
Tala, de 10 años y de Palestina, en un campo de refugiados. © UNICEF/UNI669111/Nateel
- Con motivo del Día Internacional de la Paz, en UNICEF pedimos a los niños y niñas que reflexionen sobre este concepto: “Es vivir sin miedo”
Más de 460 millones de niños y niñas viven en situaciones de violencia devastadoras (uno de cada seis vivía en zona de conflicto a finales de 2024) o han huido de ellas (se calcula que hay 50 millones de niños y niñas desplazados). Son cifras que van en aumento: el año pasado, las muertes de civiles en conflictos aumentaron un 40% en todo el mundo, concentrándose el 80% solo en Gaza.
Las graves crisis de la actualidad, incluidos el cambio climático, los conflictos y la inestabilidad económica, están estrechamente interconectadas. La infancia es la gran víctima de la guerra.
A largo plazo, las consecuencias del impacto de la guerra en una generación de niños y niñas son devastadoras
Los niños y niñas en lugares de conflicto no solo ven en peligro su vida: sufren violencia sexual, matrimonios forzosos o son convertidos en niños soldado. Casi la mitad de todas las víctimas civiles por minas terrestres y artefactos explosivos remanentes de guerra son niños y niñas. A eso se le añade el impacto en la salud mental (problemas como ansiedad, depresión o estrés postraumático). A largo plazo, las consecuencias del impacto de la guerra en una generación de niños y niñas son devastadoras.

Escuela destruida en Homs, Siria, en abril de 2025. © UNICEF/UNI789920/Ibarra Sánchez / MeMo
Una cultura de paz
“En tiempos de turbulencia, tumulto e incertidumbre, es fundamental que todos tomemos medidas concretas para movilizarnos por la paz”, dice Antonio Guterres, secretario general de la ONU.
Con motivo del Día Internacional de la Paz, este organismo internacional ha hecho algunas propuestas para los y las ciudadanas a fin de promover una cultura de paz: posicionarse contra la violencia y el odio, practicar el respeto, escuchar voces distintas y abrazar la diversidad. “Hay muchas formas de actuar en este momento”, asevera la organización, y resalta la “urgente necesidad de promover el entendimiento, la violencia y el desarme“.

Niños y niñas desplazados por el conflicto entre el grupo armado M23 y las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo. © UNICEF/UNI585414/Tremeau
En UNICEF hemos invitado a todas las oficinas a cocrear contenido con niños, niñas y jóvenes para compartir sus mensajes con vistas al Día Internacional de la Paz (el pasado 21 de septiembre). Pedimos a los niños y niñas que reflexionen sobre una pregunta: qué es la paz para ellos y ellas. También a niños, niñas y adolescentes que viven en zonas afectadas por conflictos:
“La paz es poder salir juntos con los amigos para pasárnoslo bien sin conflictos”, dice Nadia, de 8 años y de la República Central Africana.
“Para mí, la paz significa poder tener una educación, soñar, pasear por Kiev”, dice Polina (14 años). Para Anastasia, de 13 años, poder “crecer para ayudar a otros”. Para Mira, de 15, “poder visitar ciudades que ahora no son accesibles”. Todas ellas viven en Ucrania.
Para Yaar, reportera de Sudán del Sur de 16 años, la paz significa “comunidades que se escuchan entre ellas, que solucionan juntas sus problemas, que trabajan unidas”. Para su compañera Keji, “construir comunidades donde los niños y niñas puedan ir al colegio seguros y las familias vivan sin temor”.
¿Qué supone para ti vivir en paz?
Nadie se espera que la guerra llegue a su hogar; por eso, es importante apreciar qué derechos y libertades tenemos y cuáles podrían estar en riesgo en un escenario de conflicto. Los chicos y chicas del grupo asesor de UNICEF España han hecho este ejercicio de imaginación y empatía.
Para ellos y ellas, la paz es mucho más que la ausencia de guerra: “Es tranquilidad, justicia, bienestar y derechos”, dice Pablo, de 13 años. “Es algo de lo que todos deberíamos disfrutar pero que, desgraciadamente sólo unos pocos gozan”. Muchos coinciden en que es condición para disfrutar de libertad: “Nos permite convivir mejor, estudiar, trabajar y disfrutar la vida sin violencia ni peligro”, añade Ángela (13 años). “Es poder hacer mis cosas sin miedo”, añade Olay, de 14 años.
¿Qué cosas no podrías hacer en un entorno de conflicto?
“Desafortunadamente, creo que casi nada”, supone Pablo. “No podría ir a clase, no podría pasear por mi ciudad, quedar libremente con amigos. No podría ni siquiera tener acceso a agua potable ni a electricidad, por lo que tampoco podría mantener una higiene básica ni comunicarme con el resto del mundo”.
“No podría ir al colegio, quedar con mis amigos, jugar en la calle, ni hacer deporte. Tampoco podría estar tranquilo en mi casa porque tendría miedo y tendría que estar preparado por si pasa algo”, dice Olay. Ángela también duda que pudiera dormir bien: estaría siempre con miedo y eso afectaría a todo, añade. “Si viviese en un lugar en conflicto no podría ser yo, no podría ir al instituto, salir, tener todas mis comidas, agua, ropa, no podría ser libre”, dice Valle, de 16 años.
“Creo que en un sitio no seguro y no libre de conflicto no se puede asegurar absolutamente ningún derecho, ya que ni el derecho a la vida se podría asegurar”, dice Alba, y teme que siempre habrá personas que sufran daños innecesarios.
¿Por qué una guerra afecta especialmente a la infancia?
Los chicos y chicas tienen muy claro que la infancia necesita de un espacio seguro para crecer, desarrollarse libremente, aprender, jugar y ejercer sus derechos sin miedo. Algo que sería imposible de garantizar en un entorno de violencia. “La paz es importante para que la gente pueda vivir la vida que realmente quiera, pero es especialmente necesario para que los niños y niñas jueguen, aprendan y se diviertan”, dice Valle.

Timofii, de 11 años, en las ruinas de su antiguo colegio en Partyzanske (Mykolaiv, Ucrania), destruido por los bombardeos. © UNICEF/UNI739137/Filippov
Olay coincide: los niños y niñas “necesitamos crecer jugando, aprendiendo y estando seguros. Si no hay paz, en vez de ir al cole o estar con amigos, tendríamos que estar preocupados o incluso huyendo”.
Para Pablo, “una guerra es algo que supera a todo el mundo, pero a los niños pequeños más. El estrés constante, el miedo, la ansiedad, el hambre, las pesadillas… se convierten en un rival diario en un sitio que está siendo continuamente atacado y bombardeado. Nadie merece una guerra. Un niño inocente, menos”.
Todos tienen claro que no se respetarían sus derechos como niños, niñas y adolescentes: el derecho a la vida y a la supervivencia son los primeros que les vienen a la mente, así como los derechos al desarrollo, la protección, la educación o la salud. “Si no tenemos acceso a hospitales porque han sido bombardeados, ¿cómo sabemos que un simple constipado no va a resultar mortal?”, imagina Pablo. Pero en una guerra también se violan otros derechos de la infancia, como el derecho al juego: “Si no tenemos parques porque están en ruinas, ¿dónde jugamos y nos relajamos?”, añade.
Además, los chicos y chicas mencionan otros derechos que pasan más desapercibidos, pero que también peligran en conflictos y guerras: los derechos de niños y niñas a la libertad de expresión, a participar, a ser escuchados. Los niños, niñas y adolescentes no son solo víctimas en casos de guerras, desastres humanitarios o violencia: cuando son escuchados y se les permite formar parte de la sociedad, pueden ser agentes de cambio a la hora de construir una cultura de la paz.