Encaramada a un micrófono, sin titubear un segundo y frente una multitud de compañeros y compañeras de su escuela, Carmen, 11 años, 5o de primaria, presenta su candidatura. Y no una candidatura cualquiera, Carmen, micro en mano, quiere representar a los niños en el Ayuntamiento de su pueblo.
Y como toda candidatura que se precie, Carmen viene con propuestas.
“Como muchos de vosotros sabéis me llamo Carmen Rodriguez y me he presentado a las elecciones porque creo que puedo hacer grandes cosas por este pueblo. Hay muchas cosas que deberían cambiar en La Puebla, pero yo he elegido tres cosas que para mi son las más importantes. Arreglar las aceras…”
A Carmen le preocupan las aceras pero también los semáforos -hay pocos en el pueblo- y donde ahora está el recinto ferial se imagina una pista de patinaje porque, tal y como explica frente a la muchedumbre, “está muy atendido en el Corpus y olvidado el resto del año”.
Está claro que Carmen sabe de lo que habla. “Los niños y las niñas son muy sensatos en las propuestas para mejorar su entorno. Se ciñen a su realidad, la que ellos si pueden ver, porque nosotros no estamos a su altura y no siempre somos capaces de percibir muchas cosas de las cosas que les afectan”, explica Arturo Gonzalez, educador social y coordinador de proyectos educativos.
Arturo ha sido una pieza clave en la creación del Consejo de Participación del pueblo de Carmen, La Puebla del Río, en la provincia de Sevilla. Un proceso que se remonta a 2010, año en el que empiezan a colaborar con Unicef y que en 2014 se materializa en la actividad “La ciudad que queremos”, un simulacro de consejo de participación infantil que obtuvo mucha aceptación entre los centros escolares de la localidad. Muchos de los niños que participaron en aquella actividad se involucrarían más tarde en el parlamento infantil y en diferentes encuentros de consejos infantiles a nivel estatal. Fue en todas estas actividades, encuentro con experiencias, donde se fue gestando la creación de un Consejo que permitiese a los niños y niñas de La Puebla participar de manera activa en la vida política de su pueblo.
“En octubre de 2015 empezamos a poner en marcha en los centros educativos las elecciones entre el alumnado de 5o y 6o de primaria y de 1o y 2o de secundaria, con un profesor o profesora de referencia en cada grupo y con la implicación del equipo directivo”, explica Arturo. Para preparar e informar al alumnado, se organizaban sesiones en las horas de tutorías ya que era mucho más difícil gestionar a los grupos en horario extraescolar. “Además de las sesiones de los tutores, me reuní con los delegados de los cursos que, por otro lado, ya estaban muy concienciados sobre temas de participación”, continúa Arturo. Más tarde, en la semana del 20 de noviembre Día Mundial del Niño se celebraron las elecciones. “Con su urna, su material de campaña, los candidatos y candidatas se paraban incluso en el recreo para hablar con el resto de niños sobre la campaña”. Tras el recuento de votos, cada mesa electoral (compuesta por miembros del equipo directivo) llevó a cabo la proclamación de los canditatos electos, 16 niños, niñas y adolescentes que, como vocales y junto con el alcalde de La Puebla, Manuel Bejarano, conformarían el Consejo de Participación Infantil de la localidad.
¿Cómo proponen los niños y niñas mejoras para su localidad?
“Tras la constitución del Consejo, los y las representantes han puesto en marcha unos cuadernos entre sus cursos para que los niños vayan escribiendo sus propuestas, sus consultas o lo que sea”, explica Arturo. “El 24 de febrero se reunirán en sesión de trabajo a través de las cuatro comisiones de trabajo que elijan, valorarán las propuestas más enunciadas y a partir de ese momento, comienza la interlocución con el Ayuntamiento”.
Además de los miembros del Consejo, en el proceso participan también técnicos del Ayuntamiento que facilitan la comunicación con las distintas áreas que tienen que ver con los grupos de trabajo. “Si por ejemplo se crease una comisión de trabajo con el tema del recinto ferial del pueblo, el o la técnico convocaría una reunión con el área de urbanismo y de fiestas del Ayuntamiento para que conociesen sus necesidades; luego elaborarían una propuesta de uso para el recinto, que se llevaría al Alcalde en la siguiente reunión del Consejo con el Ayuntamiento ”, añade Arturo.
“Los niños no piden un observatorio astronómico, no proponen cosas que saben que no se pueden realizar sino que se ciñen a su realidad y la de su entorno más cercano”. Los niños y las niñas, como Carmen, saben que para avanzar en cualquier cosa -también en la vida- hace falta dar muchos pequeños pasos. Por eso a Carmen le preocupan las aceras de su pueblo.