Ayer fue un dia muy especial para Ciudades Amigas de la Infancia: tuvimos la oportunidad de dialogar con Tonucci sobre ¿cómo la infancia y adolescencia puede transformar las ciudades?. Una charla sobre la importancia de la participación de niños, niñas y adolescentes en la toma de decisiones que afectan a las ciudades en las que viven.
Francesco Tonucci, pensador, psicopedagogo y dibujante, también conocido como “Frato” (que, además, ha sido premiado por UNICEF España por su ejemplar trayectoria vital y profesional en la defensa de los derechos de la infancia), conversó durante aproximadamente dos horas frente al público presente en la sala y conectado de forma remota. Una audiencia en la que los niños, niñas y adolescentes, fueron protagonistas junto con los adultos, técnicos y responsables políticos de Ciudades Amigas de la Infancia, a través de sus preguntas. La charla fue moderada por Candela, de la Asociación Pulseras Candela (dedicada a recaudar fondos para la investigación del cáncer infantil en el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona) y Sergio, del Consejo Local de Infancia de Azuqueca de Henares, dos adolescentes comprometidos con buscar soluciones a los problemas y retos actuales de nuestra sociedad.
La charla, compuesta por tres bloques (la infancia y las ciudades, la participación infantil y el sistema educativo desde el punto de vista pedagógico) tuvo un turno de preguntas, después de cada uno de ellos, abierto a los asistentes y a los espectadores online. No sorprendió que los que más preguntas hicieron fueran precisamente los más pequeños y pequeñas, que incluso añadieron algunas propuestas, haciendo gala de que están perfectamente preparados para desempeñar su rol en la sociedad. En otras palabras, tal y como dijo el propio Tonucci, los niños y niñas “no son los ciudadanos del futuro, sino que son los ciudadanos de hoy”.
Según el pedagogo, que conoce bien la situación en España, América Latina e Italia, su país de origen, no se está respetando el artículo 12 de la Convención Sobre los Derechos del Niño, que obliga a los Estados partes a generar legislación que permita la participación de los niños, niñas y adolescentes, con su derecho de ser oídos, y a introducir los mecanismos que den acceso a los niños, niñas y adolescentes a ejercer ese derecho. Tonucci fue especialmente crítico con los actuales mecanismos de participación de los niños, niñas y adolescentes en la toma de decisiones: “uno de los obstáculos más grandes es que la Convención Sobre los Derechos del Niño no la conoce nadie”. Tonucci expresó que “los adultos hablan mucho pero no tienen voluntad real, los niños son el verdadero cambio” y que “los niños tienen que tener el valor de decir lo que piensan sin miedo” pero que hay que darles la oportunidad. “Las ciudades hoy necesitan un cambio urgente y radical si quieren subsistir, o cambian o mueren” apostilló, argumentando que son precisamente los niños quienes más pueden aportar a la hora de idear ese cambio y que pueden “ayudar al alcalde a conocer el otro punto de vista”. El alcalde, como responsable de la ciudad, “debe asumir el compromiso de escuchar las propuestas de los niños y valorarlas a la hora de tomar decisiones”. El rol de los adultos durante estas intervenciones debe ser, según Tonucci, única y exclusivamente, de coordinación, sin alterar las funciones de propuesta y expresión de opiniones de los más pequeños. Para ello, el adulto que acompañe debe estar “convencido del poder de los niños, tener la sensibilidad suficiente y haber sido educado para escuchar a los niños”.
Tonucci continuó su argumentario haciendo hincapié en la importancia de que las ciudades se adapten a las necesidades de todos los ciudadanos, incluidos los más pequeños y pequeñas, lo que supone reconfigurar los espacios urbanos. La ciudad “debe garantizar el derecho al juego” y, según el experto, eso debe suponer la posibilidad de “salir de casa sin que los adultos tengan miedo”. “El coche ha llegado a ser el dueño de la cuidad […] se debe restituir el espacio público a la gente”, comentó con seriedad. El pedagogo insistió en que el espacio público es de todos y por tanto “el espacio de juego no puede estar definido por elementos que deciden los adultos”. Según él, los niños y niñas deben tener derecho a jugar donde les apetezca, haciendo el uso del espacio urbano que ellos y ellas consideren apropiado para sus juegos, saliendo fuera del parque infantil, si es necesario, porque en realidad “esos espacios no son espacios de juego”.
Otros de los puntos que se trataron en la conversación fueron el de los espacios destinados a la infancia en organismos públicos (por ejemplo, los hospitales, donde las decisiones de cómo se desarrolla el día a día de los niños ingresados están también configurados por adultos) y el tema de los problemas sociales, que derivan en que ciertos niños y niñas tengan dificultades escolares y, por ende, ni se planteen que pueden formar parte del proceso de toma de decisiones en la ciudad.
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