- La actual crisis sanitaria podría provocar que, para finales de 2020, haya 86 millones más de niños y niñas viviendo en hogares pobres
- La pandemia aumentará la transmisión de la pobreza entre generaciones, a no ser que se tomen medidas de protección social
¿Influye en nuestro nivel de ingresos la situación económica que hayamos tenido durante la adolescencia? Parece que sí. Según los datos recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE), de los adultos que vivían en hogares con una situación económica mala o muy mala en su adolescencia, el 34,2% tiene ingresos muy bajos en la actualidad mientras que el 9,4% tiene ingresos muy altos. Por su parte, de aquellos que vivían en hogares con una situación económica buena o muy buena, un 13,2% tiene hoy ingresos muy bajos en la actualidad y el 29,9% tiene ingresos muy altos.
Esos datos vienen a mostrar la existencia de la transmisión intergeneracional de la pobreza, fenómeno que refleja las dificultades que tiene una generación que ha vivido sus primeros años en un hogar en situación de pobreza para generar un cambio ascendente en el estatus socioeconómico con relación a la generación anterior.
El nivel de formación alcanzado también es un elemento que tiene consecuencias: según el mismo estudio del INE, de los adultos que vivían en hogares con una situación económica mala o muy mala, un 26,9% tiene educación primaria o inferior y solo un 15,8% educación superior. Por su parte, el 3,0% de los adultos que vivían en hogares con una situación económica buena o muy buena tiene educación primaria o inferior y un 56,5% educación superior.
Gran parte de los estados de la UE han retrocedido en justicia intergeneracional, el concepto que define la capacidad de las nuevas generaciones de tener las mismas oportunidades que las generaciones anteriores. La pandemia parece que dejará una crisis esconómica sin precendentes (ya hemos visto que la caída del PIB del segundo trimestre, del 18,5%, fue solo comparable a la que se vivió en la Guerra Civil), y se habla de una “generación perdida de jóvenes“. Es por todo ello urgente tener en cuenta qué podemos hacer para evitar la transmisión de la pobreza entre generaciones y proteger así a la infancia y la adolescencia.
La situación tras el COVID-19: 86 millones más de niños y niñas vivirán en hogares pobres a finales de año
La actual crisis sanitaria por COVID-19 podría provocar que, para finales de 2020, haya 86 millones más de niños y niñas viviendo en hogares pobres en todo el mundo: supondría un aumento de un 15%. En países de bajos y medianos ingresos, el número de niños que viven en hogares pobres hasta alcanzar un total de 672 millones.
El informe que ofrece estos datos, elaborado por UNICEF y Save The Children, especifica que la pandemia está teniendo, entre otras repercusiones, la pérdida de ingresos familiares, que está haciendo que disminuya el acceso a servicios básicos de las familias y exponiendo a miles de niños y niñas en todo el mundo a peligros de abusos, explotación o matrimonio infantil. Todo esto se agrava en países en conflicto o violencia. En estas circunstancias, el coronavirus puede perpetuar el ciclo de la pobreza generacional al no poder las familias resistir la crisis financiera derivada de la pandemia y carecer de acceso a cualquier forma de protección social.
En España, el webinar organizado por el Observatorio de la Infancia en Andalucía (OIA) en colaboración con la Escuela Andaluza de Salud Pública ha concluido que existe un riesgo de transmisión intergeneracional de la pobreza en las familias sin recursos. Durante el encuentro online, los expertos defendieron la necesidad de reforzar las políticas públicas que puedan influir en el bienestar de la infancia, especialmente las políticas educativas, de vivienda y de apoyo familiar.
Pero, además, la pandemia ha creado una brecha educativa estrechamente vinculada con la brecha digital. Según nuevos datos del INE, nueve de cada diez hogares españoles tiene acceso a Internet, pero en el tramo de ingresos más bajos (900 euros mensuales netos o menos), solo el 9,2% de los hogares con niños carecen de acceso a Internet. Cerca de 100.000 hogares no pueden conectarse a la red. España, con la tasa de abandono escolar más alta de la Unión Europea, corre el riesgo de que muchos más niños y niñas se descuelguen por completo de la educación ahora que los centros educativos permanecen cerrados.
Medidas para romper el círculo de pobreza
Para evitar que el número de niños y niñas que entran en la pobreza se dispare deben tomarse medidas urgentes orientadas a proteger a las familias de las dificultades económicas que está ocasionando y va a ocasionar la pandemia. Por ello, desde UNICEF proponemos medidas como ampliar los sistemas y los programas de protección social (como las transferencias en efectivo, la alimentación escolar y las prestaciones por hijos a cargo); los gobiernos deben, además, invertir en protección social, políticas fiscales y políticas de empleo y mercado laboral para proteger a las familias. Además, garantizar el acceso universal a una atención de la salud de calidad y a otros servicios debe ser una prioridad, así como invertir en políticas favorables a la familia, como las licencias remuneradas y los servicios de atención para los niños.
Se trata de medidas que darán respuesta a las necesidades económicas inmediatas pero que a largo plazo evitarán que esa maldición de la pobreza intergeneracional siga perpetuándose.
Materiales:
- La reconstrucción social y económica en clave de derechos de infancia, UNICEF España
- UNICEF España frente a la crisis originada por el Covid-19