Uno de los problemas del acoso escolar es que, generalmente, al niño, niña o adolescente que lo sufre le resulta difícil contar lo que le sucede. En ese caso, ¿cómo es posible para padres, tutores y profesores detectar que existe un problema? Una vez detectado, ¿cómo actuar? ¿Qué actores son los encargados de solucionarlo? Con el nombre de ‘Conecta con la realidad de tu hijo’, desde UNICEF España publicamos una guía para prevenir el acoso escolar dirigida a padres y madres con el objetivo de dar respuesta a todas esas preguntas.
Preguntas que, precisamente, se formularon Luis y Raquel cuando su hija comenzó a comportarse de forma extraña, aislarse y sufrir pesadillas. Esas señales les pusieron en alarma y hablaron con la tutora. La historia la cuentan en ‘Guiados contra el Bullying’, serie de tres programas cuyo fin es ahondar en este problema, a través de entrevistas con expertos o personas que han experimentado acoso escolar, una situación negativa a la que se enfrentan miles de niños y niñas. Tanto los testimonios como la guía abordan dos ámbitos: el familiar y el educativo, definidos por los autores como “esenciales para la protección de la infancia y adolescencia”.
Cómo puede actuar la familia
La guía ofrece cuatro claves para anticiparse al acoso escolar: entender a los niños y niñas poniéndose en su piel, conectar con ellos de forma natural y estar pendiente de las señales que indiquen que algo va mal, como hicieron Luis y Raquel. La cuarta clave es actuar, pero, ¿cómo? “Es difícil”, dice Luis en la entrevista, aunque afirma que su recomendación para otros padres es, en primer lugar, arropar a los hijos, creerles y descartar frases como “son cosas de niños”. En segundo lugar, recomienda acudir al centro educativo, pero también “hablar con alguna organización que te asesore de los pasos que tienes que dar, porque lo centros educativos muchas veces intentan minimizar la gravedad de esta situación para que no vaya a más”.
Elisa Reyes, maestra especializada en educación infantil y educación especial, también participa en el primer capítulo del programa y explica qué haría ella si su hija estuviera sufriendo acoso por parte de sus compañeros: “Lo primero que haría sería informar al colegio”, explica. “Después hablaría con ella para saber cuál ha sido la raíz, cómo se ha ido desenvolviendo ese problema. Previamente, he tenido que tener un clima de conversaciones, de diálogos, de hablar de sentimientos, de preocuparme por su mundo…”
El papel de los centros educativos
El entorno escolar debe adoptar medidas para garantizar la protección del niño o niña, promover el conocimiento de la infancia, de los riesgos de su entorno y fomentar su autoprotección, según el informe. Todo eso en colaboración “con los padres, madres y tutores, para trabajar con ellos de manera constante y cercana”. “El niño tiene derecho a sentirse protegido dentro del colegio”, apunta Reyes, y añade que hay muchas cosas que los docentes pueden hacer. Por ejemplo, desde la propia educación, los docentes pueden ayudar a que niños y niñas desarrollen aspectos como la inteligencia emocional, empatía, autoestima, sentido de la justicia, honestidad, asertividad…
Algunos centros también están creando métodos para la resolución de conflictos. Son los propios alumnos y alumnas quienes ejercen de mediadores en caso de problemas. Un ejemplo es el del IES Jorge Guillén (Madrid), proyecto que fue expuesto por varias de sus integrantes en el V Congreso de Ciudades Amigas de la Infancia, o el del instituto Conde de Orgaz de Madrid. Este centro lleva a cabo un programa de resolución de conflictos de mano de la Fundación ANAR, que realiza formaciones en mediación para los alumnos y alumnas, e incluye iniciativas como los “alumnos ayudantes” o el “aula de escucha”, un espacio para que los estudiante puedan comunicar alguna situación o conflicto y buscar ayuda.
Estos proyectos intentan que los alumnos que sufren acoso escolar adquieran la confianza suficiente para contarlo, y para ello se les ofrecen diversas “puertas abiertas”, explica Javier Maldonado, jefe de estudios del Conde de Orgaz. “Cuantas más puertas abiertas dejemos a su disposición, más posibilidades tendremos de que un alumno con un conflicto en algún momento quiera abrir alguna de ellas”, explica Maldonado.
El bullying es una cosa de todos
La guía deja claro que el acoso escolar es un problema cuyas consecuencias, a la larga, las sufre la sociedad entera: “Empieza entre dos personas y sus consecuencias se van extendiendo hasta alcanzar a toda la comunidad”, explican.
Graciela Sánchez, psicóloga de la Fundación ANAR, destaca en el programa que es importante educar en valores como la responsabilidad social, la empatía o la solidaridad. Desde ANAR trabajan con niños, niñas y adolescentes para que tomen conciencia de qué es acoso escolar y del papel que tienen todo el alumnado, no sólo el agresor y la víctima: “Hay un grupo de alumnos espectadores que no sólo son espectadores: dependiendo del tipo de valores que tengan, colocan a un alumno en el rol del agresor”, explica la psicóloga. Y pone un ejemplo: si en una clase imperan los valores de que el que más mola es el que se ríe del compañero, cuando una persona lo hace, el resto le ríe las gracias. “Sin hacerlo de manera consciente, le están colocando a ese alumno en el rol del agresor”, concluye. Pero Sánchez se muestra optimista, y cree que el trabajo de sensibilización está dando sus frutos.
Consejos para prevenir el acoso escolar:
Afectividad y violencia
La violencia entre niños y adolescentes comienza a menudo entre ellos, para luego generalizarse a otros ámbitos más amplios. Además, existen otros factores de riesgo como la soledad, la falta de redes sólidas de amigos y familiares, o la violencia verbal o psicológica (insultos, motes, chantajes, manipulación…).
ALGUNOS CONSEJOS:
Fomentemos los vínculos afectivos y enseñémosles a cuidar del otro y procurar su bienestar. Enseñémosles a detectar las relaciones tóxicas y las que no se basen en la igualdad, sino en el aislamiento y el abuso de poder; las que destruyan la autoestima y aíslen a la persona.
Igualdad y no discriminación
El derecho a la igualdad es uno de los pilares para prevenir la violencia en la infancia y adolescencia. Hay que abordar las diferencias sociales como algo positivo, como riqueza para el grupo.
ALGUNOS CONSEJOS:
Debemos trabajar la apertura a la diversidad en una comunidad. Así, los niños, niñas y adolescentes que la forman asumirán la diferencia como riqueza, y se relacionarán desde la igualdad, sea cual sea esa diferencia: de género, física, económica, grupal, etc. Nunca deberán percibir esa diferencia como un fallo que les haga culpables o inferiores.
Participación y corresponsabilidad
El rol de testigo es fundamental en el acoso. Se identifica con la víctima, pero no la defiende por miedo. Los niños, niñas y adolescentes deben ser una parte activa en la mejora de su comunidad y verse como tales. Por eso tenemos que fomentar su participación en los espacios donde convivan (escuelas, parques, polideportivos, ludotecas). Y les debemos permitir opinar, proponer o incluso dirigir los procesos que afecten a sus comunidades.
Uso de las redes sociales
El uso seguro y responsable de las tecnologías es fundamental para abordar la violencia entre niños, niñas y adolescentes, ya que son un ámbito de relación esencial para ellos, y donde además la presencia familiar puede ser menor. Que no sea una relación física no significa que no sea real, y el daño puede ser más profundo en el mundo virtual, donde la agresión es grabada, difundida y utilizada en un contexto más allá de lo imaginable.
ALGUNOS CONSEJOS
Debemos enseñar a los menores a desenvolverse en las redes sociales con sentido crítico, responsabilidad, seguridad e información suficiente.