No hay infancia sin monstruos debajo de la cama o dentro del armario.
A medida que crecemos nos damos cuenta de que los monstruos son imaginarios pero, muchas veces, los miedos siguen siendo reales. Hay veces que además los miedos proceden de la experiencia de haber sufrido violencia.
A través del informe Érase una voz, la organización Educo ha ofrecido un espacio para que sean los propios niños y niñas los que expliquen cuáles son los espacios en los que se sienten más o menos inseguros. Dónde encuentran sus miedos. Para la encuesta han contado con una muestra representativa de 500 niños entre 10 y 12 años, grupos focales con niños de programas sociales promovidos por la ONG y los datos del informe internacional de ChildFund Alliance ‘Pequeñas Voces Grandes Sueños 2015’, realizado en 44 paises, entre ellos España.
Según el informe, si tuviéramos que establecer un ranking de los lugares más inseguros para la infancia en España, quedaría así:
Primer puesto: la calle y los espacios públicos
Más del 60 % de las y los entrevistadas creen que los niños y las niñas están más en riesgo de sufrir violencia o malos tratos al estar “solos por la calle de camino a algún sitio”, y casi el 30 % indican los eventos y actividades al aire libre como los espacios de mayor riesgo. “Este resultado apunta claramente a que las ciudades y el espacio público en general, hoy en día, ya no son espacios en los cuales los niños y las niñas se sienten cómodos y seguros, quedándose relegados a la privacidad de sus hogares”, apunta el informe.
Segundo puesto: la escuela
El 48% de los entrevistados – más los niños que las niñas- afirman que existe un elevado riesgo de sufrir violencia y malos tratos en la escuela. “Aunque no se puede saber si se refieren a violencia ejercida por sus compañeros o por personas adultas, observamos que un espacio de socialización, convivencia y construcción de identidades, que debería promover y fortalecer el sentido de autonomía en una fase de desarrollo tan crítica como es la adolescencia, es percibido como un entorno de alto riesgo.”
Tercer puesto: Internet
Cerca del 50%, opina que Internet representa otro espacio donde los niños y niñas están más expuestos a la violencia. A pesar de que hoy en día la mayoría de los niños encuentran en la red un espacio de interactuación cotidiano, debemos preguntarnos qué se está haciendo mal para que no se sientan seguros y desde la organización cuestionan si el “enfoque proteccionista que habitualmente se aplica en el ámbito de la infancia y las TIC no esté erosionado la confianza en sí mismo, impidiendo a los niños y niñas el acceso a toda una serie de recursos que les permitan desarrollar su autonomía”.
El hogar, un lugar seguro pero no para todos los niños
Aunque el estudio muestra que los niños y niñas perciben un riesgo mucho menor de sufrir malos tratos en la privacidad de sus casas (13,7 %), un 14% de los entrevistados manifiesta sin embargo que su casa es un entorno de elevado riesgo. Un 8% considera la presencia de sus amigos como un factor que les mantiene protegidos.
El 65% la atribuyen que el origen de la violencia contra los niños están en “la crueldad o maldad de algunas personas adultas”, mientras que alarma el hecho de que exista en los niños una sensación de que la violencia está justificada: un 33% cree que el maltrato es una forma de castigo “por algo que han hecho o que las personas adultas creen que han hecho”. En la encuesta, un 34% considera que los adultos que maltratan lo hacen porque fueron víctimas.
El adulcentrismo en la protección de la infancia
“Tradicionalmente los estudios sobre violencia han prescindido de los niños y las niñas para entender este fenómeno y elaborar estrategias para hacerle frente, centrándose en las personas adultas como únicos intérpretes y responsables de la protección de la infancia”, explican desde la organización en el informe.
“Durante mucho tiempo, se ha impuesto la idea de que escuchar y tomar en cuenta la opinión de niños y niñas no solo es inútil sino que incluso puede aumentar la desprotección ya que solo los adultos saben lo que es mejor para la infancia y cómo protegerla.”
Este enfoque perpetua una visión de la infancia como mero objeto de protección, incapaz de decidir por sí misma y que no dispone de los medios y capacidades suficientes para entender y hacer frente a la violencia, dejando a las personas adultas no solo con la responsabilidad, sino también con la exclusividad en materia de protección de la infancia.
Recomendamos leer con detenimiento un informe en el que los niños opinan también sobre ideas tan universales como la felicidad, la seguridad o la libertad que, en palabras de uno de los niños entrevistados, no es más que “poder volar, bailar, abrir los brazos sin estar metidos como en una caja”.