Aprendizajes de la lucha contra la pobreza infantil durante la pandemia

22/05/2020 | Covid-19, Desarrollo de capacidades, Inclusión, Pobreza

pobreza infantil

Providence Doucet / Unsplash

 

  • Tres gobiernos locales cuentan cómo han actuado durante la crisis del COVID-19 para luchar contra la pobreza infantil en sus municipios
  • Entre las medidas adoptadas está la entrega de ayudas sociales, la agilización para optar a ayudas o la lucha contra la brecha digital

 

Las consecuencias de la crisis del COVID-19 no sólo han sido sanitarias: ha generado un incremento sin precedentes de desempleo y el disparo de las solicitudes en los bancos de alimentos en España. Cifras que tienen una importante repercusión en la infancia. Para paliar esos efectos, los gobiernos locales tienen un papel crucial. Y, aunque la emergencia pilló a todos de sorpresa, muchos han demostrado una capacidad de adaptarse a las circunstancias y hacer reajustes sobre la marcha para luchar contra la pobreza de los niños y niñas.

“Nos hemos enfrentado a una doble pandemia: está la del COVID-19, pero creo que la desigualdad es otra pandemia que nunca se acaba, que existe de manera estructural”, opina Juan Fco. Ramírez Castillo, Director del Área de Bienestar Social de Úbeda (Jaén). La suya es una de las tres experiencias de municipios que, dentro de un ciclo de seminarios online sobre respuestas municipales a la crisis del COVID-19 con enfoque de infancia, han contado cómo han actuado para evitar la pobreza infantil.

“En las actuales circunstancias hemos tenido que dar respuesta a esa doble situación”, señala Ramírez. Tras el decreto del estado de alarma, “había necesidad de alimentos y suministros básicos. Nosotros hicimos uso de la ayuda económica de emergencia social que ya está establecida en la ley de servicios sociales, un recurso con el que trabajábamos de manera habitual”, cuenta.

 

Métodos de reparto de las ayudas

 

Juan Fco. Ramírez Castillo, Director del Área de Bienestar Social de Úbeda

Juan Fco. Ramírez Castillo, Director del Área de Bienestar Social de Úbeda

Según una encuesta a gobiernos locales llevada a cabo durante la cuarentena, la mayoría de ayudas sociales han ido dirigidas a las familias y, en cuanto al mecanismo de entrega, la forma más habitual ha sido la distribución de comida preparada o bonos para comprar en tiendas de alimentación. En el caso de Úbeda hubo que adaptarse: primero se optó por la entrega de ayudas en especie, es decir, recogida de alimentos en los establecimientos. Apenas una semana después se comprobó que la imposibilidad de guardar las distancias de seguridad en los establecimientos imposibilitaba ese sistema: “Hizo que cambiáramos el planteamiento: lo más operativo era la ayuda económica a familias”, dice Ramírez. Se optó por un modelo de ayuda económica ingresada en el número de cuenta de la persona que lo solicitara. “Hubo que hacer un reajuste a nivel administrativo, aun siendo prestaciones que ya se venían trabajando”, explica.

Desde que empezó la pandemia, en Úbeda han tramitando unas 1.000 demandas, y en torno a unas 300 se han traducido en ayudas económicas a familias, para lo cual, además, se han agilizado los trámites por el contexto de emergencia: “En 4 o 5 días hábiles la tienen en su cuenta, en el menor tiempo posible”, asevera Ramírez.

 

“Las gestiones duraban un mes y ahora las hacemos en un par de días”

 

Arantxa Álvarez Berros y Elena García Martínez, de Parres

Arantxa Álvarez Berros y Elena García Martínez, de Parres

Agilizar los trámites para gestionar esas ayudas está siendo crucial: es algo de lo que también se dieron cuenta en Parres (Asturias). En el municipio, de 5.300 habitantes, tienen gran peso los sectores turístico y de servicios, ambos muy golpeados por la crisis. “Empezamos a prever las situaciones que iban a surgir en el municipio: de desempleo, ausencia de ingresos, cierre de colegios y centros de día”, cuenta Arantxa Álvarez Berros, trabajadora social y coordinadora del Centro Municipal de Servicios Sociales. Con el brutal incremento de la petición de apoyo social y económico, “nos dimos cuenta de que la ordenanza que tenemos no iba a dar una respuesta ágil e inmediata que necesitamos”.

De modo que las medidas estuvieron enfocadas a agilizar la entrega de ayudas. Por ejemplo, una simplificación de los requisitos y los procedimientos: anteriormente, estos incluían una entrevista, la solicitud de certificados de tesorería y una valoración social. Tras el estado de alarma se simplificaron e hicieron telemáticos. “La duración antes era de 20 días a un mes y ahora estamos consiguiendo gestionarlas en un par de días”, señala Elena García Martínez, Educadora social y Coordinadora del Plan de Infancia y Adolescencia.

Por el momento, en Parres han atendido a 33 familias (entre las que hay 24 niños y niñas) y concedido 36 ayudas. Desde el ayuntamiento reconocen que la brecha digital supone un problema para que todas las familias puedan acceder a las ayudas. Señalan como oportunidades el cambio de mentalidad que permite facilitar los procedimientos, y la buena acogida por parte de la población. “La ordenanza municipal era excesivamente rígida”, concluyen.

 

La importancia de contar con estructuras ya existentes

 

Àngela Fontanillas Giralt, Directora Centro de Servicios Sociales de Numancia

Àngela Fontanillas Giralt, Directora Centro de Servicios Sociales de Numancia

Para conocer la experiencia de una ciudad más grande, vemos el caso de Barcelona. “El estado de alarma nos sorprendió un viernes; a partir del lunes, las cosas habían cambiado totalmente”, cuenta Àngela Fontanillas Giralt, Directora Centro de Servicios Sociales de Numancia (Barrio de Sants). Desde el primer momento “tuvimos muchas demandas de situaciones de necesidad básica”, explica, principalmente alimentarias, aunque también para pagar la vivienda. El reto era dar respuesta a todas esas nuevas peticiones de atención urgente sin dejar de lado a las familias a las que ya venían atendiendo antes de la crisis.

En el caso de Barcelona, además de mantener abiertos los centros de servicios sociales en cada distrito y habilitar un teléfono de atención, se contó con algo ya existente: la Tarjeta Barcelona Solidaria, un medio de pago de las ayudas de emergencia social. Eladi Torres i González, Director ejecutivo del Instituto Municipal de Servicios Sociales de Barcelona, explica las ventajas de esta herramienta: por un lado, “la dignificación que supone: la persona va a comprar al supermercado de siempre en lugar de acudir al banco de alimentos”, explica. Pero, además, “ha simplificado el proceso administrativo para el tratamiento del dinero de la ayuda humanitaria. En 2012 tardábamos entre 10 y 12 días desde que la trabajadora social concebía la ayuda hasta que se ofrecía. La tarjeta permite que el proceso sea de 2 o 3 días”, señala.

Fontanillas da fe de esa agilidad: A partir del estado de alarma, cuenta, “en la primera semana ya teníamos tarjetas disponibles para hacer compras que se podían aportar a las personas que habían solicitado ayuda básica, y se hizo con mucha agilidad. Tuvimos la suerte de que ya estaba la estructura organizada”.

 

La coordinación entre actores, crucial en momentos de emergencia

 

Eladi Torres i González, Director ejecutivo del Instituto Municipal de Servicios Sociales

Eladi Torres i González, Director ejecutivo del Instituto Municipal de Servicios Sociales de Barcelona

Si hay una lección que todos han extraído es la importancia de la coordinación entre actores a la hora de dar una respuesta rápida y efectiva para paliar la pobreza infantil y de las familias en momentos como estos. También la implicación y el trabajo de los equipos. En los tres casos fue necesario reforzar la colaboración entre áreas como la administrativa, la parte técnica, los trabajadores sociales, el área de intervención, la tesorería y las entidades del tercer sector. En Parres señalan como una de las fortalezas la coordinación técnico-política y el trabajo del equipo técnico, adaptándose al cambio. “Continuamos con el trabajo en red en ámbito de salud, educación… El municipio por su tamaño permite proximidad y cercanía con los usuarios, previa y actual vía WhatsApp”, señalan.

En Barcelona, fue muy importante que servicios sociales fueran de la mano con la parte de gestión económica, y también la conexión con las entidades del sector. “Hemos podido dar ayuda a las familias porque había ya previamente vínculos ya establecidos”, dice Fontanillas. El trabajo básico se ha llevado a cabo por teléfono, señala: desde el contacto individualizado con cada familia para conocer su situación hasta la valoración social o la entrega de documentos (en ocasiones, por WhatsApp para que el proceso fuera más ágil).

Todo este trabajo en red ha sido crucial, además, para que ningún niño, niña o familia quedara fuera, incluyendo aquellas familias que no estaban en los circuitos habituales. Y, en este caso, el elemento clave han sido los centros educativos. “El servicio que ha identificado a los menores de las familias que no estaban siendo atendidas por servicios sociales han sido las escuelas”, asevera Fontanillas. “Ha habido una conexión entre servicios sociales y educación. Desde la escuela o instituto han visto situaciones de vulnerabilidad por enfermedad, situación económica… y estos chicos han sido derivados a servicios sociales”.

Y también para la lucha contra la brecha digital o la falta de conexión, que imposibilitan a muchos niños y niñas seguir las clases online: En Parres, “en coordinación con el instituto se están facilitando puntos de acceso wifi y ordenadores o tablets a cierto alumnado”, cuentan desde su ayuntamiento. “Estamos en coordinación para valorar la situación de cada alumno”. También en Úbeda, donde los centros educativos son, para Ramírez, “un observatorio privilegiado”: “Es importante reforzar la red socioeducativa, ellos tienen mucha información, por ejemplo en el tema de detección del maltrato. Es fundamental el trabajo en red”.

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