“Los jóvenes están preocupados por el futuro, pero se ven a sí mismos como parte de la solución”

24/11/2021 | Covid-19, Participación Infantil

Jóvenes desafíos globales

Fotografía: Suad Kamardeen / Unsplash

 

  • La mayoría de los adolescentes cree que es muy importante que los dirigentes políticos escuchen a la infancia, según la encuesta Changing Childhood Project de UNICEF
  • Aunque los jóvenes a nivel mundial ven el futuro con esperanza, en los países ricos no son tan optimistas: en España, solo el 30% considera que estará mejor que sus padres
  • “Ambas generaciones, la de los jóvenes y la de los mayores de 40 años, coinciden en que el futuro económico va a ser más complicado para quienes son hoy niños que el de sus padres”, explica Lucía Losoviz

 

Nos enfrentamos a una época de grandes transformaciones y desafíos a nivel global, incluyendo crisis socioeconómicas y medioambientales. Por eso, la mirada de los más jóvenes es especialmente interesante a la hora de encontrar soluciones comunes que miren al futuro. Sin embargo, los niños, niñas y adolescentes son precisamente uno de los colectivos más ignorados en las grandes tomas de decisiones.

Un ejemplo ha sido la pandemia del COVID-19, un desafío a nivel global en el que los jóvenes de todo el mundo reconocen haberse sentido ignorados a la hora de buscar una solución común a la emergencia. Muchos de ellos creen que no se han escuchado sus opiniones y necesidades, a pesar de sus ganas de colaborar y participar en la búsqueda de la salida a esta crisis.

¿Cómo vive la infancia en este mundo en transformación? ¿Se sienten los niños, niñas y adolescentes con capacidad para hacerse oír, actuar e influir en el mundo que les rodea y en las decisiones que les afectan? ¿De qué forma perciben y afrontan los grandes cambios y desafíos del mundo actual?

Para responder a estas preguntas se ha llevado a cabo el Changing Childhood Project, la primera encuesta que pregunta a varias generaciones sus puntos de vista sobre el mundo. El proyecto ha sido una colaboración entre UNICEF y Gallup y, por medio de a personas de entre 15 y 24 años y de 40 años o más en 21 países, busca responder a dos preguntas: cómo es crecer hoy en día y ¿n qué medida los jóvenes ven el mundo de forma diferente a los adultos.

 

Capacidad para actuar y hacerse oír

 

En la mayoría de los países la edad a la que se permite ejercer el derecho a voto son los 18 años; sin embargo, en muchos países los chicos y chicas proponen reducir esa edad. El estudio muestra que es una propuesta especialmente común en los países de ingresos altos. Es también el caso en el Camerún y el Líbano, aunque en ambos casos influye que la edad para ejercer el derecho a voto es muy alta: 20 años en el Camerún y 21 en el Líbano.

Sin embargo, hay otras formas aparte del voto para que los niños y niñas puedan hacerse oír y tengan mayor control sobre sus vidas. Cada vez más chicos y chicas son conscientes de que la política no es algo abstracto que no vaya con ellos, y aunque no puedan votar quieren formar parte de los cambios que les afectan, principalmente a nivel local.

El estudio muestra que la mayoría de los chicos y chicas de todos los países considera que es muy importante que se escuchen las opiniones de la infancia. Entre los 15 y 24 años, un 58 % de los jóvenes manifiesta que es muy importante que los dirigentes políticos escuchen a los niños y niñas a la hora de tomar decisiones.

Y, curiosamente, las personas mayores están de acuerdo: un 53% de aquellos que tienen 40 años o más opina lo mismo.

Los adultos de los países en desarrollo, donde los niños y niñas constituyen un porcentaje de población mayor, tienen muy claro que la voz de la infancia importa frente a aquellos de los países de ingresos altos

Los países en desarrollo tienen más claro que la voz de la infancia importa, y se muestran más a favor de que los dirigentes políticos escuchen a los niños. Resulta especialmente lógico que se escuchen las voces de los niños y niñas en el mundo en desarrollo, donde los niños constituyen un porcentaje mayor de la población. Dos ejemplos son Nigeria (donde un 94% de la gente es de esta opinión) y Zimbabwe (con un 89%): en ambos países, la mitad de la población son niños y niñas.

Sin embargo, los adultos de los países de ingresos altos no lo tienen tan claro. En promedio, solo el 47% de las personas mayores de estos países, en los que solo un 20% de la población son niños y niñas, afirma que es muy importante que los políticos los escuchen.

 

Jóvenes bajo presión

 

¿Experimentan los niños y niñas de hoy más presión para tener éxito que sus padres? El estudio muestra que esta es la percepción generalizada: es lo que opina el 59% de los jóvenes.

Esta presión se traduce para los niños, niñas y adolescentes en estrés, ansiedad y nerviosismo, sensaciones que afirman haber experimentado una tercera parte de los chicos y chicas encuestados (un 36%) frente al 30% de las personas mayores. Además, el 19% de ellos y ellas afirma sentirse con frecuencia deprimidos o tener poco interés por realizar actividades, lo que contrasta con el 15% de las generaciones mayores.

Sin embargo, la brecha generacional con respecto a la ansiedad no es la misma en todos los países. Las generaciones más jóvenes sienten relativamente más ansiedad en Estados Unidos de América, Francia y Alemania.

Es cierto que la crisis sanitaria ha sometido a mucha presión a la infancia y adolescencia, poniendo en riesgo el bienestar y la salud mental de millones de niños y niñas en todo el mundo.

 

«La salud mental debería ser algo de lo que se hablara en todas las casas»

 

Esperanza hacia el futuro

 

En un momento de gran incertidumbre, en el que vivimos una crisis sociosanitaria, otra económica y una crisis climática en el horizonte, parece difícil ver con optimismo el porvenir. La mirada de los más jóvenes resulta particularmente interesante porque ellos serán los adultos y adultas de las próximas décadas. ¿Se sienten esperanzados, o experimentan ansiedad hacia el futuro?

Por un lado, es cierto que la mayoría de los chicos y chicas cree que el mundo va mejorando con el paso del tiempo. Están de acuerdo en que la infancia ha vivido grandes avances durante la última generación en materia de calidad de la asistencia sanitaria, calidad de la educación, seguridad física, bienestar mental, oportunidades para jugar, acceso a alimentación saludable y acceso a agua limpia.

A pesar de que una cifra muy elevada de niños de todo el mundo sigue experimentando carencias y se les niegan sus necesidades más básicas, esta percepción es cierta: en las últimas décadas el mundo ha registrado progresos asombrosos en estas materias, como la disminución de la mortandad infantil: en 1990, el 9% de los niños no llegaba a cumplir los cinco años; en 2020, ese porcentaje se había reducido a menos del 4%.

Por otro lado, a la hora de valorar las perspectivas económicas de sus países, los y las jóvenes muestran más optimismo que las generaciones más mayores. Algo más de la mitad de ellos (el 54%) cree que los niños y niñas de su país tendrán una mejor situación económica que sus padres cuando crezcan.

En todos los países salvo tres –India, Marruecos y Nigeria–, los y las jóvenes expresan mayor optimismo que las personas mayores.

Curiosamente, este optimismo y fe en el progreso disminuye en los países ricos. Allí es dos veces más probable que los chicos y chicas prevean que la infancia de hoy una peor situación económica que sus padres y madres. Cuando miran hacia su futuro, los y las jóvenes de los países ricos muestran preocupación por el malestar económico.

Tres de cada cinco jóvenes manifiestan creer que el mundo progresa hacia un futuro mejor, aunque esa opinión varía de un país a otro. En Indonesia son más optimistas: el 82 % cree que el mundo se está convirtiendo en un lugar mejor. Por el contrario, solo el 29 % de los jóvenes de Malí comparten esta visión positiva de nuestro mundo.

“Ambas generaciones, la de los jóvenes y la de los mayores de 40 años, coinciden en que el futuro económico va a ser más complicado para quienes son hoy niños que el de sus padres”, explica Lucía Losoviz, responsable de Participación Infantil de UNICEF España. “Aunque, en general, los jóvenes son más optimistas sobre el futuro del mundo, lo cierto es que en los países ricos se hace patente la ansiedad económica”.

“Y, además, los adolescentes y jóvenes sienten, en todos los países, que se les presiona más para tener éxito en ese futuro que, a nivel económico, no ven claro”, añade.

En general, cómo los niños, niñas y adolescentes vean el futuro es importante para los pasos que demos a día de hoy: los más jóvenes, con sus experiencias y perspectivas, pueden servir de orientación a la hora de garantizar un mejor futuro para todos y todas.

“No faltan razones para el pesimismo en el mundo actual: el cambio climático, la pandemia, la pobreza y la desigualdad, el aumento de la desconfianza y un nacionalismo creciente. Pero hay un motivo para el optimismo: los niños y los jóvenes se niegan a ver el mundo a través de la lente sombría de los adultos”, dice Henrietta Fore, directora ejecutiva de UNICEF.

“En comparación con las generaciones anteriores, los jóvenes del mundo siguen teniendo esperanza, una mentalidad mucho más abierta y están decididos a lograr que el mundo sea un lugar mejor. Los jóvenes de hoy están preocupados por el futuro, pero se ven a sí mismos como parte de la solución”.

 

Destacamos

Últimas noticias

Ir al contenido