Inversión en infancia: ¿Cómo podemos medirla a nivel local?

09/04/2019 | Derechos de la Infancia, Metodologías, guías e indicadores, Participación Infantil, UNICEF

Michał Parzuchowski / Unsplash

La inversión en infancia realizada por el Estado español, a través de los presupuestos generales del Estado, es de 18,5 mil millones de euros: apenas un 7,05% del presupuesto total y un 1,66% del PIB. En algunas comunidades, sin embargo, el gasto es superior, como en Cataluña, donde la inversión en infancia supone un 29,3% del presupuesto total y un 3,5% del PIB autonómico. Éstos son algunos de los resultados obtenidos gracias a la herramienta técnica para el análisis del presupuesto público con enfoque de infancia lanzada por UNICEF España. Hasta la fecha se han hecho aplicaciones a nivel estatal y en un número limitado de comunidades autónomas, el siguiente paso es usarla (con las adaptaciones que requiera) a nivel municipal.

La herramienta, diseñada para las Administraciones Públicas Estatales o las Comunidades Autónomas, busca medir dos cosas: por un lado, lo que invierte una determinada administración en la infancia; por otro, la orientación (si es o no pro-infancia) de dicha inversión. Su objetivo es analizar los presupuestos de las administraciones públicas e identificar qué parte de las partidas está destinada al cumplimiento de los derechos de los niños y niñas, evaluar si esos presupuestos se han invertido o no y decidir si cada partida de presupuesto beneficia o no a la infancia, así como disponer de información para la toma de decisiones.

¿Por qué es importante invertir en infancia? Más que de un gasto, hablamos de una inversión social, y el ejemplo perfecto sería el de la inversión en educación: “Cuanto antes se haga la intervención desde el punto de vista educativo, más retorno social y económico vamos a tener”, explica Gabriel González-Bueno, especialista en políticas de infancia de UNICEF España. Algunos estudios muestran que los países que han invertido en infancia han tenido una salida mejor y más sostenible a la crisis, mientras que la falta de inversión en los niños y niñas afecta al crecimiento y el bienestar de toda la sociedad a medio y largo plazo. “Son sólo costes económicos pero hay muchos costes que no se pueden valorar económicamente”, subraya González-Bueno.

En España se invierte muy poco en infancia

En España, el Comité de los Derechos del Niño constata que los efectos negativos de la crisis económica y que los recortes en salud, educación, vivienda y protección han tenido un impacto negativo en la infancia. En España, la tasa de pobreza infantil supera la tasa de pobreza general, y los hogares con niños son más pobres que aquéllos sin niños. Por todo ello, el Comité ha lanzado algunas recomendaciones: entre ellas, que se haga una evaluación de presupuestos, que se especifique las partidas destinadas a niños y que se garantice la protección de esas partidas en situaciones de crisis económica.

Para UNICEF, una de las causas de que se invierta tan poco en infancia en los Presupuestos Generales del Estado es que es un país muy descentralizado y buena parte de la inversión que afecta a la infancia, como educación o salud, la realizan las Comunidades Autónomas. La Convención sobre los Derechos del Niño dice en el artículo 4 que para poner en marcha los derechos de los niños se deberán dotar “todos los recursos disponibles”. Sin embargo, “la distancia entre los niños y niñas y el proceso de decisión es enorme en el conjunto de las políticas, pero en los presupuestos más”, como opina González-Bueno: “Quienes desarrollan los presupuestos (los Ministerios de Hacienda, las consejerías autonómicas, etc.) no  suelen tener el chip de infancia”.

Un elemento a tener en cuenta para valorar esta inversión es el índice de focalización, un indicador que muestra cuánto se destina a infancia comparando el porcentaje del presupuesto destinado a niños y niñas con el total de población infantil. Un índice de focalización de 100 significa que el porcentaje de inversión en niños y niñas fuese el mismo que el porcentaje de población. En España, el índice de es de 39,3%, lo que muestra que la inversión que hace la Administración Central “se dirige fundamentalmente a adultos”. Cataluña sin embargo tiene un índice de focalización de 156,3, muy superior a 100.

La metodología y cómo usarla a nivel municipal

La herramienta está compuesta por un excel más o menos complejo dependiendo del municipio, en el que pueden seleccionarse todos los programas, las partidas que hay dentro de él, ver a dónde va cada una, etc. Una de las preguntas más difíciles de contestar es a quién benefician las partidas. Por ejemplo, las ayudas por maternidad: ¿son inversiones en infancia, o benefician a la madre, o a ambos? Para resolver esta cuestión se han creado cinco categorías dependiendo del destinatario:

a) niños

b) adultos

c) niños con adultos

d) conjunto de la población

e) subconjuntos de la población

Categorías y gasto en función de la población beneficiada. Fuente: informe “Medición de la inversión presupuestaria en la infancia”

Además, el informe incluye un “árbol de decisión” que ayuda a identificar a qué categoría pertenece cada partida:

Árbol de decisión para identificar la categoría de los programas de gasto. Fuente: informe “Medición de la inversión presupuestaria en la infancia”

Por otro lado, los programas de los presupuestos del Estado se han clasificado atendiendo a los derechos de la infancia que cubren: derecho a la supervivencia, al desarrollo, a la protección… Es de señalar que, según González-Bueno, no se ha encontrado en los presupuestos del Estado ningún programa o partida destinado específicamente al derecho a la participación infantil.

Los siguientes pasos de acuerdo con los creadores de la herramienta serán la integración de la infancia y sus derechos en el proceso y el análisis presupuestario, ya que buscan, como concluye González-Bueno, “que esta herramienta no sea sólo una elaboración teórica sino que pueda contribuir a los cambios de las políticas y por tanto a mejorar lo derechos de los niños y las niñas”, que es su objetivo último.

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