‘Manifiesto de Sevilla’ con ocasión del 25 Aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño

05/12/2014 | Ciudades Amigas de la Infancia

El 20 de noviembre de 1989 marcó un hito en la historia de la humanidad con el reconocimiento de todos los niños y niñas como sujetos de pleno derecho. 25 años después, muchas cosas han cambiado en sus vidas. La mortalidad infantil se ha reducido a más de la mitad, el número de niños escolarizados ha aumentado significativamente, mejorando sus oportunidades y expectativas vitales; enfermedades como la polio están a punto de ser erradicadas del planeta y 193 países se han comprometido legalmente a respetar y promover los derechos de la infancia al ratificar la Convención.

A pesar de estos avances, en pleno siglo XXI, asistimos todavía impotentes a flagrantes violaciones de los derechos de millones de niños y niñas en todo el planeta. En algunos casos, no se ha avanzado lo suficiente. En otros, incluso podemos hablar de retrocesos. Los derechos de la infancia se vulneran y las diferencias entre los colectivos más y menos favorecidos siguen aumentando, incluso en los países de mayores recursos. Y se traducen en vidas y oportunidades perdidas. Los avances programáticos no son suficientes si no existe la conciencia social y política de que debemos cumplir las promesas que hicimos hace ahora 25 años.

Los asistentes al IV Congreso Internacional Solidari@, celebrado en Sevilla entre el 20 y el 21 de noviembre de 2014 no nos queremos conformar con esta realidad y no queremos mirar hacia otro lado. No es admisible. Porque hoy en día, el mundo tiene los recursos y los conocimientos necesarios para hacer realidad todos y cada uno de los derechos recogidos en la Convención para todos los niños, en todo momento y en cualquier lugar. Estamos convencidos de que su articulado sigue estando plenamente vigente, incluso a la hora de afrontar los nuevos desafíos que el siglo XXI plantea para la infancia. Aunque la realidad cambia, su esencia sigue siendo válida para servir de faro que nos marca el camino, tanto en las grandes políticas como en las pequeñas decisiones. También en la nueva agenda de desarrollo global que se está configurando y transversalmente en todas las decisiones, económicas o políticas que directa o indirectamente afectan a su bienestar y protección.

Frente a estos retos, el Congreso ha girado en torno a una de las respuestas más necesarias: la innovación. El mundo ha cambiado y los retos para la infancia también. No valen las antiguas respuestas. Pero tampoco será suficiente con confiar en las élites científicas y académicas para que encuentren en solitario el camino hacia la realización de la Convención. Hay que implicar en los propios procesos de innovación y aprendizaje a gobiernos y responsables políticos, profesores y alumnos, sector privado, organizaciones sociales, medios de comunicación y todas las fuerzas vivas de la sociedad, incluyendo a los propios niños y jóvenes, a las comunidades de base y a los colectivos más excluidos. Todos ellos están llamados a formar parte de ese gran Pacto de Estado por la Infancia, un pacto social y político, que sea inclusivo y participativo y que blinde los derechos de todos los niños y niñas para hacer de la Convención una realidad.

No se trata de utilizar frases hechas o lanzar promesas vacías, sino de movilizar voluntades y generar cambios concretos que transformen la vida de los niños y, por ende, el conjunto de la sociedad. El cambio social no se consigue solo con palabras convincentes, sino también con la acción que estas palabras pueden inspirar. Desde este IV Congreso de Solidari@ queremos alzar la voz y decir ¡BASTA!. Basta ya de violencia contra la infancia. Basta de vidas perdidas. Basta de niños utilizados como instrumento en enfrentamientos que les son ajenos. Basta de admitir la injusticia y la desigualdad como algo natural. En este 25 aniversario, no seamos conformistas, pidamos lo imposible. Hagamos un llamamiento para que todos y cada uno de nosotros, desde el lugar que ocupamos en la sociedad, seamos partícipes del cambio que queremos impulsar para la infancia en todo el planeta. Ellos lo demandan, ellos lo merecen y ellos serán nuestros jueces.

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