Ovnis, Jackie Chan y la construcción del otro

12/10/2016 | Write 2 Unite

Cuando tienes 22 años y vives en España siendo de origen árabe puedes llegar a acumular cientos de anécdotas que te suceden solo por ser quien eres.

Photo by Piotr Chrobot on Unsplash

Somos Nourelyakine Ben Daamouch, de origen marroquí, y Karim Hallal Peche, mitad español y mitad libanés. Ambos queremos contar algunas anécdotas para ayudar a desmitificar los prejuicios que existen en torno a las personas de procedencia árabe que residen en España.

Imagina que conoces a alguien por primera vez y lo primero que pregunta, sin saludarte, es si no eres muy bajo para ser un chico, o muy rubia para ser española. A nosotros, tras decir nuestro nombre, nos han hecho muchos comentarios sorprendentes como “pues no tienes rasgos africanos“, o “pues no eres tan moreno de piel“.

Cuando me presento como Karim, de origen mitad libanés, mitad murciano, y recibo estos comentarios suelo explicar, con mi característica sonrisa de niño inocente, que Líbano no está en África, sino en Asia. Y es que a veces, en España, caemos en el error de pensar que la gente árabe solo está en África y tiene la piel oscura, debido al frecuente contacto con nuestro cercano vecino Marruecos. Y no es así.

Preguntas incómodas

Yo, Nourelyakine, que soy de origen marroquí (bereber) y tengo rasgos árabes, he recibido varias preguntas incómodas de personas que ni conocía. Entiendo que haya gente que tenga cierta curiosidad por conocerme; sin embargo, hay preguntas que pueden llegar a ser molestas y otras, simplemente graciosas.

Aún recuerdo el primer día que fui al comedor de la residencia de estudiantes. Estaba desayunando y se me acercó un trabajador. Saltándose los buenos modales, me preguntó si había venido a España debajo de un camión o en un barco. Mi respuesta, sonriendo, fue: “¡Qué va! He venido con los ovnis, ellos mismos me han traído hasta aquí”. Seguidamente le aconsejé que, antes de formular una pregunta como esa, sin saber si me iba a molestar, mostrase primero un mínimo de buenos modales para romper el hielo y conocernos un poco más. Tras hablar unos minutos ambos llegamos llegamos a la conclusión de que nuestras actitudes no fueron las más adecuadas. Después nos disculpamos, continuamos con nuestra conversación de manera amistosa y construimos una relación bastante cordial.

Además, nuestros nombres y apellidos son un completo quebradero de cabeza para muchas personas de todos los ámbitos: sociales, académicos o laborales. A Karim han llegado a llamarle Jalil, Ayala, Hakim, ¡e incluso a apellidarle Alá! Imagínate que te apelliden Dios.

Todos somos iguales

Nourelyakine me cuenta que él tampoco se ha librado de esto. A veces dejaba de ser de origen marroquí y convertían su nombre en el del mismísimo Jackie Chan, por el parecido en su pronunciación. Su apellido ni lo mencionaban; su nombre ya es lo suficientemente difícil para muchos. Cuando nos conocimos se presentó como Nour a secas.

En clase, muchos docentes lo pasaban realmente mal cuando tenían que pasar lista. Algunos incluso se atragantaban y muchas veces teníamos que recordarle al profesor nuestros nombres. Nourelyakine me cuenta que prefería que lo llamasen Nour, ya que es más sencillo y no tiene que dar tantas explicaciones.

Ninguno de los dos nos sentimos diferentes al resto a pesar de que hay personas que, en algún momento, nos hayan hecho sentir así.

Todos los seres humanos tenemos un 99.9% de genética idéntica. No hay más diferencias que las que proyectamos nosotros mismos desde nuestras cabezas.

Nourelyakine (22) y Karim (22) participan en la iniciativa Write 2 Unite de UNICEF, cuyo objetivo es fomentar un diálogo intercultural digital entre jóvenes refugiados, migrantes y locales. Write 2 Unite forma parte de la campaña Ante todo son niños de UNICEF —que busca resaltar que un niño es un niño, pase lo que pase— y está siendo implementada en España, Holanda y Eslovenia.

Nota: este post se ha publicado originalmente en www.unicef.es

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