- Tres de cada 10 jóvenes han sufrido violencia sexual en la infancia o adolescencia, según el Estudio de Prevalencia de la Violencia del Ministerio de Juventud e Infancia
- De los encuestados, el 48,1% ha sufrido violencia psicológica y el 40,5% física, y la gran mayoría no han pedido ayuda o recibido apoyo
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Tras tres décadas sin datos actualizados sobre la violencia que sufren los niños, niñas y adolescentes, el Ministerio de Juventud e Infancia se ha puesto al día. El 9 de octubre presentó su Estudio de Prevalencia de la violencia contra la infancia y la adolescencia en España (2025), que, a partir de una macroencuesta a jóvenes de entre 18 y 30 años, ofrece datos demoledores sobre seis formas de violencia sufridas durante la infancia y adolescencia: psicológica, física, sexual, en el ámbito de la pareja, por negligencia y digital. También incluyen un capítulo sobre qué supone ser testigo de estas situaciones.
Para Sandra de Garmendia, directora general de Derechos de la Infancia y Adolescencia, el estudio aborda un tema que, lamentablemente, sigue siendo invisible. Por eso, este informe responde al mandato de la Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia (LOPIVI), que pide abordar este grave problema desde la prevención, sensibilización y a protección. “Hoy damos respuesta a uno de estos pilares: el de sensibilización”, dice Garmendia. Los datos son una base fundamental y sólida para poder desarrollar políticas públicas a favor de los niños, niñas y adolescentes.
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Formas de violencia y violencia recurrente
Miguel de la Fuente, autor del informe, destaca que es de los pocos estudios que engloban en un mismo cuestionario los diferentes tipos de violencia, con lo cual se puede correlacionar unas con otras. “Permite hablar de polivictimización”, asevera. Otro aspecto que considera relevante es que, para cada uno de estos tipos, hay una cifra que determina en qué porcentaje los chicos y chicas la sufren de forma recurrente. “Me parece importante que haya violencias que ocurren de forma recurrente en un 12% de la población. Ayuda a visibilizar lo que ocurre de forma habitual”, añade.
Durante la presentación ha compartido datos de las seis formas de violencia sufridas durante la infancia y adolescencia:
1. Psicológica
Es la forma más frecuente, y la ha sufrido el 48,1% de las personas encuestadas. Se concentra más en la adolescencia (45,1 %), pero también afecta en la infancia (19,9 %). Entre las situaciones incluidas se encuentran el control a través del móvil, amenazas para obligar a hacer algo que no se desea, críticas por la forma de vestir, ridiculización ante otras personas, control económico o prohibición de mantener contacto con familiares y amigos. El 13,4 % de las personas han sufrido violencia psicológica de forma recurrente, un porcentaje muy alarmante.
2. Física
Afecta al 40,5% de los niños, niñas y adolescentes, pero hay una diferencia significativa por sexo: el 46,0 % de los hombres declaran haberla sufrido, frente al 34,8 % de las mujeres. La ejercen principalmente los padres y madres, seguidos de compañeros de estudio. El principal entorno donde ocurre es el familiar y, en segundo lugar, el escolar.
3. Sexual
Casi tres de cada diez encuestados (28,9%) ha sufrido violencia sexual, siendo más común entre las mujeres (33,6 %) que en hombres (24,4%). La adolescencia es el periodo más crítico, y el principal perpetrador es la pareja, siendo el entorno familiar el más frecuente (46,6 %), seguido del comunitario (37,3 %) y escolar (36,9 %).
4. En el ámbito de la pareja
Esta forma de violencia adopta expresiones tanto físicas y sexuales como psicológicas: obligar a hacer cosas que no se desean, hacer o difundir fotos o vídeos sin consentimiento, enviar mensajes ofensivos, amenazar con hacer daño a la pareja o a sí mismo en caso de ruptura, aislar de las amistades o controlar el móvil, entre otras. La prevalencia es significativamente mayor entre mujeres (28,7 %) que entre hombres (22,7 %).
5. Por negligencia
La negligencia, entendida como la falta de cuidados por parte de adultos responsables, tiene una prevalencia del 24,4 % y ocurre con mayor frecuencia durante la adolescencia. Se da en formas diversas: dejar desatendida la higiene, no proporcionar ropa adecuada o tratamiento médico necesario, ignorar las situaciones de riesgo, obligar a realizar tareas que no corresponden por la edad o negar necesidades básicas como forma de castigo. Los principales responsables son los padres (49,1 %), seguidos de las madres (47,7 %).
6. Digital
Desde hace unos años, la tecnología y las TRIC se han convertido en un elemento que atraviesa y agrava todas las problemáticas de la infancia y adolescencia. Esta forma de violencia incluye agresiones tanto de tipo psicológico como sexual a través de medios digitales, y el 24,9 % de las personas encuestadas afirman haberla sufrido. Pero es una realidad en transformación constante: de la Fuente aclara que, dado que la encuesta se ha realizado a chicos y chicas de entre 18 y 30 años, el informe muestra la realidad de la infancia de hace años, lo que pone en evidencia la necesidad de replicarlo con una periodicidad determinada.
Testigos de la violencia
Finalmente, ser testigo de violencia es en sí mismo una forma de violencia que han experimentado un 35,7% de las personas encuestadas.
Un estudio “que habla de esta sociedad”
Uno de los hallazgos más alarmantes es la falta de ayuda recibida por las víctimas. Aproximadamente la mitad de quienes sufrieron cualquier tipo de violencia no obtuvieron apoyo ni accedieron a atención especializada.
- En los casos de violencia física, la mitad no recibió ayuda y solo un 7,6 % obtuvo atención especializada.
- En la sexual, el 52,5 % no recibió ningún tipo de apoyo y apenas un 7,4 % accedió a atención profesional.
La Ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, la incidido en la importancia que tienen este tipo de estudios a la hora de sacar a la luz un tema que, durante años, se ha tratado como algo que solo ocurre de puestas para adentro, “como si fuera una historia particular y no dijera nada sobre la sociedad que lo hace posible”, dice. También cree que los perfiles que más violencia sufren reflejan un sistema que reproduce desigualdad desde el inicio de la vida: “Las niñas, adolescentes, las personas LGTB, que viven con discapacidad o con nacionalidad extranjera aparecen con las cifras más altas. No es fruto del azar”, considera.
“Si casi la mitad de la población de este país arrastra una historia de violencia infantil no estamos hablando de estadísticas: hablamos de una herida que se hereda”, dice Rego
Señala que la respuesta debe ser política, ya que “si casi la mitad de la población de este país arrastra una historia de violencia infantil no estamos hablando de estadísticas: hablamos de una herida que se hereda, que pasa de generación en generación”. Para ello, “no se trata solo de prevenir la violencia sino de transformar la cultura que la hace posible”.
Para la ministra, el estudio deja claro que las leyes no bastan “si no hay escuelas con recursos, servicios sociales que no estén al límite, profesionales estables y redes que acompañen”, enumera. Destaca que la LOPIVI refuerza los mecanismos de detección temprana y acompañamiento integral a las víctimas, pero también es necesario “cambiar la manera en la que ejercemos la autoridad, el modo en que nos relacionamos, el lugar que le damos a la palabra del otro. Entender que cuidar no es mandar, proteger no es poseer, reconocer a niño o niña como sujetos políticos, no como prolongaciones de los adultos”.