Un año antes del suceso que marcaría hace casi una década el inicio de la Gran Recesión, la consultora británica Comedia daba a conocer los resultados de una investigación de largo alcance liderada por los expertos Phil Wood y Charles Landry. Tras estudiar durante más de un año la relación entre el cambio urbano y la diversidad cultural en ciudades de Norteamérica, Europa y Asia, los investigadores descubrieron en la interculturalidad un factor diferencial para favorecer el desarrollo local. Promoviendo la interacción entre culturas, sostenía los autores, los gobiernos locales lograrían impulsar la prosperidad y la calidad de vida de los ciudadanos.
Nacía así el concepto de Ciudad Intercultural, adoptado en 2008 por el Consejo de Europa y la Comisión Europea con la puesta en marcha de una iniciativa piloto para ayudar a 11 ciudades europeas a trabajar con la diversidad como factor de desarrollo. En los 10 años transcurridos desde entonces, más de 120 gobiernos locales europeos y de otros lugares del mundo han encontrado en el Programa de Ciudades Interculturales (ICC) los instrumentos necesarios para gestionar la diversidad cultural como un recurso de dinamismo y desarrollo social y económico, mediante el estímulo de la creatividad y la innovación.
Con la incorporación de nuevos actores, el proyecto fue tomando forma a través de diferentes instrumentos analíticos y políticos como la lente intercultural, los modelos de gobernanza para el desarrollo intercultural, la estrategia de la Ciudad Intercultural o el Índice de Ciudades Interculturales.
Experiencia española
En España, la Red de Ciudades Interculturales (RECI) trabaja desde 2011 para promover la cultura de la diversidad en las localidades que forman parte del proyecto, promoviendo la interacción entre los responsables políticos y los actores de la sociedad civil. Mediante el intercambio de experiencias entre las ciudades adscritas a la red, el propósito es favorecer un mayor desarrollo de sus políticas y prácticas interculturales. Forman parte de esta red Barcelona, Bilbao, Cartagena, Castellón de la Plana, Donostia-San Sebastián, Fuenlabrada, Getafe, Getxo, Jerez de la Frontera, Logroño, Madrid, Málaga, Parla, Sabadell, Salt, Santa Coloma de Gramanet, Tortosa y el Cabildo de Tenerife.
En su última reunión, celebrada a finales de abril en Santa Cruz de Tenerife, las 18 ciudades participantes hablaron entre entre otros asuntos de participación y de las posibles colaboraciones con otras redes de ciudades.
Correlación estadística
Coincidiendo con el décimo aniversario del lanzamiento del programa, expertos del Migration Policy Group realizaron un estudio para comprobar si el enfoque de integración intercultural conducía realmente a una mejor calidad de vida de los ciudadanos. Los resultados, basados en los datos de 26 ciudades europeas, incluidas Madrid y Barcelona, confirman una fuerte correlación estadística entre las políticas locales interculturales y el bienestar local.
“Las ciudades con políticas interculturales más fuertes tienden significativamente a tener habitantes que piensan que los extranjeros son buenos para la ciudad, que se sienten más satisfechos con los servicios públicos, que confían más en la administración pública, que piensan que encontrar trabajo es más fácil y que se sienten más seguros”, señalaban los autores del informe.
Otro de los hallazgos de este estudio es que las políticas interculturales promovidas desde el ámbito local son el factor más determinante en la configuración de la opinión pública sobre los migrantes, por delante de las políticas nacionales y otros factores como la edad, el género, o la situación laboral.
Algunas de las características que identifican a una ciudad inclusiva, según el informe, son la lucha contra la discriminación, la diversidad en las escuelas y barrios, la conexión entre personas de distintas culturas o el rechazo a los estereotipos y al odio.
Cuando están a punto de cumplirse diez años de la caída de Lehman brothers y los indicadores macroeconómicos parecen dejar definitivamente atrás una de las mayores crisis registradas, conviene poner en valor la riqueza de la diversidad no sólo como motor de la prosperidad económica sino como fuente de la cohesión social y la calidad de vida para toda la ciudadanía.