El ‘efecto París’: una década de transformación urbana contra el cambio climático

30/09/2025 | Buenas prácticas, Ciudades inclusivas, Ciudades y niños, Crianza, Entrevista, Experiencias internacionales, Medioambiente, Participación Infantil, Previas, Urbanismo, Vivienda

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La alcaldesa de París Anne Hidalgo. Fuente: Wikipedia

 

  • La alcaldesa Anne Hidalgo habla sobre las medidas de la capital francesa para dar prioridad a peatones, ciclistas y a la infancia en un encuentro de la Semana del Clima de Nueva York 2025

 

Para la alcaldesa parisina Anne Hidalgo, la batalla contra el cambio climático se gana o se pierde en las ciudades. Por eso, desde que asumió la alcaldía de París en 2014, la lucha contra la crisis medioambiental y la sostenibilidad urbana han sido el eje de sus políticas. Bajo su liderazgo, la ciudad ha experimentado una transformación sin precedentes, logrando que el porcentaje de tráfico de automóviles cayera al 45% desde 1990 y redefiniendo el espacio público para priorizar a peatones, ciclistas y niños.

 

Gracias a sus medidas, el porcentaje de tráfico de automóviles ha caído al 45% desde 1990

 

¿Cómo lo ha conseguido? Con medidas para cambiar el paisaje urbano: entre ellas, la construcción de más de 340 millas de nuevos carriles bici con el Plan Vélo, la eliminación de decenas de miles de plazas de estacionamiento al aire libre, programas como Paris Respire que limitan el tráfico en domingos y festivos o el rediseño de las principales carreteras para dar prioridad al peatón, incluyendo tramos a lo largo del Sena y plazas icónicas como la Bastilla y la Nación.

Además, ha prohibido la entrada en la ciudad de vehículos diésel, con el objetivo de ampliarlo a todos los vehículos de combustibles fósiles para 2030, y ha reforestado la capital: el ayuntamiento dice haber plantado más de 200.000 árboles en la ciudad (aunque hay fuentes que hablan de entre 100.000 y 120.000), y se están creando bosques urbanos cerca de lugares emblemáticos como el Hotel de Ville, Gare de Lyon y la Opéra Garnier.

 

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Antes y después del cierre de la autopista ribereña de París en 2016. Fuente

 

Transformando la capital francesa

 

“Cuando asumí la alcaldía en 2014, tuve que cerrar patios y escuelas debido a la contaminación atmosférica. Ahora, los niños pueden ir andando a la escuela”, cuenta Hidalgo en un encuentro en el marco de la Semana del Clima de Nueva York 2025 sobre la escalabilidad del cambio urbano, donde ha compartido las dificultades que se ha encontrado en el camino.

Uno de esos desafíos fue retirar el tráfico del corazón de la ciudad: “Queríamos prohibir el acceso a la ribera del río Sena porque teníamos una autopista con 40.000 coches al día en el centro de la ciudad”, cuenta. Se enfrentaron a grupos de presión, pero los resultados son visibles: la calidad del aire ha mejorado y el río Sena, antes contaminado, ahora acoge actividades acuáticas y en verano de 2023 reunió a más de 100.000 bañistas.

 

“En los últimos 10 años, la proporción de bicicletas en las ciudades europeas se ha duplicado. Es la revolución de la que nadie habla”, dice William Todts

 

“París ha inspirado a muchas ciudades europeas a seguir su ejemplo”, dice durante el encuentro William Todts, director ejecutivo de T&E, y pone dos ejemplos de por qué Anne Hidalgo ha sido una figura destacada a nivel europeo en la última década: “En los últimos 10 años, la proporción de bicicletas en las ciudades europeas se ha duplicado. Esta es la revolución de la que nadie habla; todo el mundo habla de coches eléctricos, pero esta es la revolución en la movilidad personal de las últimas décadas”.

También menciona la lucha de París contra el diésel, un tipo de motor de automoción altamente contaminante. Esto les llevó a prohibir estos coches en la ciudad y a introducir zonas de aire limpio, acción que tuvo gran impacto y que llevó a la Comisión Europea a actuar, lo que fue “el fin del diésel y el comienzo de una conversación completamente diferente sobre el sector automovilístico”, dice Todts.

 

Trabajar en coalición (también con la infancia)

 

La visión de Hidalgo no se limita a la infraestructura verde, sino también a la dimensión comunitaria de estos cambios. Propuso, por ejemplo, cerrar calles frente a las escuelas para garantizar la seguridad vial y reducir la contaminación. Lo que empezó como una prueba se convirtió en un reclamo ciudadano, como ella misma cuenta:

“En París, la escuela es como la capital del barrio; todos organizan su vida en torno a la escuela”, explica Hidalgo. “Les preguntamos a los padres, madres y maestros: ‘Quizás podríamos cerrar la calle para que sus hijos estén seguros, por el aire limpio y para evitar accidentes’. Y la gente dijo: ‘¡Sí, por favor!’. Después de eso, dijimos: ‘Quizás podríamos plantar árboles, organizar parques infantiles’. ‘¡Ah, sí!’ Ahora tenemos calles cerradas para los niños en la ciudad y tengo una petición de los ciudadanos que me piden más. Es increíble”.

 

“En París, la escuela es como la capital del barrio; todos organizan su vida en torno a la escuela”, dice Hidalgo

 

El éxito de estas políticas se basa en la colaboración con coaliciones amplias, que incluyen diferentes actores: ONG, médicos, profesionales de la salud, políticos y ciudadanos, así como cooperación entre ciudades y alcaldías. París es miembro activo de redes como el Global Covenant of Mayors for Climate and Energy, la iniciativa de alcaldes y países comprometidos con la acción climática, y el C40, que reúne a las 100 mayores ciudades del mundo en esta lucha.

 

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Antes y después de la creación de carriles bici en una calle parisina. Fuente

 

Asimismo, París toma modelos de otras ciudades: en movilidad y limpieza del aire, Hidalgo ha dicho haberse inspirado en Ámsterdam y Copenhague. En vivienda social, sin embargo, sigue el ejemplo de Viena: la ciudad ha invertido 3.000 millones de euros en el primer mandato y 2.000 millones en el segundo en vivienda social. Actualmente, el 25% de las viviendas en París son sociales, albergando a 700.000 personas.

 

Reducir el tráfico de las calles permite que se llenen de vida

 

La infancia como indicador de la calidad de vida en una ciudad

 

El enfoque en la infancia refuerza la visión de la ciudad como un espacio de convivencia y desarrollo comunitario. Para el investigador británico Til Gill, es crucial que niños y niñas participen en las transformaciones urbanas para evitar el cortoplacismo:

“Si involucramos a niños y jóvenes, es inevitable pensar en el largo plazo, en la responsabilidad colectiva de mejorar los lugares”, dice. “Cualquiera que se preocupe por hacer que las ciudades sean más habitables, alegres, equitativas y saludables, si no habla constantemente de niños y jóvenes, se está perdiendo la mejor manera de construir una coalición y un movimiento fuertes”.

 

“Si involucramos a niños y jóvenes, es inevitable pensar en el largo plazo, en la responsabilidad colectiva de mejorar los lugares”

 

Gill comparte la afirmación realizada en disferentes foros, como Hábitat II en Estambul donde en 1996 nace Ciudades Amigas de la Infancia, sobre la infancia como un indicador de la calidad de vida en las ciudades. “Si voy a una ciudad dentro de 10 años, lo que quiero ver son niños y niñas activos y visibles, participando plenamente en la vida de la ciudad, jugando, desplazándose, estando con sus amigos. No es una quimera; podemos ver que las ciudades que lideran este movimiento (París, Viena) han hecho cosas increíbles para crear barrios familiares. Son barrios donde se ven niños por todas partes. Es una señal de la salud de ese hábitat humano, como ver salmones en un río o, quizá, ver humanos en un río”, bromea, en referencia a la navegabilidad del Sena.

 

“Los parques infantiles se inventaron como una especie de compensación para los niños en los albores de la era del motor”

 

Un ejemplo es la ciudad alemana de Voban, donde el espacio está dedicado no al coche sino al disfrute público. “Las calles no se llenan del ruido del tráfico, sino del de los niños jugando”, dice. “Curiosamente, no se ven muchos parques infantiles. Los parques infantiles se inventaron como una especie de compensación para los niños en los albores de la era del motor”.

Para el investigador, existe una mayoría silenciosa a favor de ir mucho más allá para mejorar los barrios para caminar, andar en bicicleta y reducir el impacto del coche. “Esto habla de la normalización de la mentalidad centrada en el coche, pero la gente quiere ver un cambio”, concluye. Los datos le dan la razón: hace poco, una votación en París respaldó la ampliar las zonas libres de tráfico para plantar árboles y eliminar 10.000 plazas de aparcamiento. Señal de que, a pesar de las resistencias, la ciudadanía tiene claro el camino hacia la sostenibilidad.

 

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