

 

Experiencias participativas de niños, niñas y adolescentes desde el ámbito local: pilares que facilitan la participación

 

“Partimos de que hay muchas formas de que niños, niñas y adolescentes se organicen y participen en sus municipios”, dice Ferran Crespo i Torres, de la Universidad de Barcelona. El informe aspira a “poner en valor todas estas formas, con el deseo de que estas transiten hacia formas más implicativas y no quedarnos solo con formas de consulta e informativas”.

Los autores del estudio han presentado los hallazgos de su investigación y han recopilado ocho pilares que facilitan la participación en los consejos locales de infancia y adolescencia:

 

1. Compromiso político

 

Un consejo infantil debe ser capaz de incidir en la agenda política; de lo contrario, la participación no es inclusiva y significativa. Ana Novella, de la Universidad de Barcelona, ha aportado algunos de los elementos necesarios para que esto ocurra: que haya un trabajo interrelacionado y transversal, una estrategia funcional o la capacitación del equipo profesional (con formación continuada para todos los técnicos municipales de todas las áreas), entre otros.

Otro elemento importante es la visibilización del consejo y sus actividades, de forma que todo el municipio (incluyendo los niños y niñas) conozca que existe este órgano. Rober explica cómo lo hacen ellos:

“En Avilés se da a conocer a través de charlas en colegios e institutos. A la hora de captar funciona más bien del boca a boca: tráete amigos, vente a hacer actividades en los centros, etc.”.

“El Foro Asturiano recoge gente que ya es mayor [de 18 años], la gente que sigue interesada y sigue queriendo y pudiendo participar, aunque también puedes traerte un amigo de la uni que nunca ha participado, por ejemplo”.

 

2. El municipio como ecosistema participativo

 

El municipio es un agente socioeducativo y a la vez un espacio político: “Los niños, niñas y adolescentes deben tener espacios de participación e interconexiones para que puedan tomar parte de las decisiones municipales”, señala Novella.

Para los autores del informe, la participación de niños, niñas y adolescentes en los municipios no se garantiza con la constitución de un consejo municipal: es necesario establecer un ecosistema de participación amplio, diverso y sostenible, coliderado entre equipo de gobierno y
niños, niñas y adolescentes.

 

3. Los procesos de renovación y constitución

 

Para Novella, estos procesos son uno de los pilares fundamentales, ya que permiten establecer compromiso de implicación ciudadana. Por ejemplo, el proceso de constitución del consejo es el acto público donde el equipo de gobierno hace oficial su necesidad de contar con la ciudadanía infantil y adolescente para colaborar en la gobernanza de la ciudad.

Ambos procesos “deben hacerse en colaboración de los chicos y chicas, y debe permitir que su reglamento va a ser revisado y actualizado con la colaboración de ellos”, dice Novella. Tienen que ser públicos, transparentes e informados.

 

4. Las funciones del consejo

 

Los chicos y chicas de los consejos se atribuyen determinadas funciones, es decir, las bases del hacer del consejo concretadas en su plan de trabajo. En los ejemplos de consejos que han analizado para el informe, Novella destaca las funciones más comunes:

“Una de las principales es velar por los derechos de la infancia en sus municipios”, dice. Otras funciones son “hacer llegar las necesidades y propuestas del colectivo ciudadano infantil al equipo de gobierno; colaborar en el desarrollo de esas facciones; contribuir en la elaboración de las políticas y las estrategias (como el Plan de Infancia); promover iniciativas y proyectos que atiendan a sus necesidades, o potenciar la participación de sus iguales”.

 

5. La metodología

 

Después de establecer las funciones, es hora de plantearse la metodología del consejo: ¿cómo se organizan los niños y niñas?, ¿qué estructuras organizativas van a establecer?, ¿cómo serán las reuniones? Etc.

Esta metodología también la deben diseñar los propios chicos y chicas. Ellos definen su propio plan de trabajo, a través de asambleas donde configuran los roles y el plan de acción, contando con acompañamiento adulto.

 

6. Trasformación, influencia y rendición de cuentas

 

Sobre la participación transformadora ha hablado Marta Beatriz Esteban Tortajada, investigadora de la Universidad de Barcelona. Este tipo de participación genera cambios a tres niveles: individual, grupal (actuando juntos construyen una identidad ciudadana) y sociocomunitario (el ejercicio de la participación produce cambios en el entorno).

La influencia, por otro lado, es la “capacidad de incidir en la comunidad, municipio o entorno. Para que sea real hay ciertos condicionantes. El consejo debe saber que sus voces no solo son escuchadas sino tenidas en cuenta y consideradas”.

Por último, Esteban Tortajada ha hablado de un elemento crucial: la necesidad de que haya una rendición de cuentas por parte de las autoridades: “Es el retorno que se le da a niños, niñas y adolescentes de las decisiones que se han adoptado en cuanto a sus propuestas, opiniones, recomendaciones y sus proyectos”.

Un ejemplo lo encontramos en Quart de Poblet:

“Las niñas y niños del consejo, cuando tienen una propuesta o algo que les preocupa, necesitan pedir explicaciones”, explica López. “Nos piden la asistencia del concejal, personal técnico, policía o el representante político del tema que les interese a su demanda”.

Para ello, el Foro de Infancia es un espacio para que todos los niños y niñas del municipio puedan hablar con los representantes políticos. “Se les hace devolución siempre de todas las propuestas o procesos en los que participan desde el área que corresponda”, añade. “Por ejemplo, se han hecho intervenciones urbanísticas a demanda de los niños y ellos han visitado y vigilado el proceso de construcción de ese parque o esa zona, para ver sus aportaciones”.

 

7. Evaluación y metaparticipación

 

La evaluación no debe venir desde fuera, sino que la desarrolla el mismo grupo: “Observamos que la evaluación es una herramienta colaborativa. No es un fin sino un medio para pararse a reflexionar”, expone Esteban Tortajada.

Un ejemplo sería “pararnos a pensar cómo estamos como grupo, nos sentimos a gusto, qué necesitamos. Evaluar el proceso, las necesidades que van surgiendo en cada situación”. Esta evaluación favorece el empoderamiento, añade, porque permite al consejo tomar las riendas.

Los espacios de evaluación permiten pensar la participación más allá de la participación (lo que los autores del informe llaman “metaparticipación”).

 

8. El sentido de agencia

 

El sentido de agencia se refiere a la percepción de la capacidad que uno tiene para actuar y alcanzar unos fines o metas que uno mismo se ha propuesto.

“Hay contextos que son posibilitadores del sentido de agencia y otros que son limitadores o imposibilitadores”, explica Esteban Tortajada. Un contexto posibilitador es, por tanto, aquel en el que se reconoce y se valida al sujeto y al colectivo, y donde ambos actúan en libertad y pueden marcarse sus objetivos y metas, disponiendo de los medios para alcanzarlos.

“Las experiencias que hemos analizado se presentan como contextos posibilitadores para el desarrollo para los niños, niñas y adolescentes de este sentido de agencia”, añade. En todas esas experiencias había elementos comunes:

  • niños y niñas contaban con información suficiente para poder participar y actuar
  • podían controlar en mayor o menor medida medios y recursos
  • se sabían tenidos en cuenta
  • formaban parte de las tomas de decisiones
  • podían alcanzar metas
  • la participación no sea simbólica sino auténtica
  • había espacios para la evaluación

 

 

 

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