Hace unas semanas celebrábamos la adopción de la Observación General sobre ‘Presupuestos públicos para hacer realidad los derechos del niño’ por parte del Comité sobre los Derechos del Niño. La Observación supone un paso enorme en el reconocimiento de que, para que los niños puedan disfrutar de sus derechos, los Gobiernos deben cumplir con sus obligaciones. Y el dinero, invertido de manera eficiente y equitativa, es una obligación indispensable e ineludible.
Insistimos en el mantra: sin dinero, no hay derechos.
Para lograr que los Estados puedan seguir las recomendaciones de la Observación, el Grupo de Trabajo de Child Rights Connect sobre Inversión en la Infancia está elaborando materiales que explican cada uno de los pasos que deben tomarse para hacer efectiva la inversión en la infancia a nivel local y nacional.
Los principales derechos del niño deben ser el centro de toda inversión
Tal como explica el vídeo, la inversión de los recursos públicos en la infancia, debe ser priorizada, progresiva y de calidad, para lo cual, en el centro de todas las decisiones de inversión deben estar los principios rectores de los derechos de la infancia.
De este modo, los Estados no deben discriminar contra ningún niño o niña en lo que respecta a la movilización, la asignación o gasto de los recursos públicos. Los presupuestos públicos deben tener como prioridad el hacer realidad los derechos de los niños y todo lo que sea mejor para ellos, es decir, siempre deben estar supeditados al interés superior del niño. El derecho del niño a la vida, la supervivencia y el desarrollo debe ser un eje central del ciclo de presupuesto de cualquier gobierno y, por supuesto, los gobiernos deben asegurar los recursos necesarios para la participación de los niños y las niñas en la toma de decisiones de los ciclos presupuestarios que les afecten.
Cada una de las cuatro etapas del mencionado ciclo del presupuesto (planificación, promulgación, ejecución y seguimiento) deben ir acompañadas siempre de los máximos criterios de calidad que tienen que ver con la efectividad, la eficiencia, la equidad, la transparencia y la sostenibilidad. Es importante conocer como van a implementar los distintos países cada uno de estos criterios, qué herramientas funcionan y cuáles son necesarias, qué experiencias pueden alinearse, etc.
Otro de los aspectos clave que aparecen recogidos en la Observación es la necesidad de conocer cuál es el estado de la infancia antes de elaborar cualquier presupuesto y de evaluar después cómo les ha afectado la aplicación de ese gasto. En este sentido, el Observatorio de la Infancia de Asturias, la Cátedra Santander de la Universidad de Comillas y UNICEF España comenzaron el pasado año la redacción de una guía que pueda servir como herramienta a la hora de elaborar informes previos de impacto de las disposiciones normativas en la infancia.
Para saber como están las cosas antes de invertir y como cambiaron después de la inversión es imprescindible dejar que sean los niños y las niñas, los y las adolescentes los que respondan en su propio nombre y desde su propia experiencia.
La Observación también ayudará a los Estados a cumplir con sus compromisos adoptados con la infancia a través de la Resolución del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas para lograr una mejor inversión en la infancia y a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Invertir en los niños no solo es su derecho sino que es una apuesta para asegurar el desarrollo humano y económico sostenible en cualquier país.