
Foto de Jochen van Wylick
- Un índice de caminabilidad y ciclismo infantil publicado en Reino Unido muestra que el 81% de los niños y niñas querría tener menos tráfico y más rutas tranquilas para caminar y andar en bicicleta
Desplazarse por una ciudad de forma activa (caminar, ir en bicicleta, usar patinete…) no es solo un medio de transporte: mejora nuestra salud física, autonomía, socialización y contribuye a convertir nuestras ciudades en escenarios más saludables y con menos polución. Todos estos beneficios son dobles para los niños y niñas (sobre todo ahora que la obesidad infantil se ha convertido en la forma predominante de malnutrición).
Sin embargo, el propio diseño urbano a veces dificulta no coger el coche. La planificación de las ciudades tiende a centrarse en los adultos y deja fuera de la toma de decisiones a los más pequeños. Por eso es tan importante observar cómo estos se mueven por sus entornos, escuchar sus necesidades y descubrir con qué barreras de movilidad se encuentran.
Desplazarse de forma activa es muy beneficioso para la infancia, pero el propio diseño urbano a veces dificulta no coger el coche
Es lo que ha hecho la asociación ciclista Sustrans en Reino Unido, que ha publicado recientemente el “Índice de caminabilidad y ciclismo infantil”, (“Children’s Walking and Cycling Index“) elaborado a partir de encuestas a más de 1.000 niños de entre 6 y 15 años. El objetivo: conocer su movilidad a pie, silla de ruedas, patinete o bicicleta. Los datos no solo muestran cómo se desplazan, sino cómo desearían hacerlo:
- El 81% querría tener más caminos sin tráfico y rutas tranquilas para caminar y andar en bicicleta.
- El 78% desea más carriles bici en carreteras separadas físicamente de los coches.
- Al 51% le gustaría ir más en bicicleta.
- El 48% monta en bicicleta al menos una vez a la semana.
La investigación incluye sus testimonios y concluye que los desplazamientos de los niños y niñas no se limitan al recorrido escolar, sino que son mucho más amplios y complejos. También, que muchas iniciativas que benefician a los adultos que caminan o cogen la bicicleta (como restringir el aparcamiento en las aceras, añadir carriles-bici o reducir los límites de velocidad) también beneficiarán a la infancia, y viceversa.
¿Con qué barreras de movilidad se encuentran los niños y niñas?
Los índices de caminabilidad de los niños y niñas del estudio no varían mucho entre alumnos de primaria y secundaria, así como en cuanto a género y etnia. Pero sí encontramos otras diferencias significativas. La infancia que vive en hogares con bajos ingresos tiene menos probabilidades de tener acceso a un coche o una furgoneta, de vivir en una zona con todo lo necesario y de acceder a lugares cercanos. Esto reduce sus oportunidades vitales y puede ser perjudicial para la salud y el bienestar.
Otra diferencia la encontramos en niños o niñas con discapacidades. En uno de los testimonios del informe, Eilidh, una niña que vive en la ciudad costera de Dundee, dice:
“Viajo sola a muchos lugares en mi silla de ruedas eléctrica. Voy mucho a la ciudad en autobús, ya que el centro tiene buen acceso para sillas de ruedas. Pero fuera del centro me encuentro con muchos problemas, incluso en mi camino a la escuela. Soy muy decidida, así que me adapto a todo. Pero no quiero tener que hacerlo siempre. Si se mejoraran aspectos sencillos como las superficies y los bordillos rebajados, podría ser mucho más independiente”.
Las niñas usan menos la bicicleta
Otra de las brechas que existe es de género. Generalmente, las niñas y en especial las adolescentes usan menos los espacios públicos, una segregación que también se aprecia en la movilidad. Un ejemplo es el uso de la bicicleta. Según los datos del informe, un 17% de los niños usan la bici frecuentemente frente al 8% de las niñas.
Un 17% de los niños usan la bici frecuentemente frente al 8% de las niñas
Algunas razones para esta diferenciación salen a la luz en los testimonios:
“El grupo de amigos con el que suelo juntarme en el parque de skate es mixto, y noto la diferencia en la forma en que nos desplazamos”, dice Lily, una niña de Swansea. “Muchas chicas de mi edad no suelen montar en bici, y creo que se debe a que nuestra ropa no nos lo permite, sobre todo si llevamos falda. Parece que gran parte del equipamiento para ciclismo está hecho para hombres, no para mujeres”.
Calles sin tráfico: movilidad más segura
Para los autores del estudio, es necesario “priorizar los barrios escolares seguros y los desplazamientos activos para la infancia”. Para ello, proponen situar el transporte activo en el centro de la planificación urbana para evitar que las familias dependan del coche. “Esto requiere un enfoque conjunto del gobierno, las autoridades locales y las escuelas. Pero lo más importante es que sea liderado por los propios niños y niñas, junto con sus padres y tutores”, dice el texto.
Para conocer un ejemplo de estas transformaciones viajamos a Setapak (Kuala Lumpur), donde, como en muchas ciudades del sur de Asia, el tráfico denso y el exceso de velocidad son moneda corriente. Con un uso del 76% del vehículo privado y apenas 24% del transporte público, los peatones quedan relegados a espacios inseguros y se calcula que 18 personas mueren al día en accidentes. La infancia es una de las grandes afectadas y las zonas escolares son un espacio muy inseguro.
Antes y después de la iniciativa en el colegio Danau Kota
En 2023, el colegio Danau Kota se convirtió en el escenario de una transformación urbana. Un proceso participativo demostró que el 70% de los niños y niñas sentía que la ruta hacia la escuela no era segura. “Uno no puede ver si un niño se está acercando porque hay muchos vehículos que obstruyen la visibilidad, y hay vehículos que van sobre el límite de velocidad”, cuenta Jashwanth Tej Kasala, de la Global Designing Cities Initiative, que compartió la experiencia en la segunda sesión del webinar Streets for Kids dedicado a la transformación de calles escolares. “El 25% de los estudiantes iba andando a la escuela, vimos la posibilidad de aumentar esa tasa. El problema: la falta de espacios seguros”.
“El 25% de los estudiantes iba andando a la escuela, vimos la posibilidad de aumentar esa tasa. El problema: la falta de espacios seguros”
La primera fase de intervención fue sencilla: pintar pasos de cebra y espacios de colores para delimitar áreas seguras. La segunda fase incluiría cambios permanentes. Los resultados fueron notables:
- Se recuperaron 140 metros de calle para uso peatonal.
- El tránsito de niños y niñas que iban andando a la escuela aumentó en un 62%.
- Se redujo la velocidad de coches y motocicletas.
- El 90% del alumnado manifestó sentirse más seguro tras la implementación.
“Fue importante que participaran los estudiantes, entender sus necesidades”, añade Kasala.
Antes y después de la iniciativa en el colegio Danau Kota
Un movimiento global por calles escolares seguras
Este caso refleja una tendencia mundial: en todo el mundo, las ciudades están transformando las zonas escolares, uno de los destinos diarios más importantes para los niños y niñas, no solo para crear entornos más seguros para ellos sino para inspirar transformaciones más amplias en sus calles y ciudades.
“Creemos que las calles acogedoras para niños y niñas son aptas para todos”, dice Eduarda Aun, del programa Street for Kids, en el webinar. “Sabemos que las calles tienen un gran rol en las ciudades, especialmente para la infancia, pero hemos creado entornos donde esta apenas sobrevive. Para desarrollar mejores calles hay que entender las necesidades, no solo de los más pequeños sino de sus cuidadores. Cómo se mueven, qué espacio necesitan, dónde pueden detenerse en estos espacios”.
“Para desarrollar mejores calles hay que entender las necesidades de la infancia y sus cuidadores: cómo se mueven, qué espacio necesitan, dónde pueden detenerse”
Para ello, las escuelas y sus alrededores son puntos estratégicos para generar cambios más grandes en las ciudades. “Cuando dejamos de diseñar para los vehículos y diseñamos para todos los usuarios, incluyendo a niños y niñas, vamos a ver qué otras actividades que se pueden dar en las calles”, añade. Garantizar que la infancia pueda desplazarse de forma segura no es solo un beneficio para los niños y niñas: es una apuesta por ciudades más saludables, inclusivas y sostenibles para todos sus habitantes.