Las ciudades son responsables de aproximadamente un 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo y, por tanto, pueden desempeñar un papel esencial a la hora de reducir dichas emisiones, especialmente a medida que aumente su población en las próximas décadas y muchas ciudades se enfrenten al problema del envejecimiento y la falta de infraestructuras adecuadas.
El cambio climático aumenta el riesgo y el estrés por déficit de sistemas hidrológicos, de alcantarillado, de avenamiento y de transporte, así como de infraestructuras, ya que estos sistemas están más expuestos a los efectos de huracanes, tifones y otros desastres naturales que cada vez tienen mayor fuerza.