Naomi y Yolanda, de 14 y 16 años, juegan al fútbol. Las dos viven en la Rivera, una de las zonas con más índice de violencia de la provincia de Esmeraldas, en Ecuador. Esmeraldas es, a su vez, una región fronteriza que por su lejanía de la capital del país, recibe menos atención y cuenta con menos recursos. Situaciones ambas que favorecen el círculo vicioso de pobreza, exclusión social y violencia.
Podríamos decir que Naomi y Yolanda, de 14 y 16 años, juegan al fútbol rodeadas de violencia. O también podríamos contarlo desde otra perspectiva y decir que el fútbol y la vivencia compartida de aprender con otros jóvenes están ayudando a Naomi y Yolanda a protegerse de la violencia imperante a su alrededor.
Ambas participan en Nación de Paz, un programa desarrollado por el Vicariato de Esmeraldas, la Universidad Católica y Unicef en Ecuador que propone a los jóvenes el aprendizaje de una cultura de paz. A través de talleres y juegos de estrategia, utilizando el cine y el fútbol, los jóvenes aprenden las reglas del juego, de la cooperación, la escucha activa, el diálogo, la negociación y exploran las distintas vías que existen para llegar a un acuerdo. Actividades que en definitiva invitan a desarrollar la empatía, la asertividad y a que los jóvenes aprendan a ser proactivos, aptitudes todas que favorecen la construcción de la paz. Que ayudan a cargar el ambiente en el que viven de no violencia.
Naomi y Yolanda conocieron el programa jugando al fútbol y probablemente ellas se lo den a conocer a otras chicas o chicos del mismo modo. Así funciona. Un grupo de jóvenes líderes reciben formación que les acredita como promotores de paz y ellos a su vez forman a otros jóvenes a través de los talleres, del fútbol, de la música, del baile. Y la experiencia se va compartiendo y difundiendo de boca a boca, de igual a igual.
Y ahí radica el punto fuerte del programa. Los jóvenes participan en actividades que les interesan e invitan a participar a otros jóvenes. Se convierten en protagonistas, en sujetos activos de su propio cambio y del cambio de la realidad que les rodea.
“Los chicos y chicas me contaron con mucha ilusión las ganas que tienen de aprender a tocar en la batucada, de seguir practicando sus coreografías de baile y de aprender nuevos juegos para compartirlos con sus amigos y sus hermanos”, explica Belén Andrade, especialista en educación de UNICEF que visitaba recientemente el proyecto en Ecuador. “También se sintieron muy bien por ser los protagonistas de una serie de televisión en la que vamos a contar los juegos que realizan para construir poco a poco la paz con sus amigos y familiares. Es duro ver que miles de jóvenes tienen que presenciar a diario tanto en sus hogares como en la calle, entornos marcados por la violencia y el trato violento, por lo que ver nuevamente jugar a un niño con tranquilidad y verles sonreír, pensando en la coreografía que van a presentar al día siguiente, te llena de ilusión y a ellos les da esperanza”.
Dinámicas para trabajar en equipo
Entre las muchas dinámicas empleadas por el programa el juego de los elementos plantea a los jóvenes el trabajo en equipo y respeto a las diferencias, fortaleciendo lo que les une. A través del teatro se les invita a representar a los distintos elementos presentes en la naturaleza: la tierra, el agua, el aire, la luz, el fuego. Los chicos hablan de lo que les aporta cada elemento, de las dificultades que pueden generar y del modo en que, complementándose, les permiten llegar más lejos.
Otra de las propuestas se conoce como el lavado de coche. Se hace una fila con los participantes, dejando un espacio en el medio para que vayan pasando uno a uno mientras el resto le dan un lavado, pasando sus manos suavemente por la cabeza y el resto del cuerpo pero sin tocarla. De esta manera practican el respeto al espacio de los demás, la tolerancia, la escucha activa (aprender a escuchar y seguir las instrucciones para no hacer daño a nadie), el acuerdo y el dialogo (si alguien no respeta las reglas, se para se dialoga y se vuelve a empezar).