“Todos tenemos el derecho y la obligación de hacer de nuestro pueblo un lugar mejor” – Angela, 16 años

17/11/2016 | Ciudades Amigas de la Infancia, Derechos de la Infancia, Participación Infantil

Angela Lera vive en el pequeño municipio asturiano de Laviana. Estuvimos con ella para que nos contase su experiencia después de años involucrada en el Consejo de Participación de su pueblo. Queríamos saber qué le había aportado, cuál había sido el impacto.

Nos escribió este fantástico post que explica maravillosamente bien lo que ha supuesto para ella participar y mejorar su entorno.

Empecé a formar parte del Consejo hace unos cuantos años ya, cuando tenía 12 y empezaba mi etapa en el instituto. La verdad que yo no sabía ni que existía, y cuando mi madre nos lo propuso a mi hermana y a mí, las dos le dijimos rápidamente  que no, que no queríamos ir, que seguro que sería un rollo y además… de viernes! 

Ella siguió insistiendo y al final, fuimos con la condición de que si no nos gustaba, no volveríamos más. Siete años después, ¡ahí seguimos!

Ese primer viernes, cuando llegamos, nos encontramos en una sala pequeña (todavía no teníamos nuestra sala nueva ) con un montón de chicos y chicas de nuestra edad. Al principio estábamos un poco cortadas, pero poco a poco nos fuimos soltando y empezamos a hablar y a jugar con los demás. Lo pasamos genial. Había sido una tarde entretenida, jugando a un montón de cosas diferentes. Al viernes siguiente, no hizo falta que mi madre nos animara, ya lo teníamos entre nuestros planes.

Cada viernes hacíamos un montón de cosas, juegos  y dinámicas de grupo. Yo pensaba que aquello, el Consejo, era solo eso, jugar, pero no me daba cuenta del verdadero significado que había detrás de todo lo que hacíamos. No me daba cuenta de que lo que realmente estábamos haciendo era liberar y compartir nuestras ideas, nuestros sentimientos, nuestras experiencias, nuestras preocupaciones… Empecé a ser consciente y a opinar en sobre temas de los que habitualmente los niños y jóvenes no hablan porque realmente nadie les pregunta.

En el Consejo entendí que mi opinión era importante, que vivo en un pueblo en el que había muchas cosas que cambiar o mejorar y allí podíamos hablarlo, debatirlo y presentarlo a quien realmente puede hacer algo al respecto. Empezamos a sentirnos orgullosos de ser ciudadanos y a entender que para vivir en un lugar agradable todos somos importantes.

Nuestro día a día en el Consejo

Nuestro consejo se divide en dos grupos: el de los niños  se llama Peke1la y se reúnen todos los sábados por la mañana con su monitora Ana, y nosotros, los adolescentes, que nos reunimos los viernes por la tarde junto con nuestros monitores Charo y Javi. No sé qué sería del consejo sin su infinita paciencia y sus ganas de trabajar y de dedicarnos su tiempo.

Nuestras sesiones, siempre dirigidas por ellos, se dividen en dos partes: la parte más divertida, en la que hacemos dinámicas de grupo, y otra en la que nos ponemos más serios y trabajamos para mejorar nuestro entorno. Pasamos encuestas por colegios e institutos para recoger opiniones de otros chicos y hacemos observaciones sobre las cosas con las que no estamos a gusto o que creemos que se deberían cambiar. Así vamos analizando los problemas que nos rodean y buscando posibles soluciones.

Con todo esto elaboramos lo que una vez cada tres meses presentamos en el pleno. Junto con el alcalde y los concejales, debatimos  las diferentes propuestas. Ellos nos escuchan con atención y se comprometen a estudiarlas  para darnos una respuesta firme en el próximo pleno. Entre pleno y pleno pasa un poco de tiempo, pero solemos recibir la visita más “informal” de nuestro alcalde, Adrián Barbón. Entonces hablamos y le contamos en qué estamos trabajando o qué nuevas inquietudes tenemos, y lo cierto es que siempre está dispuesto a colaborar en lo que necesitemos.

Nuestra participación ayuda a mejorar nuestro entorno

Desde que formo parte del Consejo hemos llevado a cabo un montón de proyectos. Por ejemplo, el del carril bici: hacía tiempo que necesitábamos carril bici,: teníamos paseo para viandantes pero no para ciclistas. Llevamos la propuesta al ayuntamiento; la idea les parecía bien pero… no había dinero para hacer frente a ese gasto así que llegamos a un acuerdo: ellos aportaban el material y nosotros … la mano de obra ¡ Lo pasamos genial pintando el carril. Hasta firmamos y todo!!

En otra ocasión, hace un par de años,  nos dimos cuenta de otro problema: había muchísimos perros, todos con sus dueños y habitualmente de la correa, sin libertad; entonces se nos ocurrió que sería interesante tener un parque de perros: un espacio propio en el que los perros podrían correr y jugar. Lo propusimos, se construyó y la verdad que está teniendo mucho éxito.

Aparte de estos ejemplos, hacemos otras cosas, como organizar actividades de diverso tipo en nuestro municipio, desde el carnaval (construyendo la sardina y carrozas temáticas) hasta el Día Universal de los Derechos de la Infancia que organizamos sobre todo para los más pequeños.

Pero nuestro trabajo no se queda solo ahí. Aunque seamos pequeños y jóvenes no estamos al margen de los problemas reales que vive nuestra sociedad, y sabemos que hay muchas familias que no están pasando un buen momento, tanto en países del tercer mundo como al lado de nuestra casa. Por eso, una de las actividades más importantes que realizamos es la Gala Solidaria de Navidad,  en la que nos convertimos en cantantes, bailarines, cómicos o magos con el fin de recaudar dinero que luego donamos a Unicef. También organizamos eventos deportivos solidarios, con recogida de alimentos o donaciones. Son  cosas pequeñas, pero para nosotros es realmente importante saber que estamos aportando nuestro granito de arena para conseguir una sociedad un poco mejor.

Lo mejor de todo, el contacto con la gente

Formar parte del Consejo me permite participar en un sinfín de actividades, pero lo que más me satisface son las actividades con la gente: Talleres en el geriátrico en los que intercambiamos experiencias con los mayores, dinámicas en centros para discapacitados o juegos con niños pequeños (y no tan pequeños)… Ver como lo que haces  hace feliz a otra gente, al menos para mí, es una sensación increíble. Por eso, aunque ahora tenga 19 años y mi época de adolescente se vaya quedando atrás, sigo vinculada al consejo, echando una mano en todo lo que puedo.

Por otro lado, ahora formo parte de una asociación llamada “Ye lo que hay”, formada por antiguos “consejeros” y dedicada fundamentalmente a la  animación.

Me siento muy afortunada de haber tenido la oportunidad de formar parte del Consejo de Laviana.  Ahora estoy estudiando y no sé exactamente a qué me quiero dedicar en el futuro, pero lo que tengo claro es que el Consejo será siempre  algo muy importante en mi vida.

Conocer a un montón de gente, algunos sin duda  muy  buenos amigos, la confianza con los monitores, los viajes que hemos compartido, aprender a valorar lo que tenemos, a trabajar en equipo, el respeto, la solidaridad… creo que  todo eso me ha ayudado a ser mejor persona.

Si alguien está dudando si formar parte de su Consejo Municipal o no, le animo de verdad. Seguro que no se arrepentirá.  Nuestra opinión sí importa, da igual tener 6, 10 o 17 años, todos tenemos un montón de cosas que compartir y aportar para intentar hacer de nuestro mundo un lugar mejor para vivir. Todos, absolutamente todos, tenemos el derecho y la obligación de contribuir, de una u otra forma, para que nuestro pueblo sea un lugar agradable, en el que todos nos encontremos bien y del que siempre nos sintamos orgullosos de hablar.

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