
Niños y niñas del vídeo de la campaña #MiCiudadAmiga
- Un informe de la UNED planteó a los chicos y chicas qué huellas deja la participación infantil en ellos mismos, en sus entornos y en la comunidad
En España existen 311 Ciudades Amigas de la Infancia, que apuestan por situar a niños, niñas y adolescentes en el centro de las políticas públicas locales. En ellas hay 409 consejos de participación infantil y adolescente, en los que participan más de 13.000 chicos y chicas. Pero ¿qué ocurre realmente cuando la infancia participa? ¿Qué cambios se producen en ellos y ellas, en sus familias, en su entorno y en sus municipios?
Un reciente informe de evaluación de impacto de la iniciativa confirma que la participación infantil deja una huella profunda, real y transformadora. Así se puso de manifiesto también en las jornadas de la UNED Siguiendo las huellas de la participación de infancias y adolescencias, el pasado mes de octubre, en el que investigadores, técnicos y jóvenes participantes compartieron datos, reflexiones y experiencias en primera persona.
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La huella en niños y niñas
Helena Serrano, especialista en participación infantil de UNICEF España, destaca que, según la evaluación de impacto, la participación “promueve la autonomía, la resiliencia y la comunicación, y fomenta la iniciativa, el pensamiento crítico, la creatividad, el compromiso y la responsabilidad”. Conclusiones que coinciden con las de la reciente investigación de la UNED, en la que se planteó a los chicos y chicas de consejos de participación varios escenarios: qué huellas dejaba la participación en ellos mismos, en sus entornos y en la comunidad.
“Existe un impacto directo de la participación con el conocimiento y la concienciación de los derechos de la infancia”
Para el investigador Héctor S. Melero, que ha participado en varios informes de la UNED sobre la participación como estrategia transformadora de las comunidades o las escuelas, está claro que la participación de niños, niñas y adolescentes “tiene un impacto positivo, potente, real y directo a nivel personal y comunitario”. Además, “existe un impacto directo de la participación con el conocimiento y la concienciación de los derechos de la infancia”.

Alae, Víctor, Luca y Eva en la mesa de diálogo sobre participación infantil
Según Melero, a nivel personal el impacto de la participación infantil y adolescente es global y afecta a habilidades cognitivas, procedimentales, emocionales y actitudinales. La participación favorece la creación de relaciones, el desarrollo de la empatía y la capacidad de convivencia, así como un amplio conjunto de habilidades sociales: confianza en uno mismo, autoestima, autodescubrimiento y pensamiento crítico. También impulsa la capacidad de implicarse en procesos de cambio social y de entender mejor cómo funciona el mundo que les rodea.
“La participación me ha abierto mucho los ojos y la mente. Te das cuenta de que tu realidad no es única ni indiscutible”
Las experiencias de los propios chicos y chicas de consejos de participación de varios municipios de la Comunidad de Madrid refuerzan estos hallazgos.
Eva, del consejo de participación de infancia y adolescencia de Fuenlabrada, explica que participar “te enseña a hablar con otras personas, a comunicarte mejor”. Para Luca, del municipio de Humanes, el impacto ha sido especialmente significativo: “La participación me ha abierto mucho los ojos y la mente. Te das cuenta de que tu realidad no es única ni indiscutible, que todos los niños somos diferentes y pensamos y sentimos de forma distinta”. Luca añade que esta experiencia le ha ayudado a perder el miedo a expresarse y a defender su opinión cuando se encuentra en espacios donde se le escucha y respeta.
Valores democráticos y de protección
Melero señala que otro de los grandes efectos de la participación es el aprendizaje de valores democráticos. “Uno de los impactos más fuertes es aprender a vivir y a participar en democracia”, explica. Serrano coincide: “Cuando los niños y niñas ejercen su derecho a opinar y a ser escuchados, adquieren el sentido de la justicia y aprenden comportamientos democráticos”.
“Para mí, el efecto ha sido volver a creer en la infancia. Vemos que las sociedades empeoran, pero la participación nos hace pensar que el cambio es posible”
Víctor, de 16 años, integrante de las comisiones de participación de la mancomunidad Mejorada-Velilla, describe este aprendizaje como una recuperación de la esperanza: “Para mí, el efecto ha sido volver a creer en la infancia. Vemos que las sociedades empeoran, pero la participación nos hace pensar que el cambio es posible”. Desde su experiencia, considera “estúpido” que se elaboren leyes que afectan a la infancia sin contar con su opinión: “Lo vemos en los grupos de pequeños, que al enseñarles los derechos que tienen conocen más de ellos mismos, conocen otros entornos, al estar todos compartiendo nuestras historias entendemos la realidad de otras personas”.
Serrano destaca que participar también promueve esas habilidades de protección: “Nos damos cuenta de que niños y niñas en proceso de participación infantil tienen mecanismos para protegerse y reclamar sus derechos. Los chicos y chicas que están acostumbrados a manifestar sus opiniones u saben que son tomadas en cuenta tienen más facilidad al denunciar abusos o malos tratos”.
La huella en su entorno
El impacto de la participación no se limita a quienes forman parte de los consejos. Según la investigación de la UNED, los chicos y chicas actúan como agentes divulgadores en sus familias y círculos cercanos. “Han logrado que sus familiares entiendan qué es la participación infantil”, explica Melero. A través de su implicación, familiares y amistades conocen mejor el entorno en el que viven, desarrollan sentimiento de pertenencia y descubren recursos comunitarios. Supone un aumento del apoyo comunitario y de la ayuda mutua.
Alae, del grupo asesor de UNICEF España y del consejo de Fuenlabrada, explica que su familia y amigos han pasado de no entender muy bien por qué participaba a ir entendiéndolo. “Han acabado aprendiendo e interesándose por los temas que suelo tratar, como la salud mental o los derechos de infancia. Algunas personas de mi entorno se han animado a colaborar, es algo que me parece muy importante”, cuenta.
“La gente no conoce lo que es la participación ni lo que se hace en los consejos. En clase no se lo toman en serio hasta que se lo explico”
Eva señala que todavía existe desconocimiento sobre estos espacios: “La gente no conoce lo que es la participación ni lo que se hace en los consejos. En clase no se lo toman en serio hasta que se lo explico”. A veces son los chicos y chicas quienes difunden estas actividades: “En el colegio, instituto, yo llegaba y decía, he estado en esta extraescolar, hablamos de derechos, y la gente decía, qué guay. De boca a boca podemos transmitir los proyectos en los que estamos. Los aytos no promocionan lo suficiente. Nosotros somos los que hacemos que crezcan estos proyectos contando nuestras experiencias”, dice Luca.
Otro impacto relevante es la creación de redes de apoyo. Víctor relata el caso de una comisión de participación que acompañó a una chica que sufría acoso escolar: “Nosotros hemos aprendido eso, por eso ellas supieron cómo reaccionar, pudieron crear esa red de apoyo. Por eso las comisiones tienen una importancia, porque hacen una labor de red de apoyo para muchas personas, y también educando”.
La huella en las comunidades
En el ámbito comunitario, la investigación identifica dos grandes líneas de impacto. Por un lado, las mejoras concretas en infraestructuras y espacios públicos, como la creación de zonas de encuentro o propuestas de mejora urbana. “Poder decir ‘hemos hecho esto’ genera un gran bienestar”, señala Melero. Por otro lado, la participación transforma la relación entre ciudadanía e instituciones, favoreciendo que la infancia sea escuchada y reconocida como interlocutora válida. Sin embargo, este impacto depende en gran medida del compromiso político y técnico.
Para Alae, en el ayuntamiento de su municipio han dejado la esperanza de que la infancia tiene ganas de colaborar y formar parte del cambio: “Le abre los ojos a los organismos del municipio, creo que les ayudamos a saber qué necesitan los niños y qué nace falta en el municipio para mejorarlo”.
“Le abre los ojos a los organismos del municipio, creo que les ayudamos a saber qué necesitan los niños y qué nace falta en el municipio para mejorarlo”
Víctor considera que la participación ayuda a romper prejuicios sobre adolescentes: “Que las personas mayores aprendan que no somos tontos y que sí tenemos ganas de participar. Se nos tiene el estigma de que somos vagos, no nos esforzamos”, dice. “Nosotros a través de hacer eventos en el ayuntamiento y las charlas con los concejales damos a entender que nos preocupamos”. Eva coincide: “Los prejuicios que tienen con los adolescentes, con el móvil, con los videojuegos, pero también hay a quienes les gusta participar. Las estamos visibilizando, creo que esa es la huella que deja en el municipio”.
No obstante, persisten barreras como la falta de presupuesto y la discontinuidad de los proyectos. Víctor denuncia que en algunos municipios, como en Velilla de San Antonio, los grupos de participación desaparecen cuando no se invierte en ellos. Luca relata que en Humanes han tenido que ser muy insistentes para plantear necesidades como espacios de ocio para adolescentes, logrando avances limitados.
A pesar de las dificultades, los chicos y chicas coinciden en la importancia de participar para lograr mejoras en sus municipios. Para Eva, “creo que somos nosotros los que acabamos modificando las ciudades poco a poco”.





